Sabado 17 de diciembre de 2011
LA
REFLEXION DE LEONARDO BOFF
¿CÓMO GOBERNAR
A SIETE MIL MILLONES DE PERSONAS?
Escribe
LEONARDO
BOFF (*)
Viernes
16 de diciembre de 2011
.
La semana pasada hemos tratado del reto de alimentar a siete
mil millones de personas. El incremento de la población mundial va a un ritmo
creciente: en 1802 éramos mil millones; en 1927, 2 mil millones; en 1961, 3 mil
millones; en 1974, 4 mil millones; en 1987, 5 mil millones; en 1999, 6 mil millones,
y finalmente en 2011, 7 mil millones. En 2025, si no ocurre el calentamiento
abrupto, seremos 8 mil millones, en el 2050, 9 mil millones, y en el año 2070,
10 mil millones. Hay biólogos como Lynn Margulis y Enzo Tiezzi que ven en esta
aceleración una señal del fin de la especie, a semejanza de las bacterias
cuando se colocan en un recipiente cerrado (capsula Petri). Presintiendo el fin
de los nutrientes se multiplican exponencialmente y entonces, súbitamente,
todas mueren. ¿Sería la última floración del melocotón antes de morir?
Independientemente de esta amenazadora cuestión, tenemos un
desafío estimulante: ¿cómo gobernar 7 mil millones de personas? Es el tema de
la gobernanza global, es decir, un centro multipolar con la función de
coordinar democráticamente la coexistencia de los seres humanos en la misma
patria y Casa Común. Esta configuración es una exigencia de la globalización,
pues ésta implica el entretejido de todos con todo de dentro de un mismo y
único espacio vital. Antes o después va a surgir una gobernanza global, pues es
una urgencia inaplazable para afrontar los problemas globales y garantizar la
sostenibilidad de la Tierra.
La idea en sí no es nueva. Como pensamiento estaba ya
presente en Erasmo y en Kant, pero adquirió sus primeros contornos reales con
la Liga de las Naciones tras la Primera Guerra mundial, y definitivamente
después de la Segunda Guerra Mundial con la ONU. Ésta no funciona por causa del
veto antidemocrático de algunos países que hacen inviable cualquier iniciativa global
contraria a sus intereses. Organismos como el FMI, el Banco Mundial, la
Organización Mundial del Comercio (GATT), de la Salud, del Trabajo, de las
Tarifas y la UNESCO expresan la presencia de cierta gobernanza global.
En la actualidad, el agravamiento de problemas sistémicos
como el calentamiento global, la escasez de agua potable, la mala distribución
de los alimentos, la crisis económico-financiera y las guerras están pidiendo
una gobernanza global.
La Comisión sobre Gobernanza Global de la ONU la define como
«la suma de las distintas maneras como los individuos e instituciones
administran sus asuntos comunes y resuelven intereses diversos de forma
cooperativa. Incluye no solo relaciones intergubernamentales sino también
organizaciones no gubernamentales, movimientos de ciudadanos, corporaciones
multinacionales y el mercado de capitales global» (véase el sitio respectivo de
la ONU por internet).
Esta globalización se da también a nivel cibernético, por
medio de las redes globales, una especie de gobernanza sin gobierno. El
terrorismo ha provocado una gobernanza de seguridad en los países amenazados.
Hay una gobernanza global perversa que podemos llamar de gobernanza del poder
corporativo mundial hecha por los grandes consorcios económico-financieros que
se articulan de forma concéntrica hasta llegar a un pequeño grupo que controla
cerca del 80% del proceso económico. Esto ha sido demostrado por el Instituto
Federal Suizo de Investigación Tecnológica (ETH) que rivaliza en calidad con el
Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), y ha sido divulgado entre
nosotros por el economista de la PUC-SP Ladislau Dowbor. Esta gobernanza no se
da mucho a conocer, pero a partir de la economía influye fuertemente en la
política mundial.
Estos son los contenidos básicos de una gobernanza global
sana: paz y seguridad, evitando el uso de la violencia resolutiva; combate
contra el hambre y la pobreza de millones de personas; educación accesible a
todos para que sean actores de la historia; salud como derecho humano fundamental;
vivienda mínimamente decente; derechos humanos personales, sociales, culturales
y de género; derechos de la Madre Tierra y de la naturaleza, conservada para
nosotros y para las generaciones futuras.
Para garantizar estos mínimos, comunes a todos los humanos y
también a la comunidad de vida, necesitamos relativizar la figura de los
estados nacionales cuya tendencia será ir desapareciendo en nombre de la
unificación de la especie humana sobre el planeta Tierra.
Igual que hay una sola Tierra, una sola Humanidad y un solo
destino común, debe surgir también una sola gobernanza, una y compleja, que se
haga cargo de esta nueva realidad planetaria y permita la continuidad de la
civilización humana.
.
(*) LEONARDO BOFF es un teólogo, filósofo y escritor nacido en Concordia, Estado de Santa
Catarina, Brasil Es uno de los fundadores de la Teología de la Liberación,
junto con Gustavo Gutiérrez Merino. En 1985, la Congregación para la Doctrina
de la Fe, dirigida por el ya cardenal Ratzinger (hoy Papa Benedicto XVI) le
silenció por un año por su libro La Iglesia, Carisma y Poder, que estaba en
contra de la Doctrina de la Iglesia Católica. Ha trabajado como profesor en los
campos de teología, ética y filosofía en Brasil, además de dar conferencias en
muchas universidades en el extranjero, como Heidelberg, Harvard, Salamanca,
Barcelona, Lund, Lovaina, París, Oslo, Turín. Ha escrito más de 100 libros,
traducidos a muchas lenguas. En 1997, el Parlamento Sueco le otorgó el premio
Right Livelihood
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