miércoles, 15 de julio de 2015

AMÉRICA LATINA EN EL NUEVO ORDEN MUNDIAL

EN CUANTO A PARAGUAY Y URUGUAY 
VAN HACIA POLÍTICAS PRO EE. UU. 
EL PRIMERO REVIVE UNA VIEJA UNION, 
EL SEGUNDO  CON LA ALIANZA DEL PACÍFICO.
NADA CON MERCOSUR NI CON INTEGRACIÓN...  

Escribe 
RAÚL ZIBECHI (*) 
Columnista habitual en
 “La Jornada” de México 
Viernes 10 de Julio 2015.

(*) RAÚL ZIBECHI- (Uruguay 1952) Periodista, docente, investigador y escritor uruguayo. Analista internacional en Red Voltaire. Logró en 2003 Premio José Martí por sus crónicas sobre Argentina. Publica en “La Jornada” de Mexico y diversos medios alternativos en el continente y del exterior, incursiona en una visión panorámica sobre las luchas sociales en nuestra América. Tiene a su cargo la sección internacional de “Brecha” (Uruguay). Profesor en “Multiversidad Franciscana” de América Latina

Nación o región que no tenga proyecto estratégico, y mantenga el timón con firmeza en las peores tormentas geopolíticas, está
destinada a ser arrastrada por los vientos dominantes. América Latina está dejando pasar la oportunidad de romper con su papel de patio trasero del imperio, precisamente por carecer de ambas condiciones: proyecto y firmeza política. La región se encuentra dividida y los países que podrían enfocarse hacia nuevos rumbos están paralizados. En su conjunto, ha perdido peso en la arena internacional y en los principales foros.
El documento “Estrategia militar nacional de Estados Unidos 2015”
 enfocado a la contención de China y Rusia, menciona en varios pasajes todas las regiones del planeta, pero hace alusiones apenas laterales hacia América Latina y el Caribe. Lo que no quiere decir que el Pentágono no tenga una política hacia la región, sino que no vislumbra problemas mayores en su patio trasero.Estos días se suceden dos reuniones en Ufá, en los Urales del sur: la cumbre de los países BRICS y de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS). Para el periódico chino Global Times.
Refleja un cambio profundo en la situación euroasiática con capacidad
para influir en todo el mundo, a través de mecanismos potentes como el Banco de Desarrollo BRICS, el Cinturón Económico de la Ruta de la Seda y el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura. En ambas cumbres el papel de la región latinoamericana es también marginal. Ni América Latina está presente en la coyuntura internacional, ni los grandes poderes globales, los tradicionales o los emergentes, la toman en cuenta como actor global.  
Importa la parálisis de Brasil, por la crisis económica y crisis política.
La potente ofensiva del sector financiero, la derecha y las clases medias contra el PT y el gobierno de Dilma Rousseff, sumada a la corrupción en la estatal Petrobras, los colocaron a la defensiva y no es fácil que puedan retomar la iniciativa.(….) El papel que tuvo Brasil como líder regional, con fuertes inversiones en infraestructura, tiende a ser sustituido por la creciente presencia de China. La crisis de Venezuela, en particular la económica, seguida de la crisis de liderazgo, que le impide seguir siendo un referente en la región. Las elecciones parlamentarias de diciembre pueden agravar las crisis que

atraviesa el país. El fin del ciclo kirch­nerista en Argentina, cuya sucesión puede ser resuelta en las próximas elecciones de octubre, pero aun así será difícil que recupere la pujanza que mostró hasta ahora. La alianza estratégica Brasil-Argentina-Venezuela conforma la masa crítica capaz de conducir al conjunto de la región en una dirección más independiente de Washington.  El cambio del ciclo económico con la baja de precios de las commodities complica al
Mercosur en la necesidad de transitar hacia otro modelo productivo, que hasta ahora no se está registrando en ninguno de ellos.
El acercamiento de Paraguay y Uruguay hacia las políticas promovidas por Washington. El primero está reviviendo una vieja alianza con fuerte impronta militar, mientras el segundo quiere integrarse en la Alianza del Pacífico. En ambos casos se registra un viraje negativo respecto al
Mercosur y la integración regional. Otra cuestión se relaciona con las dificultades que atraviesa la Unasur, que le impiden jugar un papel activo en la resolución de los conflictos, así como en el desarrollo de algunos procesos de integración que lucen paralizados.
El Banco del Sur, las obras de infraestructura y los proyectos del Consejo de Defensa Suramericano están estancados o avanzan con demasiada lentitud en relación con la aceleración geopolítica que vive el mundo. Cabe  destacar la falta de debates estratégicos en la región, que afecta a los institutos especializados, las academias, los partidos
de izquierda y progresistas, y también a los movimientos sociales. Las urgencias del momento han relegado los temas de fondo, que incluyen desde la inserción de cada país y la región en un mundo que cambia, hasta los diversos proyectos nacionales.

Se ha perdido una década, en gran medida por el facilismo de seguir detrás de los altos precios de las materias primas, que actuaron como narcóticos paralizando la voluntad de transformaciones estructurales. Los movimientos son parte del problema. Desaparecidos los foros sociales como espacios de encuentro y debate, el vacío está siendo llenado por el Vaticano. Nada bueno puede salir de la carencia de proyectos estratégicos.   

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