martes, 15 de febrero de 2011

CRISIS ALIMENTARIA ¿LA NUEVA BURBUJA QUE SE ESTARIA PREPARANDO?

MORIR DE HAMBRE
NO ES LA OPCIÓN
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Escribe
KATIA

MONTEAGUDO (*)
www.prensa-latina.cu.
http://www.bohemia.cubaweb.cu/
Fuente: “Prensa Latina”
12 de febrero de 2011 –
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(*)Katia Monteagudo- Periodista y escritora cubana. Prensa Latina, Redacción de Temas Globales y Revista Bohemia, Cuba. Se esta especializando en tema alimentos. Transnacionales ganan enormes sumas de dinero en períodos de hambre, mediante la comercialización especulativa de productos de primera necesidad. Se generan graves conflictos en procura de nuevas fuentes de recursos energéticos.Existe La volatilidad extrema de los precios en los mercados agrícolas, sobre todo de los cereales.
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Voces lúcidas del planeta claman que es hora de hacer algo, mientras el mundo se encamina hacia una nueva réplica de la crisis alimentaria del 2008. Los estallidos sociales se suceden uno tras otro con el común detonante del encarecimiento de la vida y el descenso del poder adquisitivo. Las más recientes estadísticas de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) detallan que una de cada seis personas en el mundo padece hambruna crónica. En total, casi mil millones de seres humanos.

No obstante, los londinenses pueden comer ocho mil millones de veces al año, según la alcaldía de la capital del Reino Unido, donde se bota un tercio de los alimentos adquiridos. Miles de ciudadanos protestan hoy en las calles en busca de cambios que reviertan la falta de pan y de trabajo. El hambre enciende la rebeldía en países africanos y asiáticos, aunque el resto del planeta tampoco está quieto.Para el catedrático norteamericano Noam Chomsky las causas de las protestas en el mundo árabe son de larga data.

Egipto y otros países de la región -argumenta- recién pasaron por el período neoliberal, el cual trajo una alta concentración de riquezas y privilegios También provocó un empobrecimiento y parálisis de la mayoría de la población, y eso no se resolverá fácilmente, especifica Chomsky. Esther Vivas, reconocida autora de varios libros sobre movimientos sociales, asegura que la globalización neoliberal, en su trayectoria por privatizar todo ha hecho lo mismo con la agricultura y los bienes naturales.

La cadena agroalimentaria se ha alargado progresivamente -refiere-, y el acceso del pequeño campesinado a la tierra, al agua o a las semillas ya no es un derecho garantizado. Para Janaina Stronzake, dirigente brasileña del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, la especulación financiera es la causante de los altos precios en los alimentos, insostenibles para los que salen a protestar en las calles.
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Sin embargo, en el planeta hay más comida que nunca, refiere la organización internacional GRAIN, la cual indica que estas producciones se han multiplicado por tres desde los años 60, mientras que la población mundial tan solo se ha duplicado en igual período. En la actualidad se elaboran comestibles para casi once mil millones de habitantes, pero se pierde un tercio por falta de infraestructura y por lo desechado en los países del Primer Mundo. Así lo refiere un reciente estudio, auspiciado por el gobierno inglés, con la participación de 400 expertos de 35 países.

El análisis concluye que es necesario introducir cambios radicales en el sistema alimentario para prevenir una crisis global hacia el 2050. Jacques Diouf, director general de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), asegura que la actual inseguridad se mantendrá si no hay decisiones de naturaleza estructural a largo plazo, más voluntad política y recursos financieros. Ello dará lugar -enfatiza- a inestabilidad política en los países y amenazará la paz y la estabilidad del mundo.

"Los discursos y las promesas en las grandes reuniones internacionales, si no van seguidos de hechos, no hacen sino aumentar la frustración y las rebeliones en un planeta que pasará de los seis mil 900 millones de habitantes actuales a nueve mil 100 millones en 2050", alerta Diouf. No obstante, en el mes de enero el índice de precios de la FAO para los comestibles marcó otro récord, al cerrar con 231 puntos, el 3,4 por ciento de incremento, respecto a diciembre de 2010, y el nivel más alto en los 20 años del registro de ese indicador.

Hoy casi la mitad del consumo global de calorías depende de los cereales, aún en las nubes por el acaparamiento y las malas cosechas. "Los nuevos datos muestran claramente que no cede la presión alcista ", indica la economista de la FAO Abdolreza Abbassian. A su entender estos ascensos pueden persistir en los próximos meses, lo que supone un agravamiento en las importaciones de los países con déficit de financiamiento y de productos para la mesa.

Igual generará -amplía- más dificultades para las familias pobres, obligadas a gastar más de las tres cuartas partes de sus ingresos en satisfacer sus estómagos. Para la FAO resulta inminente otra gran crisis alimentaria, y la volatilidad en los precios continuará en los próximos años si no se abordan de una vez las causas estructurales del desequilibrio en la agricultura a nivel global. Este organismo insiste en que el mundo debe crear un suministro suficiente para poder mantener a su población, en constante crecimiento, y que requerirá para el 2050 el 70 por ciento más de lo producido hoy.

Para ello será necesario, apunta el organismo, invertir anualmente 200 mil millones de dólares hasta mediados del siglo. Cifra incomparable con el billón y medio de dólares que cada año se gasta en armamentos. Igual plantea hacer más justo el comercio internacional de productos de la tierra, muy desventajoso para pequeños y medianos campesinos. Países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico proporcionan un apoyo a sus agricultores de 365 mil millones de dólares por año.

En esas naciones -refiere la FAO- gracias a las subvenciones y protecciones arancelarias a favor de los agrocombustibles, se destinan 120 millones de toneladas de cereales del consumo humano al sector del transporte. Igual urge introducir nuevas medidas de transparencia y reglamentación para hacer frente a la especulación en los mercados de futuros de productos provenientes del campo. En un contexto climático marcado por inundaciones y sequías, explica el director general de la FAO, es preciso financiar pequeñas obras de control del agua, medios locales de almacenamientos, carreteras rurales, mataderos y puertos pesqueros.

Sólo de esta manera -afirma- será posible dar seguridad a la producción de alimentos y mejorar la productividad y la competitividad de los pequeños agricultores. También se logrará disminuir los precios al consumo y aumentar los ingresos de las poblaciones rurales, que representan tres cuartas partes de los pobres, especifica Jacques Diouf. Sin embargo, voces campesinas, antineoliberales y ecológicas proponen soluciones más radicales para detonar el modelo dominante de agricultura intensiva, industrial, petrodependiente y deslocalizada que conduce hoy al planeta a una mayor crisis.

La lucha por la soberanía alimentaria es la propuesta por la que muchos comienzan a apostar para garantizar comida para todos. Este concepto fue propuesto por el movimiento internacional de La Vía Campesina, que agrupa a unas 150 organizaciones del campo de 56 países, en el año 1996 en Roma, durante la Cumbre Mundial de la FAO sobre la Alimentación.

Una estrategia que promueve la ruptura con las políticas impuestas por la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Son nuevos mecanismos soberanos de intervención y regulación que permiten estabilizar los precios, controlar las importaciones, establecer cuotas, prohibir el dumping y en momentos de sobreproducción crear reservas para tiempos de escasez. Soluciones concretas para los que hoy protestan en la calles, convencidos de que morir de hambre no es la opción.

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