jueves, 12 de noviembre de 2009

TASA TOBIN FRENTE A ESTA CRISIS



SALIDAS A LA
CRISIS EN EL ORDEN
INTERNACIONAL

Escribe
CARLOS

BERZOSA ALONSO (*)

Lo prioritario es acabar con la globalización financiera, lo que supone una mayor regulación interna planetaria. Para ello, hay que acabar con los paraísos fiscales, hay que implantar la tasa Tobin y modificar el sistema monetario internacional. Una crisis económica no supone el derrumbe del sistema. Desde sus orígenes el capitalismo ha sufrido muchas, unas más suaves y otras más profundas, pero siempre ha salido de ellas, aunque dejando en el camino a muchos damnificados.
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En crisis estructurales como la de los años treinta del siglo pasado el capitalismo se tambaleó, y así ha sucedido también en la actual, hasta el punto de que el Premio Nobel Stiglitz llegó a decir que esta crisis era para el capitalismo lo que para el socialismo real había sido la caída del muro de Berlín. Otro tanto dice Jacques Attali en su libro ¿Y después de la crisis, qué? (Ed. Gedisa) en un capítulo que titula "El día en que el capitalismo estuvo a punto de desaparecer". Pero de momento esto no ha sucedido, entre otras cosas por las intervenciones públicas que impidieron ese derrumbe.
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Ahora se trata de ver cómo se sale de la crisis para evitar que se repitan las causas que la originaron y para crear las condiciones de otro modelo de desarrollo. El susto que se produjo en septiembre de 2008 llevó a algunos organismos y dirigentes políticos, como Sarkozy, a hablar de la refundación del capitalismo. Otros, como el G-20, llegaron a plantear la necesidad de llevar a cabo reformas. El presidente de la patronal española llegó a sugerir que se hiciera un paréntesis en la economía de mercado.
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Sin embargo, a medida que se avanza en el tiempo la posibilidad de introducir reformas se desvanece, y si no se pone remedio se volverá a lo de antes. Éste es el peligro que se corre. No debemos olvidar lo que ha sucedido y lo que la crisis se ha llevado por delante, entre otras cosas, al fundamentalismo del mercado como paradigma, y la fe ciega en la bondad de la autorregulación y en la eficiencia de los mercados financieros.
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Por eso, ante la necesidad de crear un nuevo modelo, modestamente propongo algunas alternativas para favorecer una salida distinta al modelo que ha venido imperando en los últimos tiempos, alternativas que necesariamente han de ser a escala mundial, dada la forma como se desenvuelve la economía global en nuestros días. Quisiera citar aquí a un economista, Eric S. Reinert, quien en su libro publicado en castellano en 2007 (antes se editó en inglés y noruego), La globalización de la pobreza (Ed. Crítica), decía: "El periodo actual representa una coyuntura en la que pueden suceder muchas cosas. En primer lugar, una crisis financiera importante es más que probable, y habrá que reinventar el keynesianismo en un contexto nuevo y global".
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La predicción se ha cumplido y lo probable se ha convertido en realidad, ahora hay que reinventar el keynesianismo, sobre todo en un momento histórico que ha sido testigo del derrumbe del socialismo real y de la quiebra del capitalismo financiero global. De modo que, de momento, sólo queda la posibilidad de avanzar en la economía mixta y de introducir reformas en el sistema capitalista globalizado. Lo prioritario es acabar con la globalización financiera de las últimas décadas, lo que supone introducir una mayor regulación interna en cada país y en el plano internacional. Para ello, hay que acabar con los paraísos fiscales, hay que implantar la tasa Tobin y modificar el sistema monetario internacional.
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De momento, resulta urgente reformar el Fondo Monetario Internacional (FMI) dándole una mayor capacidad reguladora y vigilante, así como sustituir la hegemonía del dólar por una cesta de monedas compuesta por el euro, el yen y el yuan, que conjuntamente con la moneda de Estados Unidos y los Derechos Especiales de Giro (DEG) desempeñe un papel básico en las transacciones comerciales y financieras. Lo idóneo sería conceder un mayor papel a los DEG para tender hacia la propuesta de Keynes en los años cuarenta de crear una moneda internacional como el bancor.
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También sería interesante retomar la propuesta que en los años sesenta hicieron Kaldor, Mendès-France y Tinbergen de crear un fondo basado en materias primas y productos primarios procedentes de los países menos desarrollados para que, a cambio, éstos obtengan liquidez, que buena falta les hace. Esta última propuesta, conjuntamente con la aportación de los fondos derivados de la tasa Tobin, podría favorecer el desarrollo económico. Pero, para acabar con las grandes desigualdades existentes y luchar contra el hambre y la pobreza sería necesario profundizar más, apostando por las proposiciones que hace el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), organismo al que habría que conceder el liderazgo integrando al Banco Mundial y a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en su seno.
(SACADO de CONTEXTO)
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CARLOS BERZOSA ALONSO– (Madrid 1945) es Catedrático de Economía Aplicada y rector de la Universidad Complutense de Madrid desde el 23 de junio de 2003, tras ser Decano los catorce años anteriores de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de dicha Universidad. Colaboró en varios medios de comunicación. Presidente de la Red Española de Bibliotecas Universitarias (REBIUN), miembro del consejo de redacción de la Revista de Economía Mundial (REM) y director de la publicación Revista de Economía Crítica. Consejero científico de ATTAC.

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