lunes, 26 de enero de 2009

...RIO DE LOS PAJAROS PINTADOS...

ANIBAL SAMPAYO:
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MIS CANCIONES

SON MÚSICA
DE PUEBLO...
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Luchador social y músico de referencia del folclore latino americano, Sampayo padeció cárcel y el exilio. Falleció el 10 de Mayo de 2007. Lo que sigue es parte, sacada de contexto de una extensa conversación que Carlos Caillabet (deRel UITA) mantuvo con el “poeta del río de los pájaros” en el verano de 2001 en la ciudad de Paysandú.
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Cuente de su familia, de su infancia en el litoral uruguayo. De su inicio como músico, de esos viajes que recuerda brevemente durante sus conciertos. ¿Nació en Paysandú?
-Sí señor, yo nací en Paysandú, en el año de 1926. Mi infancia transcurrió en los campos de la estancia Los Álamos, cerca de acá. Después me mandaron a la Escuela Industrial donde aprendí el oficio de tornero. Cuando cumplí 16 años entré a trabajar en los talleres del Ferrocarril Midland de los ingleses, pero duré poco. Me peleé con los gringos. No quiero a esos patrones, le dije a mi padre y él me metió a trabajar en otro taller con otro patrón que también resultó un déspota, así que me despeoné y me volví al campo.

Me fui a la estancia El Cardo, cerca de Young. Allí hacía de todo un poco, pero, eso sí, sin patrón. Mi tío estaba de capataz y puestero y me dejaba hacer, pero allí también duré poco. Cosa de un año y medio. A los 18 años ya tenía la música adentro así que agarré mis cositas y me largué al Paraguay.
Andaba por esos caminos de un Paraguay muy pobrecito. Me subía a los trenes o a los camiones que llevaban los peones a los obrajes En esas vueltas cantábamos por ahí. Recuerdo que nos presentamos en un hotel en Manaos para gente muy rica que hacía safaris a la selva.

Volvimos a Paraguay por un tiempito y después nos fuimos a Montevideo. Teníamos un conjunto (Miscelánea Criolla) de ocho integrantes con dos arpas y en los carnavales sacamos el primer premio. Trabajé en la radio El Espectador hasta que en 1956 me fui a grabar a Buenos Aires en los sellos Odeón y Pampa y tres años después pasé a Microfón donde estaban casi todos los artistas folclóricos de la época. En 1958 me casé y me radiqué en Paysandú, en esta misma casa. Entre 1960 y 1963 grabaron mis canciones Jorge Cafrune y Mercedes Sosa. Ya había como treinta grabaciones de “Río de los Pájaros” entonces agarré unos pesos por derecho de autor que me permitieron seguir componiendo.
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¿Desde cuando se define de izquierda?
-Me fui haciendo, pero yo no entré a la política por los libros. Entré por la vida misma. En mis canciones están los que viven al lado del río, los hacheros, el paisaje del hombre del litoral abandonado, solo con su frío y su hambre sobreviviendo en benditos o cayampas. Me dolía América Latina y llevé ese dolor a la música. Sobre todo después de estar con los mensú en los yerbatales y ver como los reventaban en la selva. En esos viajes recogí material para hacer lo que debería hacer cualquier cantor o compositor: cantar a su tierra y a su gente. Cuando en Uruguay surge el Frente Amplio –en 1971– canté en casi todo el país en sus actos. Había mucho lío con las bandas fascistas y a nosotros nos tenían marcados, pero nuestra custodia era la gente

Conocí a Raúl Sendic, lo admiré, lo seguí y luego vino la cárcel donde pasé casi nueve años. Para mí fue como una escuela. Después de andar tanto, en la cárcel ordené mis ideas y leí mucho. Al principio no nos daban ni lápiz ni papel, pero cuando nos lo dieron escribí la cantata a Leandro Gómez* que fue un artiguista. Y yo soy un artiguista. Cuando fui al Paraguay lo primero que hice fue ir a conocer el sitio donde murió Artigas.
Cuando me soltaron estuve un mes o dos en Paysandú hasta que crucé para el Brasil por el Chuy con mi compañera y mi hijo que tenía doce años. Debía presentarme al cuartel a cada rato entonces decidí irme.
Me contacté con funcionarios de la embajada sueca. Les mostré los diarios para que vieran que nos corrían. Ahora ya llevo 20 años yendo y viniendo de Suecia. Me voy en el invierno uruguayo a ver a mi familia. Allá están mis hijos y mis nietos.
Suecia fue la puerta de la libertad porque en Brasil no estábamos seguros y teníamos que vivir medio escondidos. El exilio no es ni blando ni duro es exilio nomás. Suecia nos recibió con mucha calidez y nos lo hicieron todo muy llevadero. Pero a mí me salvó que esté donde esté llevo a mi país adentro. Sí señor, donde vaya me llevo el monte, el río, entonces puedo escribir en cualquier lado.

No me arrepiento de nada. Yo caí preso con más de cuarenta años. Era un hombre, no un chiquilín y sabía lo que hacía. Soy un luchador social con guitarra. Hay miseria en mi país y eso me duele. Cuando regreso de Europa voy a ver mi compañero río y allí está el pobrecito, contaminado, triste. He escrito sobre mi río y su gente que sufre porque ya no puede sacar su sustento de él.
Hay que diferenciar. Mis canciones son, primero y antes que nada, música de pueblo. Una cosa es la canción popular y otra es la canción de pueblo y esto conviene tenerlo claro ahora que hacen popular a cualquiera. Música popular es la que se escucha mucho. Hay cantores que son populares porque el pueblo los conoce como a Palito Ortega, pero no dejan nada profundo, entonces no son de pueblo. La canción folclórica debe tener sus raíces bien hundidas en el pueblo aunque no sea popular.

En sus temas ¿puede haber un modelo tomado de otros artistas?
-No. Como modelo tengo el mío. He sido un creador de mi forma con las canciones del litoral. Lo mío siempre ha tenido que ver con el hombre litoraleño en su entorno. Este canto abrió cancha y Cafrune fue un gran impulsor de mis canciones. Al principio –aunque estaba en dos radios de Uruguay (El Espectador y Carve)– se me conocía poco, pero después otros cantores vistieron mis temas con sus ropajes. Estoy muy agradecido a canciones como “Ki chororó”, “Río de los pájaros”, “Cautiva del río” y El río no sólo eso” que cuenta de un turista que se arrima al río y lo ve muy lindo y conversa con un pescador, don Argueyo, quien le dice “por qué no preguntan que me trajo aquí/ por qué ando en el agua como un surubí/ por qué me quitaron la tierra y después crecieron los campos de un mister inglés”. Mucha gente viene de turismo a ver el paisaje y no se da cuenta que adentro de aquel lindo ranchito blanco que se ve está la miseria, la vinchuca asesina, el mal de Chagas por la mugre, por la falta de sanidad.

¿Qué hace con sus días?
-Me voy de pesca con mis amigos. No soy un gran pescador pero me gusta. Hago giras. Camino hasta dos horas por día. Y caminando creo esas coplitas que después hay que pulir mucho, redondearlas bien redonditas. Una cuarteta, de entrada, puede parecer linda, pero siento que le falta una palabra, entonces camino y camino hasta que la encuentro. Ahora toco la guitarra muy poco; tengo los dedos medio chuecos de cosas que han pasado y del reuma que avanza con el tiempo.


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