N. de R. Por aquí se ha llegado a decir que el Uruguay está en camino de ser “un país desarrollado” y se canta loas a las “inversiones”, a que descienden los desocupados y otras conquistas del “progreso manuscrito...” y se alzan voces de cierto tono de progreso, de cuanto aumento el salario mínimo. El que lo cobra no es desocupado, pero tampoco puede vivir, aunque es un adorno de la estadística que tanto usamos en estos tiempos. En realidad le den los giros que le den, la nuestra es una sociedad fracturada. Es cierto que una parte vive y gasta como si viviera en un país desarrollado... pero es la menor minoría... y los dejamos con la nota...
FRÍO DE LA TARDECITA
FRÍO DE LA TARDECITA
Escribe
CLAUDIA RAFAEL
CLAUDIA RAFAEL
(APE) Argentina
Martes 27 de julio de 2010
Dicen los números en las estadísticas y en los diarios que cada vez se puede comprar menos. Los números de las estadísticas y los diarios son tan fríos como el frío de la tardecita, cuando la remera que no alcanza a tapar la panza y las zapatillas con ventanita en la punta llegan a los trotes, mojada de emociones, después de un picadito de potrero. Y la mesa de casa tiene tan poco como un mate cocido que calienta pero no nutre y el pan vacío, tan lejanos, la taza y el pan, de los tiempos de la leche con cacao y la rodaja vestida de miel y manteca. Como supieron saborear otros tiempos de otro país. Pero no alcanza y la miel y la leche y el cacao son utopías en la mesa pobre. Porque los números en las estadísticas y en los diarios dejan de ser números y fríos cuando tienen cara y tienen huesos que duelen a la noche.
Hoy hasta el mismo Indec (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos), el de nariz kilométrica poblada de mentiras, reconoció que en junio los productos que más aumentaron fueron el azúcar, la miel, los dulces y el cacao. Y cada vez se torna más extendido el territorio de quienes no acceden con un bolsillo generoso a esos manjares que en el imaginario colectivo estuvieron históricamente asociados a la infancia feliz. A esa maravillosa entelequia en que volvíamos corriendo de la escuela, con el guardapolvos a medio desprender y dispuestos a sentarnos de un salto ante la mesa de una casa tibia y acogedora. A los viejos cuentos en los que podía caber una casita de chocolate en que los chicos se atrevían a desprevenir a los malos de la historia para arrebatarles unos cuantos caramelos multicolores o una hilera de chupetines con los que después hasta se podía silbar una alegre canción.
La canasta básica total del Indec -con la que se mide la línea de la pobreza y que incluye además de los alimentos algunos servicios básicos- subió 1,02% en junio respecto del mes anterior y 15,8% en doce meses. En las antípodas, los centros de estudios privados plantean que los alimentos que cubren las necesidades más elementales aumentaron entre enero y junio un 20 %.
Pobres y jubilados surgen como los más golpeados por ese 20 % de inflación desmedida que va talando los bienes que asoman al mantel de mediodías y cenas.
Los 144 pesos que mes a mes se cobran de asignación por hijo se mantuvieron exactamente igual que en el inicio del plan. Siempre a la espera de los 36 de fin de año siempre y cuando se haya cumplido con vacunas y escuela. Hoy escasamente alcanzan para el 83% de cuanto significaban en diciembre. Los jubilados, en tanto, vieron una suba escasa del 8,21% y hoy pueden comprar apenas el 89% de aquello que compraban hacia la Navidad. Dicho de otra manera: en diciembre, la jubilación mínima alcanzaba a 2,17 canastas alimentarias; en junio, apenas 1,93.
Según Ernesto Kritz, de la consultora SEL, los 432 pesos de una familia que cobra asignación por tres hijos alcanzaban a la mitad de una canasta básica cuando se lanzó el plan y hoy cubre el 40 %. Y para Ecolatina, una familia de cuatro integrantes necesita hoy 288 pesos más de cuanto necesitaba medio año atrás. Con un dato crucial: la misma consultora afirma que el 31.4 % de los argentinos está bajo la línea de pobreza. Que significa no alcanzar los alimentos suficientes para nutrir, para crecer, para llegar a la pelota con una carrera feroz cuando el adversario se acerca peligrosamente.
