DE MUBARAK, QUÉ?
Escribe
GUILLERMO
Fuente: “Si Permiso
Sabado 12 de febrero,2011
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(*) GUILLERMO ALMEYRA- Argentino-mexicano, nacido en Buenos Aires. Doctor en Ciencias Políticas (Univ. París VIII), profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco, de México. Miembro del Consejo Editor de “SinPermiso” Columnista habitual en “La Jornada” de México. Periodista y escritor en especial en temas históricos; en esa línea ha publicado sobre los principales referentes del marxismo. Marx,Lenin,Trosky.
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El jueves por la noche Hosni Mubarak todavía creía poder gobernar hasta septiembre próximo y se negó, por lo tanto, a renunciar. El viernes, sin embargo, tuvo que huir en helicóptero, como el ex presidente argentino De la Rúa en diciembre del 2001, porque la rebelión popular inclinó la balanza en su contra incluso en el alto mando militar, compuesto por sus fieles, donde un sector importante cree hoy que es necesario hacer sacrificios importantes con tal de salvar al régimen social que, por ahora nadie discute, pero que está en peligro si continúa la dinámica actual de la revolución apenas iniciada.
En 1952 los Oficiales Libres, encabezados por el general Naguib y dirigidos por Gamal Abdel Nasser, derribaron la monarquía proimperialista. Ellos no formaban parte de los privilegiados del régimen y temían sobre todo que si no encabezaban el cambio, éste podría ser anticapitalista. Por eso, al mismo tiempo que echaron al rey, ahorcaron obreros huelguistas comunistas ya que temían sobre todo las huelgas y la radicalización popular, que Nasser salió a canalizar y contener. Ahora, en cambio, quien derribó a la dictadura apoyada por Estados Unidos, es la juventud estudiantil y trabajadora y el odio popular y no los militares, que forman parte del entorno de Mubarak y que se inclinaron contra éste cuando comenzaron a extenderse las huelgas obreras que pedían, además de mayores salarios, libertad y democracia y se unían a los sectores avanzados de las clases medias.
La división en las capas bajas del ejército (soldados, suboficiales y oficiales de baja graduación) y la presión popular influyeron y dividieron al alto mando militar que, en pocas horas, abandonó al dictador al cual habían quedado en respaldar hasta septiembre como pedía Estados Unidos. Si Mubarak no pudo renunciar ante las cámaras televisivas y ni siquiera pudo traspasarle el poder al vice que había elegido entre sus fieles (el jefe de los Servicios de Inteligencia, Omar Suleiman, torturador, negociador constante con Israel y Washington) sino que tuvo que entregarlo al comando superior de las fuerzas armadas, es porque en ese comando Suleiman no tiene mayoría pues el mismo está dividido entre varias tendencias y la relación de fuerzas entre ellas no está clara ya que depende de la continuación o no de las movilizaciones, ahora no contra el dictador prófugo sino contra todo su régimen, tal como sucedió en Túnez.
La clave de la situación está en los obreros, los trabajadores, las clases medias radicalizadas que forman esta revolución democrática, que es antiisraelí, comienza a ser antiimperialista en su ala más radical y tiene un profundo contenido social que tarde o temprano saldrá a la superficie. No fue Estados Unidos quien presionó para que se fuera Mubarak: el protagonista fue el pueblo árabe, el de Túnez y el de Egipto y mañana el de Argelia. Todo el sistema laboriosamente construido por el Departamento de Estado con Israel y con su agente en El Cairo acaba de caer a pedazos. Los acuerdos de Camp David por los cuales Egipto aislaba a Gaza y sostenía a Israel son papel mojado. Los candidatos a la sucesión de Mubarak presentados sucesivamente por Washington (El Baradei, Omar Suleiman y todos los demás) están fuera de juego porque quien decidirá será la gente en las calles, que está madurando en la lucha y en las privaciones así como en la asamblea continua de la Plaza Tharir.
Hay sin duda un vacío político, que deriva de que los manifestantes están unidos por su odio al régimen, no por un proyecto y de que entre ellos existen sectores dispuestos a conciliar si obtienen reformas importantes para mantener sus negocios o incluso el sistema. Pero ese vacío no lo pueden llenar ni los liberales del Wafd ni los muy moderados de la Hermandad Musulmana que, hay que recordarlo, son sunnitas y no chiítas y dependen de Arabia Saudita y no de Teherán. Los nasseristas de izquierda, en el país y en el ejército, son sobrevivientes, aunque en las bases del ejército exista una fuerte influencia nacionalista antimperialista basada sobre todo en el repudio a la sumisión del gobierno de Mubarak a Washington y a Israel y en la vergüenza por la colaboración con Israel en el aislamiento de los palestinos de Gaza.
