martes, 14 de julio de 2015

TRASFONDO DE LA NEGATIVA ALEMANA A DEUDA GRIEGA

¿POR QUÉ, EN CONTRA DEL SENTIDO COMÚN,
EN CONTRA DE LA PRÁCTICA DE BANQUEROS, 
SE RESISTEN A UN ALIVIO DE LA DEUDA?
...ES POR UNA LABERÍNTICA POLÍTICA EUROPEA.
  
Escribe 
YANIS VARUFAKIS (*) 
Fuente “The Guardian” 
Publica “Rebelión” 
Tradujo Sara Plaza.
13 de Julio 2015

 (*) YANIS VARUFAKIS- Economista, graduado en Universidad de Essex en 1987. Epecializado en Investigación estadística. Masters en Universidad de Birmingham, Departamento de Matemática. Maestría en Estadística Matemática. Catedrático. Politico. Fue Ministro de Finanzas de Grecia. Renunció despues del No en el Referendo, por razones de estrategia política, en la difícil negociación que en aquellos días estaba en proceso. (julio 2015)


La cumbre de la UE sellará el destino de Grecia y de la eurozona. Cuando escribo estas líneas, Euclides Tsakalotos, mi querido amigo, camarada y sucesor como ministro de Finanzas griego, se dirige a la reunión del Euro grupo. Si esta modesta propuesta se rechaza, como
ha anunciado el ministro de Finanzas alemán, la cumbre de la UE tendrá que decidir entre expulsar a Grecia de la eurozona o mantenerla un poco más, en un estado de creciente miseria, hasta que decida marcharse en un futuro próximo. 
La cuestión es: ¿Por qué se resiste el ministro de Finanzas alemán, Dr. Wolfang Schäuble, a una reestructuración de la deuda sensata, leve y mutuamente beneficiosa? El siguiente artículo de opinión, publicado el 10 de julio de 2015 en The Guardian, ofrece mi respuesta. El drama financiero griego lleva cinco años acaparando titulares por una razón: la obstinada negativa de nuestros acreedores a ofrecer un imprescindible alivio de la deuda. 

¿Por qué, en contra del sentido común, en contra del juicio del FMI y en contra de la práctica diaria de los banqueros ante deudores en una situación difícil, se resisten a una reestructuración de la deuda? La respuesta no está en la economía sino en las profundidades de la laberíntica política europea. En 2010 el Estado griego se volvió insolvente. Se presentaron dos opciones compatibles con la continuidad de Grecia como miembro de la zona euro: la sensata, que recomendaría cualquier banquero decente: reestructurar la deuda y reformar la economía; y la opción tóxica:
conceder nuevos préstamos a una entidad en bancarrota y aparentar su solvencia. 
La Europa oficial escogió la segunda opción, anteponiendo el rescate de los bancos franceses y alemanes expuestos a la deuda pública griega a la viabilidad socioeconómica de Grecia. Una reestructuración de la deuda habría supuesto pérdidas para los banqueros poseedores de deuda griega. Para evitar confesar a los parlamentos que los contribuyentes tendrían que pagar una vez más a los bancos mediante nuevos préstamos insostenibles, los funcionarios de la UE presentaron la insolvencia del Estado griego
como un problema de falta de liquidez, y justificaron el "rescate" como un caso de "solidaridad" con los griegos. 
Con el fin de plantear la cínica transferencia de las pérdidas privadas irrecuperables a los contribuyentes como algo que se hacía "por su propio bien", se impuso a Grecia una austeridad sin precedentes, que provocó que su ingreso nacional –con el que debían devolverse las viejas y las nuevas deudas– disminuyera en más de la cuarta parte. Bastan los conocimientos matemáticos de un chico listo de 8 años para darse cuenta de que este proceso no podía terminar
bien. 
Una vez completada la sórdida operación, Europa dispuso automáticamente de otra razón para negarse a discutir la reestructuración de la deuda: ¡ahora afectaría al bolsillo de los ciudadanos europeos! Y en consecuencia fueron administrándose dosis crecientes de austeridad mientras aumentaba la deuda, obligando a los acreedores a conceder más préstamos a cambio de más austeridad todavía.
Nuestro Gobierno fue elegido con el mandato de romper este círculo vicioso; de exigir la reestructuración de la deuda y de poner fin a la
catastrófica austeridad. Las negociaciones han alcanzado un punto muerto muy publicitado por una simple razón: nuestros acreedores continúan descartando cualquier reestructuración concreta de nuestra deuda impagable al tiempo que insisten en que la devuelvan "paramétricamente" los griegos más débiles, sus hijos y sus nietos. En mi primera semana como ministro de Finanzas recibí la vista de Jeroen Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo (los ministros de Finanzas de la eurozona), quien me planteó una dura disyuntiva: o aceptáis la "lógica" del rescate y renunciáis a cualquier exigencia de reestructuración de la deuda o vuestro acuerdo de préstamo "se estrellará", con la consecuencia implícita del cierre de los bancos griegos.    

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