EL ALIMENTO
DEL CEREBRO
Escribe
GONZALO
CANAL RAMÍREZ (*)
Tratábamos en la nota anterior del cerebro y del control mental, que no es nuevo en el mundo, aunque en nuestro occidente puede ser relativamente reciente. Y ni siquiera tanto, porque la fe que transporta las montañas es tan antigua como el Cristo del Evangelio, y aun más, como los prodigios de la Biblia. E igualmente antiguo es el escepticismo que en nada cree. El profeta Daniel, ileso en la cueva de los leones hambrientos, seguramente ejerció un control mental en sí mismo y en las fieras circundantes.
DEL CEREBRO
Escribe
GONZALO
CANAL RAMÍREZ (*)
Tratábamos en la nota anterior del cerebro y del control mental, que no es nuevo en el mundo, aunque en nuestro occidente puede ser relativamente reciente. Y ni siquiera tanto, porque la fe que transporta las montañas es tan antigua como el Cristo del Evangelio, y aun más, como los prodigios de la Biblia. E igualmente antiguo es el escepticismo que en nada cree. El profeta Daniel, ileso en la cueva de los leones hambrientos, seguramente ejerció un control mental en sí mismo y en las fieras circundantes.
Dos mil años después, ¿Qué era lo que hacía Francisco de Asís con el feroz lobo de Gubio? Desde antes de la Biblia, algunas religiones y filosofías del Lejano Oriente fundaban ya sus métodos sobre el control mental. Y aun están los fakires durmiendo sin espinarse, sobre un lecho de púas y los campeones que se encierran semanas enteras con serpientes venenosas, sin ser tocados, porque su control mental les permite inmovilidad total.
Para el anciano, el método del control mental es importante, si se le toma seriamente, en la preparación y la disciplina necesaria, sin hipérbole y sin milagrería. El cerebro, por ser rector y ordenador de los demás miembros, participa de la salud o enfermedad general del organismo. El estado de sus componentes le afecta directa o indirectamente. La buena dieta lo beneficia. Pero ¿hay una dieta especial para el cerebro? Inés de Salgar en el Vespertino de Bogotá refiriéndose a la erosión cerebral causada por la muerte diaria de las irreparables células cerebrales, escribe: “...La única manera de contrarrestar y retrasar este proceso del cerebro es alimentarlo correctamente”
“La comida del cerebro es muy simple: glucosa, oxigeno y humedad. Estos tres nutrientes cerebrales han de estar presente de manera óptima y racional y o faltar ni un solo momento, así estemos despiertos o dormidos, trabajando o vagando. Como los alimentos del cerebro no son regeneradores sino mantenedores, hay que tener en cuenta que actúen en el organismo en forma que los residuos nocivos que se acumulan en las células sea fácilmente eliminados por medio de la orina, las heces, el sudor y la respiración.
De no eliminarse fácilmente esos residuos nocivos, precipitan más rápidamente la muerte de las células y las que quedan con vida y las que quedan con vida resultan sin el vigor de los primeros años y fuertemente alteradas. Esto da lugar a que los nervios se exciten, especialmente en la mujer, y a que en los hombres se inflame la próstata y funcione mal.
Uno de los mejores alimentos mantenedores de las células cerebrales son las frutas cítricas, por los azucares naturales que proporcionan y la abundancia de jugo diurético “limpiador” que a través del ácido ascórbico (vitamina C) que contiene óxido, destruye y elimina los materiales tóxicos acumulados en la célula y en esa forma impide que los nervios y los canales urinarios funcionen mal.
Hay otros alimentos mantenedores, como la cebolla y el ajo, que aportan compuestos sulfurados. Esa es la razón para que la humanidad los haya acogido como alimentos indispensables en la cocina, aunque por muchos años esto se ha realizado de manera empírica y sin conocer la verdadera función de esos alimentos en las células. El aceite de oliva y la manzana son asimismo, por su excepcional composición biológica y bioquímica, alimentos mantenedores de la vitalidad del cuerpo y de la mente.
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(*) Gonzalo Canal Ramírez, es un reconocido especialista en temas de la Tercera Edad. De origen colombiano, esta radicado en España. Estos textos son del libro “ENVEJECER NO ES DETERIORARSE” que ha merecido innumerables ediciones y traducciones desde 1980, año de su aparición en España.
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