lunes, 13 de julio de 2015

LA «CRISIS GRIEGA», VISTA DESDE GRECIA

EL ATAQUE CONTRA GRECIA INICIADO 
POR FUERZAS GEOECONÓMICAS REVISTE 
A NIVEL MUNDIAL UNA IMPORTANCIA 
ENORME, QUE SOBREPASA AMPLIAMENTE 
LA DIMENSIÓN DE ESE PEQUEÑO PAÍS.

Escribe 
DIMITRIS KONSTANTAKOPOULOS(*)
Fuente: RED VOLTAIRE | ATENAS    
| FRANÇAIS  - 11 DE JULIO DE 2015 

(*) DIMITRIS KONSTANTAKOPOULOS . Es un periodista griego muy conocido. Escritor  pro-ruso que coopera estrechamente con la organización Dugin y de Malofeyev. (El perfil profesional es privado. Se encuentra en Linkedin)

Vista desde Grecia, lo único que la crisis griega tiene de “griega” es el nombre. Se trata de una situación en la que  inntervienen intereses estratégicos  mucho más allá de los Balcanes.  Actúa como una trampa para los principales
dirigentes de la Unión Europea. Si en efecto se trata de un rejuego geopolítico, las reacciones de Alemania y de sus aliados van a volverse contra ellos mismos y contra todos los europeos.
Referencia de la foto: De izquierda a derecha: Sentado, Wolfgang Schauble, actual ministro alemán de Finanzas, que anteriormente fue varias veces ministro del Interior. Son notorios sus alineamientos con Washington, su oposición a las alianzas con Moscú, su apoyo a la guerra contra Irak y al campo de prisioneros de Guantánamo. Al centro, Angela Merkel, canciller alemana. Ex responsable de propaganda en la desaparecida RDA, de la noche a la mañana se unió al gobierno de Helmut Kohl y la CIA aún la mantiene bajo vigilancia. En tercer plano, Otmar Issing, profesor de Economía. Simultáneamente consejero del banco Goldman Sachs y administrador del Banco Central Europeo, publicó en 2012 un libro a favor de la expulsión de los «PIIGS» (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España) de la Eurozona.
El ataque contra Grecia iniciado por fuerzas «geoeconómicas», del
capital financiero liberado de todo control, de un Imperio del Dinero, reviste a nivel mundial una gran importancia, que sobrepasa la dimensión de ese pequeño país. Es la primera de una serie de batallas que decidirán el futuro de los Estados, el del ideal de una Europa unida, independiente, social, la de nuestra democracia y nuestra civilización. La interrogante a la que hoy se trata de responder, en Grecia, es quién va a pagar la deuda acumulada de la economía mundial, incluyendo la del

salvamento –en 2008– de los bancos. 

¿La pagarán los pueblos de los países desarrollados, a costa de los derechos sociales conquistados en 3 siglos de lucha, ¿La pagarán otros países? ¿La pagaremos destruyendo el medio ambiente? ¿Prevalecerán los bancos ante los Estados o sucederá lo contrario? ¿Logrará Europa dominar nuevamente ese monstruo que es el capital financiero,  reinstaurando regulación de los flujos de capitales, en el marco de un proteccionismo razonable, contribuyendo a la construcción de un mundo multipolar, dando así un ejemplo de
envergadura mundial? ¿O bien, sucumbirá Europa en medio de conflictos internos, consolidando el papel dominante –aunque hoy vacilante– de EE. UU. y quizás mañana el de otras potencias, o quizás incluso de totalitarismos, a nivel mundial o regional?
Los gobiernos europeos y su Unión, que han dedicado sumas colosales al salvamento de los bancos, imponen a Grecia la adopción de medidas que implican la mayor regresión de toda la historia de ese
país, hundiéndola además en la mayor recesión que ese país haya conocido en varias décadas, privándola por tiempo indeterminado de toda perspectiva de crecimiento. Lo cual puede, además, hacer imposible el pago de su deuda, o sea corriendo el riesgo de convertir a Grecia en una especie de Lehman Brothers en la nueva fase de la crisis mundial iniciada en 2008.
Hemos llegado a un punto en que el Banco Central Europeo presta a
los bancos a una tasa de interés de 1% para que le presten a Grecia a tasas de 6 o 7%. Al mismo tiempo, los gobiernos europeos se niegan a aceptar la emisión de las euro-obligaciones que podrían ayudar a normalizar las tasas que paga el Estado griego. Hace 20 años, el primer acto de la Alemania recientemente reunificada, alcanzando su plena «mayoría estratégica», fue dar el tiro de gracia a la Yugoslavia multinacional y federal, imponiendo a sus socios el reconocimiento de las diferentes

Repúblicas que la componían. El resultado fue, en primer lugar, una serie de guerras que sembraron la ruina y la muerte en los Balcanes, pero sin resolver ninguno de sus problemas.

Otros resultados fueron la temprana muerte de la balbuceante política exterior y de defensa de la Unión Europea así como el solemne regreso de Estados Unidos a su papel de amo absoluto del sudeste europeo. Pero todo eso parecerá un simple delito en comparación con lo que puede pasar ahora por causa de la miopía de Berlín y de la manera dogmática, extremadamente egoísta, en que defiende las reglas de Maastricht, dispuesto –según parece– a sacrificar uno o varios de sus socios, incluso pertenecientes al «núcleo duro» de la Unión Europea, la Eurozona, hundiéndolos en el desastre económico y social. 

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