miércoles, 25 de noviembre de 2009

EL HAMBRE DESDE AQUEL COMIENZO...


LA COLUMNA
DE JOAN BARRIL

LUCY Y
EL HAMBRE

Escribe
JUAN BARIL (*)
Columnista de
“El Periódico” Catalunya
España – 25 de noviembre


La Universitat de Barcelona ha publicado un estudio en el que se habla de la dieta de los Australopithecus. Se trata, como ya es sabido, de unos homínidos que vivieron en este planeta entre cuatro y dos millones de años atrás. El Australopithecus más famoso de la historia fue una tal Lucy, una chica adolescente cuyos restos aparecieron en los valles africanos del Rif, tal vez devorada por alguna alimaña.
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A Lucy se la llama así porque los paleontólogos que estaban examinando sus restos estaban escuchando música, concretamente la canción de los Beatles titulada Lucy in the sky with diamonds. Fue un bautizo tardío, pero eficaz. Poco se podía imaginar la pobre Lucy que su nombre venía de una canción que era en realidad un acrónimo de la gran droga recreativa que era el LSD, el ácido lisérgico que tantos motivos de satisfacción dio a los jóvenes de los años 60.
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Pero es evidente que Lucy no probó en su vida una droga sintética como el LSD. El estudio universitario dice que los homínidos Australopithecus se alimentaban de bayas, de frutas y de cortezas de árboles. Se sabe por el desgaste dental y por tratarse de los primeros homínidos que empezaron a incorporarse del suelo y a demostrar su futura condición de bípedos. Muchos aficionados consideran que esta dieta se debía complementar con pura y simple carroña. Pero poco nos importa ese pequeño matiz. Más vale carroña en mano que nada volando. Comieran lo que comieran, lo cierto es que los Australopithecus consiguieron sobrevivir y evolucionar y así, a base de cortezas de árbol, de carroña y de dejarse los dientes en el empeño, hemos llegado nosotros. Llámese Eva o Lucy, todos somos sus hijos. Y ahora, cuatro millones de años después, podemos pasarnos un tiempo de nuestra vida investigando lo que comían los ancestros.
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Llega esta noticia unos cuantos días después de que algunos países importantes del mundo se encontraran en Roma para poner remedio a la hambruna que está acabando con las jóvenes generaciones de algunos territorios. Parece exagerado, pero entre malnutrición, aguas contaminadas, diarreas y otras enfermedades mueren al día 17.000 niños. Sin duda los Australopithecus fueron unos verdaderos privilegiados respecto a algunos de nuestros contemporáneos. Al menos Lucy podía contar su dieta mientras que los niños de hoy solo pueden contar las moscas de su agonía.
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Los gobernantes del primer mundo no asistieron a la cumbre de Roma. El estadista más importante fue Lula, al fin y al cabo el único que llegó a la presidencia prometiendo a sus ciudadanos que les daría algo tan revolucionario como el desayuno o café de manhà, como le llaman en Brasil. Pero el resto de europeos consideraron que el hambre no iba con ellos. No es para menos. Ortega y Gasset ya nos recordó que lo humano comienza en lo superfluo. Las necesidades básicas son patrimonio de los animales, pero el lujo es genuinamente humano. La pregunta es: ¿qué nos ha pasado para que los poderosos consideren que el hecho que los niños coman es una actividad lujosa y superflua?
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Ante las cifras de la mortalidad infantil envidiamos a los homínidos antiguos. Dentro de unos pocos años la humanidad llegará a los 9.000 millones de habitantes. Gente que tendrá la necesidad básica de comer. Y, mientras tanto, los adoquines europeos van a ver como se filtran los excedentes de leche, la tomatina de Bunyol y las avellanas de Reus. Más de un hambriento tiene hoy ganas de ser como Lucy.
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(*) Joan Barril (Barcelona, 1952) es un escritor y periodista español. Estudio en la Universidad de Barcelona y su actividad periodística la combinó con su trayectoria como escritor. Columnista en los diarios como El País, La Vanguardia y El Periódico de Catalunya. Tiene actividad en radio y TV. Es fundador y editor de la editorial Barril & Barral.

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