EDAD Y
CALIDAD
DE VIDA
Escribe
GONZALO
CANAL RAMIREZ (*)
Se habla hoy mucho, y con razón, de la “calidad de vida”. Se han multiplicado las cosas a nuestro servicio. Hasta nuestros hijos en la escuela tienen ya la maquinita de bolsillo, para las cuatro operaciones aritméticas y el cálculo, que les facilita la tarea, pero les resta empleo y ejercicio de la obligación de pensar. Y tantos objetos, “cosas” que nos dan bienestar, pero nos quitan uso de nuestras facultades. (N.de R. Recuerde el lector/lectora que este libro se escribió en 1980, pero los aspectos esenciales del tema siguen vigentes, aunque hoy sea el tiempo del PC y el pen drive)
CALIDAD
DE VIDA
Escribe
GONZALO
CANAL RAMIREZ (*)
Se habla hoy mucho, y con razón, de la “calidad de vida”. Se han multiplicado las cosas a nuestro servicio. Hasta nuestros hijos en la escuela tienen ya la maquinita de bolsillo, para las cuatro operaciones aritméticas y el cálculo, que les facilita la tarea, pero les resta empleo y ejercicio de la obligación de pensar. Y tantos objetos, “cosas” que nos dan bienestar, pero nos quitan uso de nuestras facultades. (N.de R. Recuerde el lector/lectora que este libro se escribió en 1980, pero los aspectos esenciales del tema siguen vigentes, aunque hoy sea el tiempo del PC y el pen drive)
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La vida promedio de la antigüedad griega y romana era de 30 años. La Edad Media modificó poco este guarismo. El Renacimiento, que tanto lo mejoró espiritualmente, físicamente no lo aumentó. Hasta mediados del siglo antepasado, la vida humana promedia era de 35 años. Se era viejo a los 40, y a quienes superaban los 60, se les tenían por “ancianos milagrosos”. El caso de los grandes longevos como Miguel Ángel Buonaroti, que hace 400 años se acercó a los 90 en plena capacidad creadora y con fuerza para esculpir el mármol, superaba todo prodigio.
La vida promedio de la antigüedad griega y romana era de 30 años. La Edad Media modificó poco este guarismo. El Renacimiento, que tanto lo mejoró espiritualmente, físicamente no lo aumentó. Hasta mediados del siglo antepasado, la vida humana promedia era de 35 años. Se era viejo a los 40, y a quienes superaban los 60, se les tenían por “ancianos milagrosos”. El caso de los grandes longevos como Miguel Ángel Buonaroti, que hace 400 años se acercó a los 90 en plena capacidad creadora y con fuerza para esculpir el mármol, superaba todo prodigio.
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Hace cien años, el código farmacéutico apenas sobrepasaba los trescientos medicamentos. Hoy ese código tiene más de cinco mil y el promedio de viuda humana, en los más desarrollados pueblos de occidente, es de 75 años, con tendencia a aumentar. Los niños mueren menos, y los ancianos viven más. El caso de Pablo Casals, con un matrimonio feliz a los 73, y capaz de asombrar al mundo con su violoncelo a los 79, o el de Andrés Segovia, padre afortunado a los 76, y capaz de tocar treinta conciertos de guitarra en 40 días, a los 80, es frecuente hoy no solamente en los superhombres, sino en las personas de cada día y en sus actividades comunes. Mire entorno suyo y lo verá.
Hace cien años, el código farmacéutico apenas sobrepasaba los trescientos medicamentos. Hoy ese código tiene más de cinco mil y el promedio de viuda humana, en los más desarrollados pueblos de occidente, es de 75 años, con tendencia a aumentar. Los niños mueren menos, y los ancianos viven más. El caso de Pablo Casals, con un matrimonio feliz a los 73, y capaz de asombrar al mundo con su violoncelo a los 79, o el de Andrés Segovia, padre afortunado a los 76, y capaz de tocar treinta conciertos de guitarra en 40 días, a los 80, es frecuente hoy no solamente en los superhombres, sino en las personas de cada día y en sus actividades comunes. Mire entorno suyo y lo verá.
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Hace cuarenta años, con Guido de Verona, “la vida comenzaba a los 40”. Hoy, con el Dr. Miguel Mosqueira, “la vida comienza a los 50” y ya se profetiza que pronto comenzará a los 60. Para el Dr. Belack los años provectos son “los mejores de la vida”. Este “comenzar” significa llegar a la plenitud de la vida y seguirla viviendo útilmente para los demás y satisfactoriamente para si mismo. “Los decenios de oro” para el varón, el “otoño dorado para la mujer”. Pero cuanto arte se necesita para vivirlos bien.
Hace cuarenta años, con Guido de Verona, “la vida comenzaba a los 40”. Hoy, con el Dr. Miguel Mosqueira, “la vida comienza a los 50” y ya se profetiza que pronto comenzará a los 60. Para el Dr. Belack los años provectos son “los mejores de la vida”. Este “comenzar” significa llegar a la plenitud de la vida y seguirla viviendo útilmente para los demás y satisfactoriamente para si mismo. “Los decenios de oro” para el varón, el “otoño dorado para la mujer”. Pero cuanto arte se necesita para vivirlos bien.
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Desde el punto de vista del consumismo, la “calidad de vida” consiste prevalentemente es que lo que se nos ofrece sea bueno: servicios, mercancías, utensilios, vestidos, recreación, alimentos, transportes... Eso es evidente y debemos exigirlo. Lo necesitamos y lo pagamos. La gran estafa del tercer mundo, en trance de desarrollo, es la de mostrar una falsa calidad de vida. Supermercados con colorido y abundante surtido, pero donde ni los frutos ni las frutas corresponden al sabor y a la sazón de la calidad exigida. Vitrinas con múltiples artículos cuya “calidad” no está de acuerdo a su presentación. Talleres de pomposas instalaciones, cuyas reparaciones no restauran debido los desperfectos de nuestras máquinas, etc. Pero no hablar de las relaciones sociales y humanas, los usos y las costumbres. El superficial barniz del similar.
Desde el punto de vista del consumismo, la “calidad de vida” consiste prevalentemente es que lo que se nos ofrece sea bueno: servicios, mercancías, utensilios, vestidos, recreación, alimentos, transportes... Eso es evidente y debemos exigirlo. Lo necesitamos y lo pagamos. La gran estafa del tercer mundo, en trance de desarrollo, es la de mostrar una falsa calidad de vida. Supermercados con colorido y abundante surtido, pero donde ni los frutos ni las frutas corresponden al sabor y a la sazón de la calidad exigida. Vitrinas con múltiples artículos cuya “calidad” no está de acuerdo a su presentación. Talleres de pomposas instalaciones, cuyas reparaciones no restauran debido los desperfectos de nuestras máquinas, etc. Pero no hablar de las relaciones sociales y humanas, los usos y las costumbres. El superficial barniz del similar.
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El concepto “consumista” de la calidad de vida es parte de la verdad, pero no es toda la verdad, ni siquiera la más importante, sobre todo para el viejo/a. Lo fundamental es la calidad de los valores humanos, pero la de las cosas debe exigirse. La vejez es por sí misma una vida de calidad. Todo en ella debe haberse refinado, mejorado, aquilatado. Se come poco, pero mejor, se hace menos pero se piensa mejor y, así diciendo, con el ejercicio de las demás facultades, reducidas quizás en superficie, pero ampliadas en profundidad. Los valores humanos deben ser para el viejo más valores y más humanos. Las cosas tienen o no su calidad. Pero no es la marca de sus cosas la que determinará la calidad de su vida. Es la de sus valores humanos, ellos si, por sí solos, verdadera riqueza. Sea usted una persona valiosa y no se preocupe de las perlas. Si las tiene las hará valer, si usted vale. Si usted no es válido, sus cosas valdrán apenas lo que paguen en el mercado por ellas. Y eso no es el precio de la vida. Y menos su calidad.
El concepto “consumista” de la calidad de vida es parte de la verdad, pero no es toda la verdad, ni siquiera la más importante, sobre todo para el viejo/a. Lo fundamental es la calidad de los valores humanos, pero la de las cosas debe exigirse. La vejez es por sí misma una vida de calidad. Todo en ella debe haberse refinado, mejorado, aquilatado. Se come poco, pero mejor, se hace menos pero se piensa mejor y, así diciendo, con el ejercicio de las demás facultades, reducidas quizás en superficie, pero ampliadas en profundidad. Los valores humanos deben ser para el viejo más valores y más humanos. Las cosas tienen o no su calidad. Pero no es la marca de sus cosas la que determinará la calidad de su vida. Es la de sus valores humanos, ellos si, por sí solos, verdadera riqueza. Sea usted una persona valiosa y no se preocupe de las perlas. Si las tiene las hará valer, si usted vale. Si usted no es válido, sus cosas valdrán apenas lo que paguen en el mercado por ellas. Y eso no es el precio de la vida. Y menos su calidad.
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La gran tarea de envejecer, es vivir de verdad con nuestras facultades despiertas en operación y producción. El viejo no solamente puede y debe. También está especialmente dotado para lograrlo, si se sabe administrar. Su superficie se reduce, pero sabe en donde esta su hondura.
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(*) Gonzalo Canal Ramírez, es un reconocido especialista en temas de la Tercera Edad. De origen colombiano, esta radicado en España. Estos textos son del libro “ENVEJECER NO ES DETERIORARSE” que ha merecido innumerables ediciones y traducciones desde 1980, año de su aparición en España.
La gran tarea de envejecer, es vivir de verdad con nuestras facultades despiertas en operación y producción. El viejo no solamente puede y debe. También está especialmente dotado para lograrlo, si se sabe administrar. Su superficie se reduce, pero sabe en donde esta su hondura.
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(*) Gonzalo Canal Ramírez, es un reconocido especialista en temas de la Tercera Edad. De origen colombiano, esta radicado en España. Estos textos son del libro “ENVEJECER NO ES DETERIORARSE” que ha merecido innumerables ediciones y traducciones desde 1980, año de su aparición en España.
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