ENTRENAMIENTO
CARDIOVASCULAR
EN LA VEJEZ
Publicado: 6 de Agosto
“El Periódico” de Catalunya
La Tercera Edad comienza entre los 60 y 65 años, en ella se producen cambios físicos debidos, entre otras causas, al desgaste propio de las células y a cambios emocionales durante toda la vida. Adaptarnos a esos cambios requiere mucha voluntad y la incorporación de actividades cotidianas que tal vez en etapas anteriores eran consideradas como de menor importancia.
Alimentarse de manera adecuada es la primera condición para resguardar la salud en todo momento, tanto la obesidad como la mala nutrición causan con frecuencia la muerte de muchas personas en el mundo.
Por otra parte, mantenerse en movimiento es la segunda norma a tener en cuenta, al mismo tiempo que el excesivo reposo puede debilitar los músculos y hacer más lenta la circulación sanguínea. La actividad física es importante durante toda la vida, no sólo los adultos mayores necesitan realizar un programa de entrenamiento apropiado a su condición corporal y edad; los beneficios de hacerlo van desde el control del peso, incremento de flexibilidad articular, mejora del tono muscular, hasta combatir al estrés; pero la resistencia cardiovascular es quizá una de las ventajas más importantes del entrenamiento.
Cuando realizamos actividades aeróbicas de cierta intensidad durante más de dos minutos, nuestros músculos requieren un importante aumento del aporte de oxígeno, y obligan a quien las realiza con regularidad a elevar su resistencia cardiovascular. Esta consiste en la capacidad continuada de la sangre para llevar el oxígeno a las células, suponiendo la eficiencia del corazón y los vasos sanguíneos para bombear y transportar el suficiente volumen de sangre a cada parte del cuerpo, en especial a los músculos más activos durante el esfuerzo. Pero supone también la capacidad de los tejidos, y de cada una de sus células, de procesar ese aporte de oxígeno y eliminar los residuos que provoca el proceso.
Llegada cierta edad, y sobre todo cuando se ha llevado una vida sedentaria y la alimentación no ha tenido en cuenta el debido balance de lípidos, esta capacidad puede descender poniéndonos en peligro de accidentes vasculares.
Como otros, el músculo cardíaco es capaz de desarrollar resistencia cuando lo enfrentamos al esfuerzo. Si logra funcionar eficazmente durante un tiempo prolongado bajo exigencias superiores a las normales, no tendrá luego mayores problemas para acompañarnos con su bombeo en nuestra vida cotidiana, mucho más relajada. Pero tampoco se verá sorprendido ante situaciones que requieran de su rápida reacción.
Sin embargo, el corazón no es capaz de hacer funcionar el sistema cuando no está acompañado por vasos sanguíneos sanos. El esfuerzo cardiovascular mantiene en buena forma el tejido de estos vasos, lo hace resistente y flexible, y la sangre puede ser transportada a través de ellos con menor esfuerzo. Dependiendo del estilo de vida y cuidado personal y social que los ancianos hayan experimentado durante su existencia, un gran porcentaje de ellos podrá disfrutar de buena salud en esta etapa. La ejercitación física es uno de los pilares sobre los que se funda una mejor calidad en el último tramo de la vida, que no tiene por qué estar signado por la enfermedad.
Para el equilibrio, la autonomía en las actividades cotidianas y la prevención de caídas, es importante fortalecer los músculos abdominales y espinales; por otra parte las actividades aeróbicas ayudan a quemar grasas y controlar el peso, pero no es lo más indicado para las personas de cierta edad que necesitan acondicionar su cuerpo para transitar hacia una tercera edad con la mayor calidad de vida posible. Para promover la salud cardiovascular no es necesario acudir a un gimnasio para realizar una actividad física adecuada, una caminata diaria de al menos unos 30 minutos ayuda notablemente a controlar la presión arterial y los problemas de corazón.
Considerando que las actividades más recomendadas para la tercera edad son aquellas que, siendo en grupo, permiten una intensidad individual para cada persona que lo practica y que no tengan un excesivo contacto entre los practicantes por el riesgo de lesiones, encontramos que los aeróbicos diseñados para ancianos, los paseos en bicicleta, natación para la tercera edad, las caminatas, las actividades de jardinería, los ejercicios de estiramientos y flexiones son solo algunas de las actividades recomendadas que se pueden introducir en tu vida diaria para resguardar la salud cardiovascular. En España y otros países están en funcionamiento muchos programas de actividad física dirigida a las personas adultas mayores, que ponen énfasis no sólo en los problemas de índole circulatoria, sino también en los musculares y óseos. Participar activamente en ellos es una excelente opción para mantenernos ágiles y saludables durante la vejez, además de permitirnos socializar con nuestros pares.
