martes, 4 de agosto de 2009

de "EL CUADERNO DE SARAMAGO"



GABO

Escribe
JOSE SARAMAGO (*)

Publicado
3 de AGOSTO 2009
El Blog de la Fundación José Saramago
http://cuaderno.josesaramago.org/

Los escritores se dividen (imaginando que aceptaran ser divididos…) en dos grupos: el más reducido, de aquellos que fueron capaces de abrirle a la literatura nuevos caminos, el más numeroso, el de los que van detrás y se sirven de esos caminos para su propio viaje. Es así desde el principio del planeta y la (legítima?) vanidad de los autores nada puede contra las claridades de la evidencia.
Gabriel García Márquez usó su ingenio para abrir y consolidar la vía del después mal llamado “realismo mágico” por donde avanzaron más tarde multitudes de seguidores y, como siempre sucede, los detractores de turno. El primer libro suyo que me llegó a las manos fue Cien años de soledad y el choque que me causó fue tal que tuve que parar de leer al cabo de cincuenta páginas.
Necesitaba poner algún orden en mi cabeza, alguna disciplina en el corazón, y, sobre todo, aprender a manejar la brújula con la que tenía la esperanza de orientarme en las veredas del mundo nuevo que se presentaba ante mis ojos. En mi vida de lector han sido poquísimas las ocasiones en que se ha producido una experiencia como ésta. Si la palabra traumatismo pudiese tener un significado positivo, de buen grado la aplicaría al caso. Pero, ya que ha sido escrita, aquí la dejo. Espero que se entienda.
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PATIO DEL PANADERO

Publicado el
4 de AGOSTO de 2009-08-04
El Blog de la Fundación José Saramago

http://cuaderno.josesaramago.org/

Creo que fueron doce años el tiempo que viví en la Peña de Francia, primero en la Calle del Padre Sena Freitas, después en la Calle Carlos Ribeiro. Durante muchos más, hasta que murió mi madre, el barrio era para mí una prolongación constante de todos los otros lugares por donde después pasé. De él tengo recuerdos que permanecen vivos hasta hoy. Entonces todavía el Valle Oscuro hacía honor a su nombre, era un espacio de aventura y descubrimiento para los muchachos, un resto de naturaleza que las primeras construcciones ya comenzaban a amenazar, pero donde era posible saborear el gusto ácido de las acederas y los tubérculos dulzones de las raíces de una planta cuyo nombre nunca llegué a conocer.

Y era también el campo de batalla de homéricas luchas… Y estaba el Patio del Panadero (que no pertenecía a la Peña de Francia, sino al Alto de S. Juan…), donde la gente “normal” no se atrevía a entrar y que, según se decía, la propia policía evitaba, haciendo vista gorda a los supuestos o auténticos comportamientos ilícitos de sus habitantes. Lo más seguro es que tanta desconfianza y temor fueran también causados por el enclaustramiento de aquel pequeño mundo que vivía segregado del resto del barrio y cuyas palabras, gestos y actitudes chocaban con la pacata rutina de la gente asustadiza que pasaba de largo.

Un día, de la noche a la mañana, el Patio del Panadero desapareció, tal vez arrasado por el martillo municipal, o más probablemente por las escavadoras de las empresas constructoras, y en su lugar se levantaron edificios sin imaginación, copiados unos de los otros y que en pocos años envejecieron. El Patio del Panadero, al menos, tenía su originalidad, su fisionomía propia, aunque sucia y maloliente. Se yo pudiese, si tuviese el valor de compartir la vida de aquellas personas para informarme, me gustaría reconstituir la vida del Patio del Panadero. Penas perdidas serían.

La gente que vivía allí se dispersó, sus descendientes, si se les mejoró la vida, olvidaron o no querrían recordar la dura existencia de los que vivieron antes. En la memoria de la Peña de Francia (o del Alto de S. Juan) no se guardó un espacio para el Patio del Panadero. Hay personas que nacieron y vivieron sin suerte. De ellas no quedó siquiera la piedra del quicio de la puerta. Murieron y pasaron.
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(*) JOSÉ DE SOUSA SARAMAGO (Azinhaga, Portugal, 16 de noviembre de 1922) es un escritor, periodista y dramaturgo portugués. En 1998 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura. Recibió doctorados honoris causa por las Universidades de Turín, Sevilla, Manchester, Castilla-La Mancha y Brasilia, Ha logrado compaginar viajes y labor literaria con su amor a Lisboa y estancias en Lanzarote, donde lleva adelante su búsqueda artística de aquello que la historia no recoge. Algo que señala con justificada reiteración en “EL CUADERNO DE SARAMAGO”, verdadera autobiografía espiritual donde Saramago subraya las líneas maestras que guían su escritura. Es uno de los novelistas actuales más importantes de la literatura contemporánea

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