Los supuestos temores de Washington a una repetición de lo que sucedió después de la caída del Shah en Irán muestran por lo tanto la arrogante ignorancia de la realidad en Medio Oriente, pero particularmente son instrumentales pues buscan mantener un pretexto para una injerencia en Egipto para salvar el tambaleante dispositivo estadounidense-israelí en toda la región. Aunque la población es musulmana, como en Túnez, en Egipto predominan desde hace tiempo los sentimientos laicos sobre todo entre la población urbanizada. Lo más probable, por lo tanto, es una secesión de gabinetes inestables y sin raíces, dependientes de la conciencia de los trabajadores y el pueblo y del eco de esto entre los militares y los sucesivos ministerios de crisis se verán obligados a hacer concesiones en las que ni siquiera pensaron al hacerse cargo de sus puestos.
Las medidas de fondo –de reforma agraria, de democratización de la familia, la sociedad, de igualdad de género, de estatización de las grandes empresas y bancos extranjeros- estarán en el orden del día, por lo menos en los que ocupan las calles. La clave de la situación está en la continuidad de las movilizaciones hasta barrer los restos del régimen de Mubarak y en definir un programa que, en el plano nacional e internacional, modifica radicalmente la política en Egipto. Si eso sucediera, la Intifada palestina se reanimará, la revolución árabe ganará otros países norafricanos y asiáticos y habrá que ver qué hace Israel, a cuál aventura salvaje se prepara con el apoyo de Washington, pues los dos están sufriendo un durísimo golpe, propinado por el pueblo egipcio movilizado y de pie.
SUGERIMOS INTERESANTES MATERIALES:
PLAZA TAHRIR:
EL GIRO DE LA HISTORIA
Escribe
ROBERT FISK (*)
Fuente: “La Jornada” de México
Domingo 13 de febrero, 2011
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(*)ROBERT FISK= (Inglaterra 1946) Graduado en periodismo en Inglaterra e Irlanda. Desde 1976 fue corresponsal del The Times y el The Independent. Cubrio la guerra civil del Líbano, invasión soviética de Afganistán , la guerra Irak-Irán,, invasión israelí del Líbano, guerra civil en Argelia y las guerras de los Balcanes, el conflicto palestino-israelí , Guerra del Golfo Pérsico. Es uno de los mayores expertos en conflictos de Oriente Medio. Ha entrevistado en profundidad (siendo de los pocos periodistas internacionales que lo ha conseguido) a Osama bin Laden,Es el corresponsal extranjero más premiado. Ha recibido el Premio al Periodista Internacional Británico del Año siete veces (las últimas en 1995 y 1996). También ha ganado el Premio a la Prensa de Amnistía Internacional en el Reino Unido en 1998 y en 2000.
¿En verdad agonizaba?, nos preguntamos durante las pasadas tres semanas. La misma pregunta se hacían los manifestantes de la plaza Tahrir, porque las revoluciones, los levantamientos, intifadas, las explosiones políticas, no tienen reglas ni calendarios. Como en toda página en la historia, al mirar al espejo tenemos que esperar con paciencia el valor, la sangre y la traición. La noche del jueves esperábamos que Mubarak se fuera, pero el anciano se volvió a su pueblo con un discurso de tal narcisismo y autoengaño que nos quitó el aliento. Él era el auténtico foco, el verdadero murciélago salido de la noche. La noche del viernes, el murciélago voló.”
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LA NOTA COMPLETA ESTA AQUÍ:
http://www.jornada.unam.mx/2011/02/12/index.php?section=opinion&article=023a1mun
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¿UN OCTUBRE DEL MUNDO ÁRABE?
Escribe
ATILIO A BORON (*)
Fuente: “Rebelión”
12 de febrero, 2011-02-13.
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Atilio Boron – Escritor. Economista y periodista argentino. Analista y politólogo.director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales. Premio Internacional de la UNESCO José Martí. Centro de Estudios Martianos, La Habana,2009. Profesor Regular Titular de Teoría Política y Social, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires desde 1986. Autor entre otros de La Filosofía Política Moderna.
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“La renuncia de Mubarak significa no sólo su desaparición de la escena pública egipcia sino algo mucho más importante: el derrumbe de un régimen que poco después de la muerte de Nasser, en 1970, se había convertido en el gran gendarme regional de los Estados Unidos y en el paraguas protector de Israel, convalidando con su ascendiente sobre el mundo árabe el lento genocidio de la nación palestina. Tal como escribió uno de los ideólogos del imperio en el New York Times, Thomas Friedman, “Egipto ya nunca volverá a ser lo que fue.”
Efectivamente: y ese es el dolor de cabeza que tienen hoy los administradores imperiales porque el delicado tablero geopolítico de Medio Oriente saltó por los aires. Era una mesa de tres patas: Irán, Egipto e Israel. La primera pata fue quebrada por la revolución islámica en 1979; con dos, su inestabilidad se hizo crónica. Removida la pata egipcia, el tablero de la región crucial del planeta en materia petrolera se desbarató irreparablemente. Estados Unidos, sostén financiero y político del régimen por cuarenta años demostró su impotencia cuando las masas egipcias se adueñaron de calles y plazas y tuvo que resignarse a ser un sorprendido espectador de la crisis, una lección
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LA NOTA COMPLETA ESTA AQUÍ:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=122269
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