VÍCTOR J. SANZ (*)
8 de Abril de 2011
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(*) Victor J. Sanz (Alicante, España) Periodista especializado en temas de Política Internacional, con acento en las realidades sociales. Medios en los que participa: KAOSenlaRed. Rebelion, Terecera Información, Agencia Latinoamericana de información, Webislam, Aporrea, De igual a igual, La Haine, Cuba Información, Revista Fusión, Revista Amauta,
.Todos tenemos una idea aproximada de lo que es un paraíso fiscal. Gracias al imaginario colectivo, todos hemos oído hablar de ellos, bien en el cine, bien a través de un chiste en el que quien se ríe es otro… Cuando pensamos en “paraíso fiscal”, el imaginario colectivo nos sirve informaciones estereotípicas que van desde el sonriente hombre de negocios que acarrea un maletín no muy ligero de peso, hasta jets privados que aterrizan junto a playas interminables con palmeras a punto de tocar un agua cristalina…, pero también nos surgen nombres de lugares a los que asociamos con esa idea de “paraíso fiscal”, y pensamos en Suiza, Gibraltar, Islas Caimán…
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Si profundizamos un poco en la amable vestidura del imaginario colectivo, descubriremos que los paraísos fiscales son lugares reales, en los que se esconde dinero real, para evitar una fiscalidad real. El secreto bancario, una fiscalidad inexistente o extremadamente laxa, la evidente falta de cooperación por parte de las autoridades con otros estados y la flagrante falta de regulación mundial al respecto, posibilitan la existencia de estos “paraísos” y atraen a millonarios de todo el mundo. Entre los principales asiduos de estos “paraísos” no solo encontramos acaudalados hombres de negocios “sin bienes reconocidos”, sino que también encontramos compañías, corporaciones transnacionales, bancos, y otras redes de delincuentes.
.Esta ausencia interesada de una regulación internacional fuerte, permite fiscalidades no solo dispares, sino constituyentes de una competencia desleal, lo que fomenta todo tipo de prácticas de más que dudosa legalidad entre personas físicas y jurídicas cuya meta final es la acumulación de capital por y para la especulación.
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El FMI cifra en 18 billones de dólares la suma total de activos y deudas en paraísos fiscales, aproximadamente una tercera parte del PIB mundial. En una correspondencia lineal, el bienestar global carece de estos 18 billones de dólares, y tan solo puede suplirlos de dos maneras, o bien mediante una reducción drástica en el nivel de vida de la población, o bien mediante la petición de créditos de todo o parte del capital evadido, lo que condicionará indirectamente el nivel de vida de la población, que verá cómo parte del presupuesto público de un país es destinado al pago de los intereses de esos préstamos. Lo más doloroso es que una parte considerable de esos préstamos sustitutivos provendrán de ese tercio del PIB amasado, acumulado y evadido por unas pocas manos en los paraísos fiscales.
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Por tanto, cuando conocemos de algún caso de evasión de impuestos, debemos pensar, que quien evade no solo se lleva su dinero, sino también una parte del nuestro. Si además se trata de personajes públicos que se muestran fervorosos patriotas del país al que estafan, al menos la población de tal país, debería tenerlo en cuenta a la hora de prestar atención a dichos personajes, a la hora de pagar por ver sus películas, o por ver sus competiciones deportivas, o a la hora de comprar sus discos.
Aunque en la actualidad se reconocen más de 70 paraísos fiscales en todo el mundo, la legislación española tan solo reconoce 48 de ellos.
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Puede que solo sean impresiones mías, pero creo que la existencia misma de “paraísos fiscales” conlleva la inevitable existencia de los “infiernos fiscales”, donde ardemos en el fuego de la injusticia fiscal la inmensa mayoría de la población de la tierra
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