POSDATA 1963
(Después de las elecciones de 1962)
Escribe Mario Benedetti
De “El país de la cola de paja”
Edición ARCA 1960.
La octava edición fue en 1970.
Yo estoy tan confundido y desalentado como seguramente estarán ustedes, pero evidentemente algo hay que aprender de esta lección. O la izquierda se decide a crear sacrificadamente y desde abajo las condiciones ideales para una auténtica Revolución, o se resigna al planteo electoral y revisa concienzudamente su estrategia.
(Después de las elecciones de 1962)
Escribe Mario Benedetti
De “El país de la cola de paja”
Edición ARCA 1960.
La octava edición fue en 1970.
Yo estoy tan confundido y desalentado como seguramente estarán ustedes, pero evidentemente algo hay que aprender de esta lección. O la izquierda se decide a crear sacrificadamente y desde abajo las condiciones ideales para una auténtica Revolución, o se resigna al planteo electoral y revisa concienzudamente su estrategia.
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En cualquiera de los casos, parece imprescindible formar una conciencia política en el pueblo, una conciencia de la que actualmente carece. ¿Cómo formarla? La respuesta parece obvia: educándolo políticamente. Pero sucede que la educación política lleva años y años, y nosotros, aunque el pueblo aparentemente no sepa siquiera admitirlo, estamos convencidos de que ese pueblo precisa urgentemente justicia social.
En cualquiera de los casos, parece imprescindible formar una conciencia política en el pueblo, una conciencia de la que actualmente carece. ¿Cómo formarla? La respuesta parece obvia: educándolo políticamente. Pero sucede que la educación política lleva años y años, y nosotros, aunque el pueblo aparentemente no sepa siquiera admitirlo, estamos convencidos de que ese pueblo precisa urgentemente justicia social.
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Lo más fácil sería darles la espalda, encogernos de hombros y dejar que se arreglen, que sigan votando a la UBD. Curiosamente, cuando los intelectuales reclamamos justicia social, la urgencia del reclamo no tiene tanto que ver con nosotros (que generalmente tenemos aceptables medios de vida) sino con las clases más pobres, que extrañamente, son las que, con su voto rechazan esta justicia social, o por lo menos postergan su advenimiento. Así que la fórmula es educar, pero con urgencia. El problema es como hacerlo.
Lo más fácil sería darles la espalda, encogernos de hombros y dejar que se arreglen, que sigan votando a la UBD. Curiosamente, cuando los intelectuales reclamamos justicia social, la urgencia del reclamo no tiene tanto que ver con nosotros (que generalmente tenemos aceptables medios de vida) sino con las clases más pobres, que extrañamente, son las que, con su voto rechazan esta justicia social, o por lo menos postergan su advenimiento. Así que la fórmula es educar, pero con urgencia. El problema es como hacerlo.
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También en esto se pueden extraer lecciones prácticas de los métodos que usan la derecha y los partidos tradicionales. Su arma más eficaz es sin duda la propaganda. La propaganda es lo que permite decorar con democracia su voracidad capitalista, su sumisión a Estados Unidos, su desprecio por las clases populares, etc.
También en esto se pueden extraer lecciones prácticas de los métodos que usan la derecha y los partidos tradicionales. Su arma más eficaz es sin duda la propaganda. La propaganda es lo que permite decorar con democracia su voracidad capitalista, su sumisión a Estados Unidos, su desprecio por las clases populares, etc.
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La propaganda no solo aparece en avisos propiamente dichos o en lemas políticos; la propaganda viene también envasada en editoriales, en cadenas ANDEBU, en telesonrisas. La propaganda esta indirectamente presente en el enorme espacio que los diarios dedican al fútbol y a las carreras, anesteciantes ideales del resquemor político. La propaganda no siempre es ruidosa; también está en la omisión, en los silencios.
La propaganda no solo aparece en avisos propiamente dichos o en lemas políticos; la propaganda viene también envasada en editoriales, en cadenas ANDEBU, en telesonrisas. La propaganda esta indirectamente presente en el enorme espacio que los diarios dedican al fútbol y a las carreras, anesteciantes ideales del resquemor político. La propaganda no siempre es ruidosa; también está en la omisión, en los silencios.
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La izquierda no ha sabido hasta ahora aprender esa lección. Comprendo que la propaganda –considerada en su acepción común– es costosísima y un partido como el socialista, por ejemplo, no tiene dinero suficiente como para mantenerla vigente y dinámica. Pero hay una posibilidad que si tiene la izquierda y es la de formular nuevos elementos de propaganda, la de crear verdaderamente un nuevo lenguaje propagandístico.
La izquierda no ha sabido hasta ahora aprender esa lección. Comprendo que la propaganda –considerada en su acepción común– es costosísima y un partido como el socialista, por ejemplo, no tiene dinero suficiente como para mantenerla vigente y dinámica. Pero hay una posibilidad que si tiene la izquierda y es la de formular nuevos elementos de propaganda, la de crear verdaderamente un nuevo lenguaje propagandístico.
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(...) Para llevar a cabo su propaganda y lograr que esta cumpla su función, la izquierda debe sustituir los dólares que no tiene por la imaginación creadora que si puede tener. Estoy convencido de que algunas caricaturas de Peloduro fueron más eficaces, certeras y recordadas, que varios de los discursos pronunciados en los actos políticos de izquierda.
(...) Para llevar a cabo su propaganda y lograr que esta cumpla su función, la izquierda debe sustituir los dólares que no tiene por la imaginación creadora que si puede tener. Estoy convencido de que algunas caricaturas de Peloduro fueron más eficaces, certeras y recordadas, que varios de los discursos pronunciados en los actos políticos de izquierda.
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(...) El uruguayo tiene un sentido del ridículo que a veces le da cierta lucidez especial para ver un hecho o hacer un diagnóstico. Pues bien: la izquierda debería explotar propagandisticamente esa tendencia, haciéndola jugar a su favor, o sea poniendo en ridículo las contradicciones, los falsos énfasis, los apetitos, las inercias, que todos los días aparecen en el bando contrario.
N. DE R. SACADO DE CONTEXTO DE UNA CONFERENCIA QUE EL 9 DE MAYO DE 1963, BENEDETTI PRONUNCIO EN EL LOCAL DE UN PARTIDO POLÍTICO.
(...) El uruguayo tiene un sentido del ridículo que a veces le da cierta lucidez especial para ver un hecho o hacer un diagnóstico. Pues bien: la izquierda debería explotar propagandisticamente esa tendencia, haciéndola jugar a su favor, o sea poniendo en ridículo las contradicciones, los falsos énfasis, los apetitos, las inercias, que todos los días aparecen en el bando contrario.
N. DE R. SACADO DE CONTEXTO DE UNA CONFERENCIA QUE EL 9 DE MAYO DE 1963, BENEDETTI PRONUNCIO EN EL LOCAL DE UN PARTIDO POLÍTICO.
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