CARDIOVASCULAR
EN LA VEJEZ
Publicado: 6 de Agosto
“El Periódico” de Catalunya
La Tercera Edad comienza entre los 60 y 65 años, en ella se producen cambios físicos debidos, entre otras causas, al desgaste propio de las células y a cambios emocionales durante toda la vida. Adaptarnos a esos cambios requiere mucha voluntad y la incorporación de actividades cotidianas que tal vez en etapas anteriores eran consideradas como de menor importancia.
Alimentarse de manera adecuada es la primera condición para resguardar la salud en todo momento, tanto la obesidad como la mala nutrición causan con frecuencia la muerte de muchas personas en el mundo.
Por otra parte, mantenerse en movimiento es la segunda norma a tener en cuenta, al mismo tiempo que el excesivo reposo puede debilitar los músculos y hacer más lenta la circulación sanguínea. La actividad física es importante durante toda la vida, no sólo los adultos mayores necesitan realizar un programa de entrenamiento apropiado a su condición corporal y edad; los beneficios de hacerlo van desde el control del peso, incremento de flexibilidad articular, mejora del tono muscular, hasta combatir al estrés; pero la resistencia cardiovascular es quizá una de las ventajas más importantes del entrenamiento.
Cuando realizamos actividades aeróbicas de cierta intensidad durante más de dos minutos, nuestros músculos requieren un importante aumento del aporte de oxígeno, y obligan a quien las realiza con regularidad a elevar su resistencia cardiovascular. Esta consiste en la capacidad continuada de la sangre para llevar el oxígeno a las células, suponiendo la eficiencia del corazón y los vasos sanguíneos para bombear y transportar el suficiente volumen de sangre a cada parte del cuerpo, en especial a los músculos más activos durante el esfuerzo. Pero supone también la capacidad de los tejidos, y de cada una de sus células, de procesar ese aporte de oxígeno y eliminar los residuos que provoca el proceso.
Llegada cierta edad, y sobre todo cuando se ha llevado una vida sedentaria y la alimentación no ha tenido en cuenta el debido balance de lípidos, esta capacidad puede descender poniéndonos en peligro de accidentes vasculares.
Como otros, el músculo cardíaco es capaz de desarrollar resistencia cuando lo enfrentamos al esfuerzo. Si logra funcionar eficazmente durante un tiempo prolongado bajo exigencias superiores a las normales, no tendrá luego mayores problemas para acompañarnos con su bombeo en nuestra vida cotidiana, mucho más relajada. Pero tampoco se verá sorprendido ante situaciones que requieran de su rápida reacción.
Sin embargo, el corazón no es capaz de hacer funcionar el sistema cuando no está acompañado por vasos sanguíneos sanos. El esfuerzo cardiovascular mantiene en buena forma el tejido de estos vasos, lo hace resistente y flexible, y la sangre puede ser transportada a través de ellos con menor esfuerzo. Dependiendo del estilo de vida y cuidado personal y social que los ancianos hayan experimentado durante su existencia, un gran porcentaje de ellos podrá disfrutar de buena salud en esta etapa. La ejercitación física es uno de los pilares sobre los que se funda una mejor calidad en el último tramo de la vida, que no tiene por qué estar signado por la enfermedad.
Para el equilibrio, la autonomía en las actividades cotidianas y la prevención de caídas, es importante fortalecer los músculos abdominales y espinales; por otra parte las actividades aeróbicas ayudan a quemar grasas y controlar el peso, pero no es lo más indicado para las personas de cierta edad que necesitan acondicionar su cuerpo para transitar hacia una tercera edad con la mayor calidad de vida posible. Para promover la salud cardiovascular no es necesario acudir a un gimnasio para realizar una actividad física adecuada, una caminata diaria de al menos unos 30 minutos ayuda notablemente a controlar la presión arterial y los problemas de corazón.
Considerando que las actividades más recomendadas para la tercera edad son aquellas que, siendo en grupo, permiten una intensidad individual para cada persona que lo practica y que no tengan un excesivo contacto entre los practicantes por el riesgo de lesiones, encontramos que los aeróbicos diseñados para ancianos, los paseos en bicicleta, natación para la tercera edad, las caminatas, las actividades de jardinería, los ejercicios de estiramientos y flexiones son solo algunas de las actividades recomendadas que se pueden introducir en tu vida diaria para resguardar la salud cardiovascular. En España y otros países están en funcionamiento muchos programas de actividad física dirigida a las personas adultas mayores, que ponen énfasis no sólo en los problemas de índole circulatoria, sino también en los musculares y óseos. Participar activamente en ellos es una excelente opción para mantenernos ágiles y saludables durante la vejez, además de permitirnos socializar con nuestros pares.
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