La inflación parece una topadora sobre la hierba que asoma. Como si huracanes impiadosos hubieran pasado por sobre aquellas nostalgias de un país de sueños para todos. Cada vez hay menos en la mesa y cada vez están más lejos las galeras desde donde la mano audaz podía descubrir una paloma. No hay magia para multiplicar los panes en un país que los multiplica para otros. Donde los solidarios hacen torres del hambre cero con polenta y fideos. Fotografías mediáticas sin nutrientes ni proteínas ni calcios ni hierros para crecer y pensar. Cada vez hay menos en la mesa. Y la panza urgente reclama, porque el futuro está ahí, amaneciendo.
Martes 27 de julio de 2010
Dicen los números en las estadísticas y en los diarios que cada vez se puede comprar menos. Los números de las estadísticas y los diarios son tan fríos como el frío de la tardecita, cuando la remera que no alcanza a tapar la panza y las zapatillas con ventanita en la punta llegan a los trotes, mojada de emociones, después de un picadito de potrero. Y la mesa de casa tiene tan poco como un mate cocido que calienta pero no nutre y el pan vacío, tan lejanos, la taza y el pan, de los tiempos de la leche con cacao y la rodaja vestida de miel y manteca. Como supieron saborear otros tiempos de otro país. Pero no alcanza y la miel y la leche y el cacao son utopías en la mesa pobre. Porque los números en las estadísticas y en los diarios dejan de ser números y fríos cuando tienen cara y tienen huesos que duelen a la noche.
Hoy hasta el mismo Indec (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos), el de nariz kilométrica poblada de mentiras, reconoció que en junio los productos que más aumentaron fueron el azúcar, la miel, los dulces y el cacao. Y cada vez se torna más extendido el territorio de quienes no acceden con un bolsillo generoso a esos manjares que en el imaginario colectivo estuvieron históricamente asociados a la infancia feliz. A esa maravillosa entelequia en que volvíamos corriendo de la escuela, con el guardapolvos a medio desprender y dispuestos a sentarnos de un salto ante la mesa de una casa tibia y acogedora. A los viejos cuentos en los que podía caber una casita de chocolate en que los chicos se atrevían a desprevenir a los malos de la historia para arrebatarles unos cuantos caramelos multicolores o una hilera de chupetines con los que después hasta se podía silbar una alegre canción.
La canasta básica total del Indec -con la que se mide la línea de la pobreza y que incluye además de los alimentos algunos servicios básicos- subió 1,02% en junio respecto del mes anterior y 15,8% en doce meses. En las antípodas, los centros de estudios privados plantean que los alimentos que cubren las necesidades más elementales aumentaron entre enero y junio un 20 %.
Pobres y jubilados surgen como los más golpeados por ese 20 % de inflación desmedida que va talando los bienes que asoman al mantel de mediodías y cenas.
Los 144 pesos que mes a mes se cobran de asignación por hijo se mantuvieron exactamente igual que en el inicio del plan. Siempre a la espera de los 36 de fin de año siempre y cuando se haya cumplido con vacunas y escuela. Hoy escasamente alcanzan para el 83% de cuanto significaban en diciembre. Los jubilados, en tanto, vieron una suba escasa del 8,21% y hoy pueden comprar apenas el 89% de aquello que compraban hacia la Navidad. Dicho de otra manera: en diciembre, la jubilación mínima alcanzaba a 2,17 canastas alimentarias; en junio, apenas 1,93.
Según Ernesto Kritz, de la consultora SEL, los 432 pesos de una familia que cobra asignación por tres hijos alcanzaban a la mitad de una canasta básica cuando se lanzó el plan y hoy cubre el 40 %. Y para Ecolatina, una familia de cuatro integrantes necesita hoy 288 pesos más de cuanto necesitaba medio año atrás. Con un dato crucial: la misma consultora afirma que el 31.4 % de los argentinos está bajo la línea de pobreza. Que significa no alcanzar los alimentos suficientes para nutrir, para crecer, para llegar a la pelota con una carrera feroz cuando el adversario se acerca peligrosamente.
La inflación parece una topadora sobre la hierba que asoma. Como si huracanes impiadosos hubieran pasado por sobre aquellas nostalgias de un país de sueños para todos. Cada vez hay menos en la mesa y cada vez están más lejos las galeras desde donde la mano audaz podía descubrir una paloma. No hay magia para multiplicar los panes en un país que los multiplica para otros. Donde los solidarios hacen torres del hambre cero con polenta y fideos. Fotografías mediáticas sin nutrientes ni proteínas ni calcios ni hierros para crecer y pensar. Cada vez hay menos en la mesa. Y la panza urgente reclama, porque el futuro está ahí, amaneciendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario