jueves, 20 de agosto de 2009

APENAS HACE CUARENTA AÑOS...



LOS
RECUERDOS
SE PARECEN
MAS ALLA DE
GEOGRAFIAS....

Del Blog:
DESDE MI LIBERTAD
Carmen Coello
http://carmencoello.blogspot.com/

Era casi una niña cuando la “tele” era en blanco y negro; aquellos aparatos reunían a familia y vecinos en torno a él.

Desde hacía varios días los telediarios anunciaban que el hombre iba a llegar a La Luna, pero en nuestra ignorancia juvenil no le dábamos un excesivo valor a ese hecho, en realidad era como una anécdota, siempre partiendo de la base de lo poco informados que -en plena dictadura- estábamos de los acontecimientos mundiales y la malsana costumbre de aceptarlo como algo normal.

Aquel día, mi padre llegó del trabajo diciendo que aquella noche no nos lo podíamos perder, era un acontecimiento sin precedentes, el más importante de la historia de la humanidad.

Como ya eran vacaciones de verano y no todos los del barrio tenían televisión en casa nos reunimos muchos a ver algo que tampoco se vio de maravilla. El mito ha ido creciendo con el tiempo pero a nosotros nos pareció muy raro, una especie de muñeco que bajaba unas escaleras, algo borroso y con movimientos extraños.

Sí que recuerdo, que junto a mi casa el vecino ya mayor, no quiso venir porque decía que eso eran mentiras de los americanos; escépticos aún quedan como él por la faz del planeta.

El llamado Mar de La Tranquilidad te recordaba un poco al paisaje del Teide; ver a Armstrong y Aldrin paseando por la superficie te fascinaba y te producía un poco de incredulidad. Ni siquiera tenías la percepción de que era la primera vez que se retransmitía vía satélite un acontecimiento semejante y que millones de personas en el mundo hacían lo mismo que tú, estar frente al televisor y no dar crédito.

En la España de la época eran muy pocos los que conocían la existencia de científicos que habían sido entrenados por la NASA y que su trabajo se convertiría en crucial para el apoyo al viaje de ida y vuelta del Apolo XI.

Hoy conocemos a aquellos hombres que aún recuerdan con emoción cómo desde Robledo de Chavela, Fresnedillas y Maspalomas hicieron un trabajo preciso, minucioso de control del vuelo y de las constantes vitales de los tres astronautas.

Pasaron auténticos momentos de pánico que hemos conocido con el tiempo e incluso el miedo a un imposible regreso con unos motores en precario y con falta de combustible.

En plena guerra fría con la URSS esta hazaña reafirmaba el poder del Pueblo Americano sobre el resto de los mortales.

Transcurridos los días, las noticias estaban relacionadas con: las piedras que habían traído, la situación emocional de los astronautas y poco más.

Las misiones Apolo continuaron produciéndose, pero ya sin el poder mediático del Apolo XI. Así en el 72 se acabó el programa con el Apolo XVII con el éxito esperado pero sin perspectivas de futuro puesto que los altos costes y la poca rentabilidad de las misiones hicieron que se suspendieran y crearan hasta nuestros días el bulo de que se lo inventaron, que jamás se ha pisado el satélite de La Tierra y que todo estaba basado en un ensalzamiento del poder de EEUU. Solo en el 95 conocimos algo mejor las misiones Apolo a través de oscarizada película Apolo XIII que nos transportó, con su magnífica hechura y su banda sonora de James Horner para la historia, a los problemas del único viaje fallido del programa.

No teníamos ni la menor idea de que en ese 20 de julio de 1969 empezaba una nueva era, la era de la tecnología imparable hasta la actualidad y más.

En este momento, un adiós a Walter Cronkite el mejor periodista de Estados Unidos en aquellos años y los venideros, que contó en sus memorias que “con lo que él hablaba se había quedado sin palabras cuando Armstrong pisó La Luna”.

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