¿CRISIS ALIMENTARIA?Frida Modak, periodista
Fue Secretaria de Prensa
del Presidente Salvador Allende.
El Banco Mundial, el Fondo Monetario, la FAO, la Unión Europea y hasta el gobierno de Estados Unidos decidieron darse por enterados de lo que está sucediendo en el mundo con los alimentos. Se habla de crisis, lo que no es nuevo pese a que ahora le dicen global, y aunque no se ha pronosticado aún una hambruna como las que hemos visto en el pasado en algunos países africanos, hay un problema real que no se puede seguir abordando con las mismas recetas fracasadas.
Unos culpan a los biocombustibles, otros dicen que no radica ahí el problema sino en el alza de precios y también se sostiene que la situación actual se debe al desarrollo de China e India, lo que ha determinado que muchos millones de personas más se incorporen al consumo. Cada uno de estos factores puede influir, pero todavía no se sabe exactamente frente a qué estamos y por eso es importante mirar hacia situaciones similares del pasado.
Los que responsabilizan a los biocombustibles tienen parte de razón. Desde que el presidente estadounidense realizó su gira latinoamericana el año pasado y fue a Brasil, gran productor de etanol con caña de azúcar desde hace más de veinte años, se desató una verdadera fiebre por los biocombustibles. Los agricultores estadounidenses duplicaron sus sembradíos de maíz para fabricarlo y Bush planteó que había que producir 132,4 mil millones de combustible alternativo para disminuir en un 20 por ciento el consumo de gasolina.
Brasil sostiene que el aumento de precios de los alimentos no es atribuible a los biocombustibles en lo que respecta a América Latina y Africa “porque tenemos tierra suficiente para producir a ambos”, dijo su ministro de hacienda en un seminario efectuado en Nueva York. Mientras, las distintas organizaciones que participaron en la Conferencia para la Soberanía Alimentaria efectuada en Brasil, pidieron a la Conferencia Regional de la FAO, realizada también allí, la defensa de la agricultura y el derecho a la alimentación.
En los últimos nueve meses el precio de los alimentos ha subido en un 45 por ciento, según datos de la FAO. En el 2007 los cereales subieron el 41 por ciento, los aceites vegetales el 60 por ciento y los lácteos el 83 por ciento. Entre marzo de 2007 y marzo de 2008 el precio del trigo aumentó en un 130 por ciento. Uno de los elementos que ha influido en esas alzas de la producción agrícola es el precio del petróleo. La gravedad de la situación tuvo que ser admitida cuando ya en 37 países se habían registrado disturbios por la carestía de los alimentos.
Pero quien planteó las cosas en términos reales fue el presidente haitiano René Preval, a raíz de la violencia desatada en esa nación, que culminó con la destitución del primer ministro. Al referirse a la cuantía de las alzas de precios de alimentos y combustibles en el mercado internacional, el mandatario señaló que la solución no estaba en eliminar los impuestos a la gasolina, el cemento, el arroz y a los demás productos que se importan, porque con ese dinero se construyen escuelas, hospitales, caminos, a la vez que se estimularía el ingreso de las mercancías extranjeras lo que terminaría de destruir lo que queda de la producción nacional.
El planteamiento es inobjetable, parecería elemental, sobre todo en un país donde la pobreza extrema es producto de décadas de dictadura y ocupación militar de Estados Unidos primero y ahora de tropas latinoamericanas bajo la bandera de la ONU, que lo único que han hecho y hacen es controlar los brotes de violencia sin promover ni el más elemental desarrollo, lo que lleva a concluir que una parte importante de la llamada crisis alimentaria es consecuencia del negocio de los alimentos, que también es transnacional y globalizado. ¿En cuántos países se repite la situación haitiana? Fuente: ALAI
El Banco Mundial, el Fondo Monetario, la FAO, la Unión Europea y hasta el gobierno de Estados Unidos decidieron darse por enterados de lo que está sucediendo en el mundo con los alimentos. Se habla de crisis, lo que no es nuevo pese a que ahora le dicen global, y aunque no se ha pronosticado aún una hambruna como las que hemos visto en el pasado en algunos países africanos, hay un problema real que no se puede seguir abordando con las mismas recetas fracasadas.
Unos culpan a los biocombustibles, otros dicen que no radica ahí el problema sino en el alza de precios y también se sostiene que la situación actual se debe al desarrollo de China e India, lo que ha determinado que muchos millones de personas más se incorporen al consumo. Cada uno de estos factores puede influir, pero todavía no se sabe exactamente frente a qué estamos y por eso es importante mirar hacia situaciones similares del pasado.
Los que responsabilizan a los biocombustibles tienen parte de razón. Desde que el presidente estadounidense realizó su gira latinoamericana el año pasado y fue a Brasil, gran productor de etanol con caña de azúcar desde hace más de veinte años, se desató una verdadera fiebre por los biocombustibles. Los agricultores estadounidenses duplicaron sus sembradíos de maíz para fabricarlo y Bush planteó que había que producir 132,4 mil millones de combustible alternativo para disminuir en un 20 por ciento el consumo de gasolina.
Brasil sostiene que el aumento de precios de los alimentos no es atribuible a los biocombustibles en lo que respecta a América Latina y Africa “porque tenemos tierra suficiente para producir a ambos”, dijo su ministro de hacienda en un seminario efectuado en Nueva York. Mientras, las distintas organizaciones que participaron en la Conferencia para la Soberanía Alimentaria efectuada en Brasil, pidieron a la Conferencia Regional de la FAO, realizada también allí, la defensa de la agricultura y el derecho a la alimentación.
En los últimos nueve meses el precio de los alimentos ha subido en un 45 por ciento, según datos de la FAO. En el 2007 los cereales subieron el 41 por ciento, los aceites vegetales el 60 por ciento y los lácteos el 83 por ciento. Entre marzo de 2007 y marzo de 2008 el precio del trigo aumentó en un 130 por ciento. Uno de los elementos que ha influido en esas alzas de la producción agrícola es el precio del petróleo. La gravedad de la situación tuvo que ser admitida cuando ya en 37 países se habían registrado disturbios por la carestía de los alimentos.
Pero quien planteó las cosas en términos reales fue el presidente haitiano René Preval, a raíz de la violencia desatada en esa nación, que culminó con la destitución del primer ministro. Al referirse a la cuantía de las alzas de precios de alimentos y combustibles en el mercado internacional, el mandatario señaló que la solución no estaba en eliminar los impuestos a la gasolina, el cemento, el arroz y a los demás productos que se importan, porque con ese dinero se construyen escuelas, hospitales, caminos, a la vez que se estimularía el ingreso de las mercancías extranjeras lo que terminaría de destruir lo que queda de la producción nacional.
El planteamiento es inobjetable, parecería elemental, sobre todo en un país donde la pobreza extrema es producto de décadas de dictadura y ocupación militar de Estados Unidos primero y ahora de tropas latinoamericanas bajo la bandera de la ONU, que lo único que han hecho y hacen es controlar los brotes de violencia sin promover ni el más elemental desarrollo, lo que lleva a concluir que una parte importante de la llamada crisis alimentaria es consecuencia del negocio de los alimentos, que también es transnacional y globalizado. ¿En cuántos países se repite la situación haitiana? Fuente: ALAI
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