O TOQUE DE QUEDA AÉREO
Escribe
JORGE
GÓMEZ BARATA (*)
(especial para ARGENPRESS.info)
viernes 11 de marzo de 2011
.
(*) Jorge Gómez Barata- Profesor, escritor, historiador, investigador y periodista cubano- Vive en La Habana- autor de numerosos estudios sobre EEUU. Especializado en temas de política internacional. Colaborador habitual en los principales medios de prensa, latinoamericanos y extranjeros.
.
Lo que pretende la OTAN en los cielos de Libia no es crear una zona de exclusión aérea, sino imponer un toque de queda en el aire.El establecimiento de una zona de exclusión aérea en Libia tiene tres objetivos: impedir a la aviación leal a Gaddafi operar contra los rebeldes, anular la capacidad del mando libio para transportar tropas mediante helicópteros y aviones, evitar una eventual fuga por aire del gobernante libio y sus familiares y hacer total el bloqueo ya establecido por mar.
.
Tal vez la OTAN se cura en salud ante el temor de que en un espectacular gesto defensivo, Al-Gaddafi, sin nada que perder, riposte con su aviación. En definitiva no necesita portaaviones. Entre la antigua base aérea de Wheelus establecida por Estados Unidos en Trípoli y la costa italiana median menos de 500 kilómetros, distancia alcanzable incluso para los anticuados Mirage o Sukhoi de las fuerzas aéreas libias.
En realidad se trata de una intervención militar y de una arbitraria mutilación de la soberanía de un Estado sobre sus espacios soberanos y, en los hechos, de una formal declaración de guerra. El debate no es si Gaddafi es o no una buena persona o si el poder que ejerce Libia es o no legítimo, sino de si existe o no el derecho internacional y si la soberanía nacional y la autodeterminación deben ser o no respetadas.
Las zonas de exclusión aérea o la prohibición de volar sobre ciudades, regiones u objetivos concretos es una medida corriente desde que existe la aviación comercial y que fue codificada cuando en 1947 se creó la Organización de la Aviación Civil (OACI), organismo especializado de Naciones Unidas encargado de establecer la normas para la seguridad y eficiencia del tráfico aéreo, integrada por 190 países con sede en Montreal.
.
Debido a la vulnerabilidad de los aparatos en el aire y la necesidad de sobrevolar países para cubrir rutas internacionales, las regulaciones para la operación de la aviación son minuciosas y estrictamente observadas por los estados y las líneas áreas. La más común de esas regulaciones obliga a todos los aparatos a utilizar los corredores aéreos al sobrevolar los diferentes países.
La prohibición de vuelos se aplica con mayor rigidez sobre zonas densamente pobladas, bases militares estratégicas, objetivos económicos de alto riesgo como son: centrales nucleares, refinerías y otros. También se decretan zonas de exclusión por períodos de tiempo limitados en caso de ejercicios militares, pruebas de armas o explosiones atómicas. Al establecer zonas de prohibición de vuelos con carácter permanente, las autoridades aeronáuticas lo comunican a la Organización de la Aviación Civil (OACI), que lo registra en las cartas de navegación aérea.
.
La pretensión de algunos países europeos y de la OTAN de establecer una zona de exclusión aérea sobre el territorio libio no sólo carece de precedentes, sino que asume matices insólitos. Jamás se había dado el caso de que se prohíba a un Estado soberano operar su aviación civil y militar dentro de sus fronteras y en el espacio aéreo sobre el cual ejerce soberanía y nunca antes unos países habían decretado una prohibición de vuelos en territorio de otro; entre otras razones porque no hay manera de hacer efectiva una media así sin ir a la guerra.
.
Aunque debido a los avances tecnológicos, se han elevado extraordinariamente las proyecciones del poderío aeronaval a tierra y la existencia de aviación embarcada en portaviones hace posible aproximar las naves militares al territorio de los países beligerantes, no existe ninguna garantía de que pueda administrarse eficientemente una zona de exclusión aérea sobre Libia sin estar en Libia o disponer de impunidad para operar en su espacio aéreo.
Si bien los buques y satélites de la OTAN y los Estados Unidos pueden cubrir el territorio libio con sus radares y detectar el despegue de sus aviones, para derribarlos u obligarlos a interrumpir sus misiones, los aparatos de la Alianza Atlántica deberán irrumpir en territorio Libio, momento en que se exponen a las defensas antiaéreas locales. Por ese significativo detalle, los comandantes militares han advertido a los políticos que para decretar una zona de exclusión aérea sobre Libia, previamente habrá que destruir sus defensas antiaéreas, cosa que implica bombardeos masivos y aun así es imposible asegurar la destrucción del ciento por ciento de las piezas capaces de realizar fuego antiaéreo.
Los países agresores, tratan de obtener el aval del Consejo de Seguridad para decretar la zona de exclusión aérea sobre el territorio libio al amparo del Capítulo VII de la Carta de la ONU para convertir la medida en obligatoria para todos los estados y de ese modo excluir el riesgo de que naciones que no la acaten mantengan en operaciones sus vuelos comerciales hacia y desde Trípoli.
Humillar a Libia es una cosa y obstaculizar la operación de la aviación civil es otra. Rusia, China y otros países que no forman parte de la OTAN, incluso la Organización Internacional de la Aviación Civil, que no son súbditos de la alianza belicista, pueden desafiar la medida y colocar a los pilotos europeos y norteamericanos ante la alternativa de usar las armas para cumplir una caprichosa orden.Tal vez en el Consejo de Seguridad haya países que resistan las presiones de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña y la organización internacional no sea arrastrada a una decisión que significa sobrepasar una tenue línea de no retorno.
En circunstancias como las actuales, para los estados y los pueblos carentes de capacidad militar para enfrentar a Estados Unidos y a las grandes alianzas militares, es importante no admitir nuevos precedentes ni aceptar que con hipócritas alusiones a la seguridad de los rebeldes libios, se mutilen principios difícilmente conquistados. De aprobar la exclusión aérea sobre Libia, la ONU estará pisoteando los principios rectores de su Carta que establecen la soberanía y la autodeterminación de los estados miembros.
Todavía no es demasiado tarde para detener la peligrosa aventura y permitir a los libios que resuelvan ellos sus asuntos. Allá nos vemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario