
LA CONCIENCIA
DE LOS LÍMITES
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Por el Profesor
DE LOS LÍMITES
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Por el Profesor
Ricardo Lacub
(Gerontólogo)
Clarín.com (Argentina)
(Gerontólogo)
Clarín.com (Argentina)
6 de abril de 2008.
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La conciencia de los límites, el peso de la experiencia e incluso ciertos cambios en la actividad cerebral pueden redundar, en la vejez, en una mayor satisfacción frente a lo cotidiano como también en la capacidad de desestimar emociones negativas.
Es posible pensar la felicidad por fuera de los ideales sociales que nos auguran logros, reconocimiento y poder? ¿En qué medida la conciencia de los límites nos permite acercarnos al goce de lo cotidiano?
Cuando se aborda esta cuestión en relación con el envejecimiento, se produce una especial curiosidad y sorpresa. En un estudio del Dartmouth College, entre datos de 2 millones de personas, en 80 países. Los resultados mostraron que las personas de mediana edad disminuían los niveles de felicidad; un dato curioso indicaba que para volver a alcanzar los niveles de los 20 años había que esperar hasta los 70.
Las explicaciones son variadas, aunque se remarca el peso de la experiencia y el paso del tiempo, los cuales permitirían un punto de vista diferente de la vida. La intensidad de las emociones parece suavizarse particularmente frente a las experiencias negativas, lo que muchas veces se denominó la serenidad de la vejez. Esto no implica la no intensidad de los goces, sino un manejo más adecuado de lo molesto o nocivo.
Aun cuando las explicaciones sean de orden psicológico, existe una fuerte evidencia sobre los cambios de la actividad cerebral en la percepción de los hechos negativos en las personas mayores. Por ejemplo, imágenes registradas por un resonador magnético revelaron que la amígdala, que es la parte del cerebro responsable de las reacciones emocionales y la memoria, no reacciona con la misma intensidad que en otras edades cuando se muestran escenas negativas.
Mientras que algunos consideran que "los golpes de la vida" podrían enseñarnos lo esencial —es decir, lo que tiene valor para el sujeto—, la psicóloga de EE UU Laura Carstensen viene desarrollando investigaciones sobre las emociones en la vejez en el Centro de Longevidad de la Universidad de Stanford, tratando de comprender "la predisposición a lo positivo".
Esta misma perspectiva, en la que la sensación de cierta provisionalidad es más real y palpable, permite darle a la vida más valor y sentir más agradecimiento, así como también enfocarse más sobre los aspectos positivos y promover con ello una mayor satisfacción vital. La paradoja de la vejez parece radicar, según Carstensen, en que a pesar de que existe cierto declive físico y cognitivo, se incrementa el bienestar psicológico. Esto no implica que sea una experiencia de todos los mayores.
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LOS SERES HUMANOS
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La conciencia de los límites, el peso de la experiencia e incluso ciertos cambios en la actividad cerebral pueden redundar, en la vejez, en una mayor satisfacción frente a lo cotidiano como también en la capacidad de desestimar emociones negativas.
Es posible pensar la felicidad por fuera de los ideales sociales que nos auguran logros, reconocimiento y poder? ¿En qué medida la conciencia de los límites nos permite acercarnos al goce de lo cotidiano?
Cuando se aborda esta cuestión en relación con el envejecimiento, se produce una especial curiosidad y sorpresa. En un estudio del Dartmouth College, entre datos de 2 millones de personas, en 80 países. Los resultados mostraron que las personas de mediana edad disminuían los niveles de felicidad; un dato curioso indicaba que para volver a alcanzar los niveles de los 20 años había que esperar hasta los 70.
Las explicaciones son variadas, aunque se remarca el peso de la experiencia y el paso del tiempo, los cuales permitirían un punto de vista diferente de la vida. La intensidad de las emociones parece suavizarse particularmente frente a las experiencias negativas, lo que muchas veces se denominó la serenidad de la vejez. Esto no implica la no intensidad de los goces, sino un manejo más adecuado de lo molesto o nocivo.
Aun cuando las explicaciones sean de orden psicológico, existe una fuerte evidencia sobre los cambios de la actividad cerebral en la percepción de los hechos negativos en las personas mayores. Por ejemplo, imágenes registradas por un resonador magnético revelaron que la amígdala, que es la parte del cerebro responsable de las reacciones emocionales y la memoria, no reacciona con la misma intensidad que en otras edades cuando se muestran escenas negativas.
Mientras que algunos consideran que "los golpes de la vida" podrían enseñarnos lo esencial —es decir, lo que tiene valor para el sujeto—, la psicóloga de EE UU Laura Carstensen viene desarrollando investigaciones sobre las emociones en la vejez en el Centro de Longevidad de la Universidad de Stanford, tratando de comprender "la predisposición a lo positivo".
Esta misma perspectiva, en la que la sensación de cierta provisionalidad es más real y palpable, permite darle a la vida más valor y sentir más agradecimiento, así como también enfocarse más sobre los aspectos positivos y promover con ello una mayor satisfacción vital. La paradoja de la vejez parece radicar, según Carstensen, en que a pesar de que existe cierto declive físico y cognitivo, se incrementa el bienestar psicológico. Esto no implica que sea una experiencia de todos los mayores.
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LOS SERES HUMANOS
SOMOS MÁS FELICES
EN LA VEJEZ
EN LA VEJEZ
QUE EN LA JUVENTUD
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TENDENCIAS21.es Viernes 07 Julio 2006
ESCRIBE
MARTA MORALES
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TENDENCIAS21.es Viernes 07 Julio 2006
ESCRIBE
MARTA MORALES
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Con la edad, aprendemos a manejarnos mejor con las idas y venidas de la vida
Un estudio realizado en la University of Michigan, Ann Arbor, en Estados Unidos, ha desvelado que la vejez no sólo trae consigo los achaques: también conlleva cierta felicidad que los jóvenes –y algunos mayores- no esperaban. Los jóvenes e incluso los ancianos tienden a pensar que la vejez está relacionada con la tristeza y la decadencia, pero en la realidad no sucede así.
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Una investigación realizada por el VA Ann Arbor Healthcare System de la University de Michigan Ann Arbor, reunió a un total de 540 adultos que fueron divididos en dos grupos, el primero de edades comprendidas entre los 21 y los 40 años, y el segundo de 60 años en adelante. A todos se les pidió que calificaran o predijeran su felicidad individual en el momento actual, a los 30 años y a los 70, así como que expresaran la felicidad que, a su modo de ver, tenía la mayoría de la gente a esas mismas edades, informa la University of Michigan en un comunicado.
Los resultados de esta investigación también han sido publicados. Resulta importante que haya investigaciones que modifiquen nuestros prejuicios. Este estudio es el primero que se realiza para examinar la capacidad humana de recordar o predecir la felicidad a lo largo de la vida, mientras que otros realizados anteriormente se centraron en la felicidad en el caso de personas con enfermedades crónicas, incapacidades u otros problemas vitales.
El director de este nuevo trabajo, el psicólogo Peter Ubel, ha llevado a cabo diversos estudios sobre este tema. Ubel señala que la gente suele creer que la felicidad depende de nuestras circunstancias, y que si algo bueno ocurre, esto la garantizará a largo plazo, mientras que si sucede algo malo, la felicidad terminará. Sin embargo, la felicidad sucede gracias a nuestros recursos emocionales subyacentes, que suelen aumentar según vamos cumpliendo años.
Con la edad, aprendemos a manejarnos mejor con las idas y venidas de la vida, por lo que, en la vejez, somos capaces de sentirnos más felices a pesar de que, objetivamente, hayamos entrado en la decadencia física. El estudio fue llevado a cabo a través de una encuesta on-line con seis preguntas, planteadas en cuatro órdenes diferentes para reducir los prejuicios. Ambos grupos estaban formados por hombres y mujeres en igual número.
A cada participante se le pidió una valoración acerca de su actual nivel de felicidad en una escala del 1 al 10, así como una valoración en la misma escala acerca de la media de felicidad que ellos consideraban que tenía la gente de su edad. Asimismo, a todos se les solicitó que recordaran o predijeran (según la edad que tenían) su nivel de felicidad a los 30 y a los 70, también del 1 al 10, y la media de felicidad que suponían podía tener cualquier persona a esas edades. Según declaraciones del profesor Ubel en el comunicado de la universidad de Michigan, el secreto para que seamos más felices en la vejez es muy sencillo: los tropiezos en la vida nos hacen más sabios, lo que provoca generalmente una mejoría en nuestras emociones.
Sea cuales fueren nuestras condiciones al nacer, el caso es que las experiencias a lo largo de la vida conllevan la adquisición de conocimiento, y eso nos hace más felices, incluso frente a la adversidad. El recuerdo que solemos mantener de la juventud es el de las posibilidades que teníamos aún por descubrir, el de un cuerpo sin deterioros y el de las diversiones. Sin embargo, también hay que recordar cómo aún teníamos que aprender acerca de ciertas emociones básicas, a relacionarnos con los demás, acerca de nosotros mismos, etc. Probablemente, con la edad nos parezca más fácil vivir que al principio de la vida.
Con la edad, aprendemos a manejarnos mejor con las idas y venidas de la vida
Un estudio realizado en la University of Michigan, Ann Arbor, en Estados Unidos, ha desvelado que la vejez no sólo trae consigo los achaques: también conlleva cierta felicidad que los jóvenes –y algunos mayores- no esperaban. Los jóvenes e incluso los ancianos tienden a pensar que la vejez está relacionada con la tristeza y la decadencia, pero en la realidad no sucede así.
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Una investigación realizada por el VA Ann Arbor Healthcare System de la University de Michigan Ann Arbor, reunió a un total de 540 adultos que fueron divididos en dos grupos, el primero de edades comprendidas entre los 21 y los 40 años, y el segundo de 60 años en adelante. A todos se les pidió que calificaran o predijeran su felicidad individual en el momento actual, a los 30 años y a los 70, así como que expresaran la felicidad que, a su modo de ver, tenía la mayoría de la gente a esas mismas edades, informa la University of Michigan en un comunicado.
Los resultados de esta investigación también han sido publicados. Resulta importante que haya investigaciones que modifiquen nuestros prejuicios. Este estudio es el primero que se realiza para examinar la capacidad humana de recordar o predecir la felicidad a lo largo de la vida, mientras que otros realizados anteriormente se centraron en la felicidad en el caso de personas con enfermedades crónicas, incapacidades u otros problemas vitales.
El director de este nuevo trabajo, el psicólogo Peter Ubel, ha llevado a cabo diversos estudios sobre este tema. Ubel señala que la gente suele creer que la felicidad depende de nuestras circunstancias, y que si algo bueno ocurre, esto la garantizará a largo plazo, mientras que si sucede algo malo, la felicidad terminará. Sin embargo, la felicidad sucede gracias a nuestros recursos emocionales subyacentes, que suelen aumentar según vamos cumpliendo años.
Con la edad, aprendemos a manejarnos mejor con las idas y venidas de la vida, por lo que, en la vejez, somos capaces de sentirnos más felices a pesar de que, objetivamente, hayamos entrado en la decadencia física. El estudio fue llevado a cabo a través de una encuesta on-line con seis preguntas, planteadas en cuatro órdenes diferentes para reducir los prejuicios. Ambos grupos estaban formados por hombres y mujeres en igual número.
A cada participante se le pidió una valoración acerca de su actual nivel de felicidad en una escala del 1 al 10, así como una valoración en la misma escala acerca de la media de felicidad que ellos consideraban que tenía la gente de su edad. Asimismo, a todos se les solicitó que recordaran o predijeran (según la edad que tenían) su nivel de felicidad a los 30 y a los 70, también del 1 al 10, y la media de felicidad que suponían podía tener cualquier persona a esas edades. Según declaraciones del profesor Ubel en el comunicado de la universidad de Michigan, el secreto para que seamos más felices en la vejez es muy sencillo: los tropiezos en la vida nos hacen más sabios, lo que provoca generalmente una mejoría en nuestras emociones.
Sea cuales fueren nuestras condiciones al nacer, el caso es que las experiencias a lo largo de la vida conllevan la adquisición de conocimiento, y eso nos hace más felices, incluso frente a la adversidad. El recuerdo que solemos mantener de la juventud es el de las posibilidades que teníamos aún por descubrir, el de un cuerpo sin deterioros y el de las diversiones. Sin embargo, también hay que recordar cómo aún teníamos que aprender acerca de ciertas emociones básicas, a relacionarnos con los demás, acerca de nosotros mismos, etc. Probablemente, con la edad nos parezca más fácil vivir que al principio de la vida.
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