N de R. Este material que se conoció publicado en “AMERICA ECONOMIA” con fecha 17 del pasado mes de Julio. El mismo fue enviado a Jorge Molinari, por el compañero César Bertellotti, con la siguiente indicación:
“DESCUBRAN DE QUE SE OLVIDAN LOS ANALISTAS DE AMÉRICA ECONOMÍA Y CUALES DE SUS CONCLUSIONES TENDREMOS QUE TENER EN CUENTA EN URUGUAY.”
A renglón seguido de esta entrada, el estimado visitante hallará en el Blog el comentario del compañero Jorge Molinari a este interesante material.
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CESAR BERTELLOTTI (*)
A renglón seguido de esta entrada, el estimado visitante hallará en el Blog el comentario del compañero Jorge Molinari a este interesante material.
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CESAR BERTELLOTTI (*)
“AMERICA ECONOMÍA”
UNA CRISIS Y 10 LECCIONES
17 de JULIO de 2009
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UNA CRISIS Y 10 LECCIONES
17 de JULIO de 2009
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EE.UU. SERÁ UN PAÍS FRUGAL,
NO EL MOTOR DEL CRECIMIENTO MUNDIAL.
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La implosión del sistema financiero global parece estar llegando a su fin, o al menos, a un punto de inflexión. Los indicios de estabilización son todavía tenues, y podrían ser espejismos. Y el contagio hacia países en desarrollo apenas comienza. Sin embargo, ya disponibles pueden destilarse lecciones. Las más relevantes son éstas:
1) Una serie de factores interconectados se combinaron para producir la crisis, algunos causales y otros amplificadores. Entre ellos hubo excesiva creación de liquidez en EE.UU.; poca vigilancia a los hedge funds; subsidios excesivos a la propiedad inmobiliaria, y excesiva complejidad de los activos financieros que sólo unos pocos operadores sabían el valor de éstos.
2) Las consecuencias finales de la crisis todavía están por revelarse. Por un lado, la corrección del desequilibrio global entre ahorro y consumo apenas empieza y el proceso de desapalancamiento recién comienza. Por otro lado, el flujo de crédito no se va a reactivar plenamente hasta que los balances de los grandes bancos estadounidenses sean purificados de sus "activos tóxicos".
3) Las respuestas de política pública han sido, en general, razonables. Pero la contracción en la demanda agregada global probablemente sea tan grande que, aun con la mejor de las coordinaciones entre países, no podrá ser compensada por los estímulos fiscales y las inyecciones de liquidez.
4) El impacto en los países en desarrollo será lento pero duro. El contagio ha estado ocurriendo a través de cuatro canales principales: demanda por exportaciones, remesas, precio de las materias primas y flujos de financiamiento. Y el impacto se manifestará en la interrupción del financiamiento bancario externo hacia el sector corporativo privado doméstico. Esto desacelerará el comercio internacional y retrasará proyectos de inversión.
5) Habrá que repensar el modelo de desarrollo basado en exportaciones. La capacidad de absorción del mundo desarrollado no volverá a su nivel anterior a la crisis por un largo tiempo, si es que vuelve. Los países en desarrollo tendrán que re-balancear sus fuentes de crecimiento y dar mayor peso a la demanda doméstica y al comercio "sur-sur".
6) La clase media será la más golpeada. En los países en desarrollo el principal punto de contacto entre la gente y la crisis será la contracción en la demanda por trabajo -no un cambio brusco de precios relativos o una pérdida de riqueza, como en el pasado-. Esto afectará primordialmente a trabajadores urbanos, formales y relativamente educados que operan en el sector exportador, o sea, la clase media. Los pobres ya carecían de demanda, crédito y productividad antes de la crisis.
7) Hay un reconocimiento general que el mercado no puede, por sí solo, disciplinar a los agentes financieros. Por eso, abundan las propuestas técnicas para arreglar el problema. Sin embargo, éstas apuntan a corregir el sistema financiero, no a crear uno nuevo. Más probablemente, la industria financiera se convertirá en algo parecido a los servicios de infraestructura pública, con pocos proveedores privados operando bajo licencia del gobierno y ofreciendo productos estandarizados a precios regulados y con alto grado de supervisión. Las innovaciones financieras serán inusuales.
8) Los llamados a que los bancos centrales tengan objetivos más allá de la inflación -desde supervisar la evolución del crédito hasta que se enfoquen en la demanda agregada- se han multiplicado. Detrás de todo esto hay una nueva fe en la capacidad del Estado para influir en el crecimiento de corto plazo. La cuestión es qué institución pública debiera estar a cargo de las "metas de crecimiento". Muy posiblemente, los bancos centrales no sean la agencia adecuada, sino la inversión pública.
9) Aumentar la capacidad crediticia de la banca multilateral, especialmente del FMI, ha sido la decisión correcta, y talvez aún más recursos sean necesarios en el futuro cercano. Con el tiempo, la ampliación de capital será acompañada por mayor representación de países de ingreso medio en los organismos internacionales.
10) Estaríamos en la víspera de un mundo donde los gobiernos tengan un mayor rol en las economías; donde la intermediación financiera sea un servicio público controlado por el Estado; y donde haya más de una moneda global de reserva. EE.UU. será un país mucho más frugal, ya no más el motor de crecimiento para el mundo.
Finalmente, la crisis también ha dado lugar a un sentimiento inusual entre economistas: humildad. Se escucha un mensaje de introspección: ¿Cómo pudimos dejar que pasara todo esto? ¿Por qué principios tan básicos como la racionalidad de los agentes y la eficiencia de los mercados fallaron? Esto nos permitirá diseñar nuevos marcos de política pública y nuevas estrategias de desarrollo.
(*) CÉSAR BERTELLOTTI– (1942) Jubilado bancario. Graduado en la UdelaR (Notariado) Militante político, social y gremial desde 1958. Colaborador del Gral. Seregni fue Presidente Alterno de la Comisión Nacional de Organización del Frente Amplio entre 1990 y 1996; socio fundador de los Centros de Estudios Otorgués y CEE/1815.
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La implosión del sistema financiero global parece estar llegando a su fin, o al menos, a un punto de inflexión. Los indicios de estabilización son todavía tenues, y podrían ser espejismos. Y el contagio hacia países en desarrollo apenas comienza. Sin embargo, ya disponibles pueden destilarse lecciones. Las más relevantes son éstas:
1) Una serie de factores interconectados se combinaron para producir la crisis, algunos causales y otros amplificadores. Entre ellos hubo excesiva creación de liquidez en EE.UU.; poca vigilancia a los hedge funds; subsidios excesivos a la propiedad inmobiliaria, y excesiva complejidad de los activos financieros que sólo unos pocos operadores sabían el valor de éstos.
2) Las consecuencias finales de la crisis todavía están por revelarse. Por un lado, la corrección del desequilibrio global entre ahorro y consumo apenas empieza y el proceso de desapalancamiento recién comienza. Por otro lado, el flujo de crédito no se va a reactivar plenamente hasta que los balances de los grandes bancos estadounidenses sean purificados de sus "activos tóxicos".
3) Las respuestas de política pública han sido, en general, razonables. Pero la contracción en la demanda agregada global probablemente sea tan grande que, aun con la mejor de las coordinaciones entre países, no podrá ser compensada por los estímulos fiscales y las inyecciones de liquidez.
4) El impacto en los países en desarrollo será lento pero duro. El contagio ha estado ocurriendo a través de cuatro canales principales: demanda por exportaciones, remesas, precio de las materias primas y flujos de financiamiento. Y el impacto se manifestará en la interrupción del financiamiento bancario externo hacia el sector corporativo privado doméstico. Esto desacelerará el comercio internacional y retrasará proyectos de inversión.
5) Habrá que repensar el modelo de desarrollo basado en exportaciones. La capacidad de absorción del mundo desarrollado no volverá a su nivel anterior a la crisis por un largo tiempo, si es que vuelve. Los países en desarrollo tendrán que re-balancear sus fuentes de crecimiento y dar mayor peso a la demanda doméstica y al comercio "sur-sur".
6) La clase media será la más golpeada. En los países en desarrollo el principal punto de contacto entre la gente y la crisis será la contracción en la demanda por trabajo -no un cambio brusco de precios relativos o una pérdida de riqueza, como en el pasado-. Esto afectará primordialmente a trabajadores urbanos, formales y relativamente educados que operan en el sector exportador, o sea, la clase media. Los pobres ya carecían de demanda, crédito y productividad antes de la crisis.
7) Hay un reconocimiento general que el mercado no puede, por sí solo, disciplinar a los agentes financieros. Por eso, abundan las propuestas técnicas para arreglar el problema. Sin embargo, éstas apuntan a corregir el sistema financiero, no a crear uno nuevo. Más probablemente, la industria financiera se convertirá en algo parecido a los servicios de infraestructura pública, con pocos proveedores privados operando bajo licencia del gobierno y ofreciendo productos estandarizados a precios regulados y con alto grado de supervisión. Las innovaciones financieras serán inusuales.
8) Los llamados a que los bancos centrales tengan objetivos más allá de la inflación -desde supervisar la evolución del crédito hasta que se enfoquen en la demanda agregada- se han multiplicado. Detrás de todo esto hay una nueva fe en la capacidad del Estado para influir en el crecimiento de corto plazo. La cuestión es qué institución pública debiera estar a cargo de las "metas de crecimiento". Muy posiblemente, los bancos centrales no sean la agencia adecuada, sino la inversión pública.
9) Aumentar la capacidad crediticia de la banca multilateral, especialmente del FMI, ha sido la decisión correcta, y talvez aún más recursos sean necesarios en el futuro cercano. Con el tiempo, la ampliación de capital será acompañada por mayor representación de países de ingreso medio en los organismos internacionales.
10) Estaríamos en la víspera de un mundo donde los gobiernos tengan un mayor rol en las economías; donde la intermediación financiera sea un servicio público controlado por el Estado; y donde haya más de una moneda global de reserva. EE.UU. será un país mucho más frugal, ya no más el motor de crecimiento para el mundo.
Finalmente, la crisis también ha dado lugar a un sentimiento inusual entre economistas: humildad. Se escucha un mensaje de introspección: ¿Cómo pudimos dejar que pasara todo esto? ¿Por qué principios tan básicos como la racionalidad de los agentes y la eficiencia de los mercados fallaron? Esto nos permitirá diseñar nuevos marcos de política pública y nuevas estrategias de desarrollo.
(*) CÉSAR BERTELLOTTI– (1942) Jubilado bancario. Graduado en la UdelaR (Notariado) Militante político, social y gremial desde 1958. Colaborador del Gral. Seregni fue Presidente Alterno de la Comisión Nacional de Organización del Frente Amplio entre 1990 y 1996; socio fundador de los Centros de Estudios Otorgués y CEE/1815.
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