domingo, 18 de enero de 2009

MARIO OPINA DE LOS URUGUAYOS...

EL RECURSO
DE LA CHACOTA
(Parte 2)
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Escribe Mario Benedetti
De “El país de la
cola de paja”
Edición ARCA 1960.
La octava edición
fue en 1970.
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Pero ¿y el humorismo? En rigor, hace dos párrafos que está esperando el momento oportuno para introducirse en la argumentación. Porque la modesta teoría que aquí se quiere revelar , es que el humorismo resulta el gran nivelador psicológico del uruguayo, el único factor que –tan inconscientemente como se quiera– le permita recuperar su equilibrio y también disculparse, siquiera en forma parcial, frente a su conciencia.
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Es evidente que el uruguayo opina que aquí se gobierna mal. Puede confirmarlo el lector, interrogando al azar a un taximetrista o a su verdulero, a su tía política o al cobrador de impuestos, al compañero de oficina o al yerno del edil. Sin embargo ese mismo uruguayo incurre cada cuatro años en la antilogía de votar otra vez a los mismos hombres y a los mismos procedimientos. Colorados o blancos, poco importa. Nunca se da el batacazo de que un partido menor amenace la posición de los tradicionales.
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Es ahí donde aparece el humorismo y su misión reguladora. El ciudadano – promedio lee y escucha bromas a costa del gobierno; las festeja, claro,y, Copn nuevos adornos y variantes, las hace circular. Hay chistes, de rigurosa invención personal, que circulan como anécdotas, y también anécdotas que, convenientemente deformadas, infladas, condimentadas, ingresan para siempre en los anales del chiste metropolitano. El chiste pasa a ser una especie de desquite, una revancha, más que contra el gobernante, contra la propia debilidad del difusor; algo así como una afirmación –por otra parte inocua– de sus convicciones, un cómodo testimonio retroactivo de que no ha caído en la trampa, de que aun es alguien.
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En definitiva, se contenta con bien poco, ya que en este país, donde es posible hacer (oral o gráfica o editorialmente) la broma más certera acerca de un Ministro o de un Consejero sin que su futuro se pueble enseguida de campos de concentración. Apelar al humorismo como única señal de ionconformismo o de rebeldía no representa una increíble hazaña sino más bien una muy verosímil cobardía.
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(...) Desde el punto de vista del creador de humorismo el problema sufre algunas variuantes. En primer término, es evidente que existe mayor responsabilidad en escribir una broma que en transmitiurla oralmente. No importa que aparezca firmnada con seudónimo. En nuestro ambiente casi pueblerino, no hay seudónimo que esconda por más de una quincena al verdadero nombre del autor.
(ESTE TEMA prosigue en su parte 3)

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