domingo, 30 de mayo de 2010

LA VEJEZ...ESA COSTUMBRE DE LA GENTE... PARTE TRASCENDENTE DE LA VIDA...


EXPLORANDO
LA CONCIENCIA

Escribe
Dra. SANDRA
AADMOT
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Casi todas tus experiencias en cuanto a la propiedad de un cerebro, tienen algo que ver con tus percepciones conscientes de la existencia. Durante mucho tiempo, los neurocientíficos fueron renuentes a examinar la percepción consciente, porque a muchos de ellos les parecía tan misteriosa e indefinible que sería imposible estudiarla sin registrar la actividad cerebral. Pero resulta que ciertos aspectos de la experiencia consciente pueden ser abordados de manera experimental.
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Es difícil estudiar las experiencias subjetivas individuales, esa de lo que es habitual hablar largo y tendido hasta que sale el sol cuando se es joven. ¿Qué hay en la actividad cerebral que produzca la cualidad de lo “frío” o lo “azul” en el sentido de lo que yo siento e imagino que tú puedes sentir? Esta pregunta, aparentemente tan simple, tiene perplejos a los científicos en parte, porque define la cuestión en sería indicativo de la conciencia, términos de aspectos de la experiencia que no pueden ser medidos.
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Por la misma lógica empleada para descubrir que estructuras del cerebro toman parte en otros fenómenos mentales como la visión, un patrón de actividad cerebral exclusivamente asociado a la percepción conscientes de estímulos sensorial. Si se pudiera definir la actividad que tiene lugar cuando percibes un estimulo, se podría decir sin faltar a la verdad que se esta estudiando una actividad cerebral relacionada con la percepción.
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Ciertas partes del cerebro se activaban en cada ocasión, tanto si los sujetos comunicaban percibir el estímulo, como si no. Los patrones de actividad en el cerebro son fantásticamente complejos. En cualquier momento, muchos millones de neuronas generan en tu cerebro impulsos eléctricos. Leer lo que está ocurriendo en todas esas neuronas, a la vez queda fuera del alcance de cualquier tecnología actual. Incluso si se dispusiera de semejante grabación, convertir las mediciones en una interpretación de pensamientos específicos es cosa de ciencia ficción y puede que nunca llegue a suceder.
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Tu experiencia cotidiana –tus deseos, pensamientos, emociones y reacciones– es generada por la actividad física de tu cerebro. También es cierto que las neuronas y las células gliales de tu cerebro generan cambios químicos, los cuales crean impulsos eléctricos y hacen que las células se comuniquen entre sí. La conclusión, es que leyes físicas y químicas gobiernan todos tus pensamientos y tus acciones, en lo que estamos de acuerdo. Pero en el día a día hacemos elecciones y actuamos sobre el mundo que nos rodea. ¿Cómo pueden ser reconciliados estos hechos?
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El libre albedrío es un concepto que se utiliza para describir lo que hace la totalidad de una persona. Si la conducta de un objeto puede ser predicha con precisión matemática, dicho objeto carece de libre albedrío. Por consiguiente, objetos simples como los átomos y las partículas carecen de libre albedrío. Según otro punto de vista, el libre albedrío queda descartado por la idea e que las consecuencias de la actividad de nuestros cerebros podría ser predichas de alguna forma sólo que supiéramos que es lo que sucede en cada célula.
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Compartimos emociones –y los sistemas cerebrales que las producen– con otros animales. Sin embargo, en los humanos, las emociones son particularmente complejas, en parte debido a que tenemos un córtex frontal grande. Por ejemplo, si bien un ratón puede estar asustado, cuesta imaginárselo avergonzado. Las emociones controlan muchas de nuestras conductas sociales, por lo que no debería suponer ninguna sorpresa que las regiones cerebrales importantes para las emociones también lo sean a la hora de procesar las señales sociales.
Las denominadas “emociones sociales” –como el bochorno, la culpabilidad, la vergüenza, los celos y el orgullo– aparecen en una etapa más tardía del desarrollo que las emociones básicas de la felicidad, el miedo, la angustia, el asco y la ira. Dichas emociones guían nuestra compleja conducta social, incluidos el deseo de ayudar a otras personas y el impulso de castigar a los que mienten, incluso si ello va a suponer cierto costo para nosotros.
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La manera en que vemos una situación suele influenciar nuestra respuesta emocional a ella. Por ejemplo, si la persona con la que habías quedado para cenar no llega al restaurante, a la hora acordada, podrías enfadarte ante su falta de consideración o podrías temer que haya tenido un accidente de coche. Si luego te enteras de que ha llegado con retraso porque se detuvo a ayudar a alguien que había tenido un infarto, podrías sentirte contento y orgulloso.
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Estas situaciones ponen de manifiesto como nuestros cerebros pueden modificar nuestra experiencia de las emociones basándose en nuestras intenciones y la manera en que percibimos los acontecimientos. Varias áreas del córtex envían información al núcleo del sistema emocional para modificar nuestra percepción de una respuesta emocional. La forma más simple de regulación de las emociones, es la distracción, que desvía tu atención hacia alguna otra cosa, habitualmente solo durante un tiempo.
Cuando la distracción surte efecto, los estudios con imágenes funcionales muestran que la actividad en las áreas emocionales del cerebro decrece. La distracción puede atenuar las emociones negativas asociadas al dolor físico, en parte reduciendo la actividad en algunas áreas que responden al dolor como la ínsula, al mismo tiempo que incrementando la actividad en áreas asociadas con el control de las emociones.
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Una forma más duradera de regular tus emociones es lo que llamamos “revaluación”. Se da cuando reconsideras el significado de un acontecimiento con vistas a modificar sentimientos que te ha inspirado en un primer momento. Por ejemplo, si tu hija pequeña ha tocado una estufa caliente y se ha quemado la mano, al principio puedes sentir enfado porque te ha desobedecido y culpabilidad porque no estabas lo bastante pendiente de ella para evitar que se hiciera daño.
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Si te paras a reflexionar, sin embargo, podrías darte cuenta de que la quemadura no ha sido gran cosa y curará rápidamente, y que tu hija a aprendido una lección valiosa sobre lo importante que es hacer caso de tus instrucciones. La revaluación parece depender del córtex prefrontal y el cingulote. En estudio con imágenes funcionales, las personas que intentan reinterpretar estímulos emocionales muestran activación de dichas regiones. Una revaluación llevada a cabo con éxito da como resultado cambios en otras áreas del cerebro relacionadas con la emoción.
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(*) La doctora Sandra Aamodt, neuróloga e investigadora, (universidades de Rochester y Yale) es también editora de Nature Neuroscience la revista de investigación más destacada en temas relacionados con el cerebro. Con el neurólogo Sam Wang (Profesor en Princeton) ha escrito “Entra en tu cerebro” obra de divulgación, que tuvo gran éxito en el viejo mundo y que se acaba de traducirse al español. De esa fuente, sacados de contexto, son las notas que publicamos en el BLOG.

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