martes, 2 de marzo de 2010

POR ESOS LABERINTOS DE LA ECONOMIA...

LOS MUCHACHOS
DE LA BANCARROTA


Escribe
HUMBERTO
HERNÁNDEZ HADDAD(*)

“El Financiero en línea” MEXICO
1º de Marzo de 2007
(*) Abogado y ex senador de la República
humberto.hernandez.haddad@gmail.com



Paúl Krugman, Premio Nobel de Economía 2009, ha bautizado acertadamente a un pequeño grupo financiero, que primero creó la crisis financiera global y ahora resulta que son los encargados de pretender su solución, como “los muchachos de la bancarrota”. (Editorial de Paúl Krugman “The Bankruptcy Boys”, The New York Times, 20 febrero 2010, http://krugman.blogs.nytimes.com/2010/02/20/the-bankruptcy-boys/).

Krugman podría escribir todo un libro sobre las aventuras y desventuras financieras que ese grupo de no tan muchachos han emprendido sobre la economía de Estados Unidos y del mundo entero. Ese grupo puede reclamar con dudoso mérito que ellos han sido los jinetes depredadores de la globalización y usufructuarios de la desregulación financiera que condujo al colapso al sistema bancario de Estados Unidos, dando paso a un rescate gubernamental tipo FOBAPROA.

En esta crisis aparecen reciclados los mismos funcionarios. México resultó ser para los Estados Unidos el laboratorio experimental de la nueva bancarrota. Los nombres de los banqueros estadounidenses que administraron la crisis de insolvencia financiera de México ante los bancos acreedores, anunciada oficialmente el 12 de agosto de 1982, son los mismos nombres que aparecen en la crisis de hoy en 2010. Ellos son: Alan Greenspan, Jesús Silva Herzog Flores, Paul Volcker, José Ángel Gurría Treviño, John Reed, Pedro Aspe Armella, Robert Rubin, Ernesto Zedillo Ponce de León, Lawrence Summers, Agustín Carstens, y otros.

El fallecido analista Joseph Kraft, gran cronista financiero de las desventuras de México en Washington durante la crisis de 1982, publicó un detallado testimonio documental sobre las negociaciones y arreglos convenidos entre “los muchachos de la bancarrota” de ambos lados de la frontera, en su magistral libro “El rescate Mexicano”. (Joseph Kraft, “The Mexican Rescue”, 1984).

Siendo presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado Mexicano tuve el honor de ser recibido por Joseph Kraft en su residencia de Georgetown, en el barrio residencial del Distrito de Columbia, y ahí, en una casa que era una biblioteca donde ya no cabían más libros, pude escucharle y constatar el asombroso caudal de información que poseía sobre las relaciones político-financieras México-Estados Unidos.

Por cierto, el día que Joseph Kraft me dijo que por razones políticas muy delicadas Jesús Silva Herzog Flores sería cesado de sus funciones como Secretario de Hacienda pensé que lo habían desinformado y que a ese distinguido intelectual estadounidense todavía le hacía falta un mayor conocimiento de la realidad política mexicana. Pero transcurridos tres meses, el presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Adolfo Lugo Verduzco, anunció en la mañana del 17 de junio de 1986, mediante un inusual comunicado de prensa oficial, el cese fulminante del Secretario de Hacienda, quien años después reaparecería como embajador de Zedillo en Washington.

Uno de los temas críticos que dividía al gabinete de política económica en 1986 era el de fijar las tasas de interés. Poco a poco han ido surgiendo datos y nuevos elementos de análisis para saber lo que pasó en el período 1986-1988 cuando Gustavo Petricioli entró al relevo en la Secretaría de Hacienda en el gabinete de Miguel de la Madrid, para luego ser nombrado por Carlos Salinas como embajador en Washington ante el gobierno de George Bush, para preparar la reprivatización del sistema bancario mexicano y aplicar la doctrina denominada “Espíritu de Houston” que en noviembre de 1988 anunciaron los presidentes recién electos Bush-Salinas, de la cual nadie habla.

¿Llegaremos a saber algún día porqué se derrumbó el sistema financiero mexicano en manos de Ernesto Zedillo, durante la crisis masiva de 1994-1995? Los costos de esa explosión los pagarán futuras generaciones de mexicanos con un aumento de casi el doble de la deuda que el país tenía contratada en dólares, además de la pérdida del patrimonio, el empleo y el ahorro de millones de familias mexicanas.

Para México resulta indispensable saberlo, entre otras razones para no cometer los mismos errores. Por lo pronto, esta semana, el Centro de Estudios Manuel Espinoza Iglesias realizó el seminario “Privatización bancaria, crisis y rescate del sistema financiero: reflexiones pendientes”, dando paso a una interesante sesión de terapia de grupo por parte de varios de los autores y actores de las decisiones que primero reprivatizaron la banca mexicana, luego la quebraron, después la rescataron y finalmente la extranjerizaron.

Uno de los conferencistas en ese Seminario fue el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, quien reiteró lo que antes ya había publicado en sus memorias sobre cómo Ernesto Zedillo filtró indebidamente información confidencial a algunos empresarios sobre la inminente devaluación del peso, quienes en las siguientes horas vaciaron miles de millones de dólares de las reservas del Banco de México. Pero ahora Salinas agregó un dato nuevo. La manera en que funcionarios estadounidenses como Robert Rubin y Larry Summers presionaron en secreto a Zedillo para que elevara las tasas de interés de 7% a 110%, causando con ello el cierre de miles de empresas, la quiebra del sistema bancario mexicano y la emigración de más de 5 millones de connacionales en busca de trabajo marchando hacia los Estados Unidos.)
¿Quiénes hicieron esto? Los mismos que hasta ahora siguen actuando en Washington y en México; el grupo que el maestro Krugman ha decidido llamar “los muchachos de la bancarrota”. Por razones de seguridad nacional hay que observarlos y anticipar cuál será su siguiente experimento con la economía mexicana.
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La nota completa aquí:
(http://www.jornada.unam.mx/2010/02/24/index.php?section=economia&article=028n1eco

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