LA CARTA de ALBERT EINSTEIN
AL Presidente ROOSEVELT en el año 1939
Los Estados Unidos comenzaron a realizar estudios para desarrollar la bomba atómica a raíz de una carta de Albert Einstein al presidente Roosevelt, en la que detallaba que a través de la fisión nuclear se podía generar una bomba de inédito poderío. Años más tarde, pocos meses antes de que la primera bomba fuera lanzada sobre Hiroshima, volvió a escribir a Roosevelt manifestándole su preocupación dado que tenía información de que Estados Unidos había alcanzado la tecnología nuclear, pero poseía indicios de que los militares del Pentágono pensaban lanzarla, tal como ocurrió, sobre objetivos civiles. Einstein no tuvo respuesta de Roosevelt, quien poco después murió.
Su sucesor, Harry Truman, prominente miembro de la masonería norteamericana (al igual que Roosevelt) no dudó en lanzar dos bombas atómicas sobre ciudades japonesas con el pretexto de acortar la duración de la guerra y salvar vidas. Una reciente investigación del autor japonés Tsuyoahi Hasegawa demuestra que el real objetivo de lanzar las bombas atómicas no fue salvar vidas sino impedir que Japón se rindiera ante la Unión Soviética y lo hiciera ante los Estados Unidos.
Tras terminar su guerra con Alemania los soviéticos se aprestaban a invadir Japón, y los Estados Unidos consideraban que Japón no debía quedar —ni total ni parcialmente— bajo el área de influencia soviética. Las bombas de Hiroshima y Nagasaki cumplieron entonces ese objetivo geopolítico que prescindía totalmente de consideraciones humanitarias. El gobierno japonés tampoco estuvo a la altura de las circunstancias tras las bombas atómicas, dado que sólo accedió a rendirse una vez que le fue asegurado que el emperador Hirohito no sería removido de su cargo, lo que tuvo aún más efecto para terminar la guerra en el Pacifico que las propias bombas atómicas.
CARTA DE EINSTEIN A ROOSEVELT:
PORQUÉ SE CREÓ LA BOMBA ATÓMICA
Albert Einstein envió una carta al presidente de Estados Unidos Franklin Roosevelt, en 1939.
Señor Presidente:
Algunos recientes trabajos de E. Fermi y L. Szilard, quienes me han sido comunicados mediante manuscritos, me llevan a esperar, que en el futuro inmediato, el uranio puede ser convertido en una nueva e importante fuente de energía. Algunos aspectos de la situación que se han producido parecen requerir mucha atención y, si fuera necesario, inmediata acción de parte de la Administración. Por ello creo que es mi deber llevar a su atención los siguientes hechos y recomendaciones.
En el curso de los últimos cuatro meses se ha hecho probable -a través del trabajo de Loiot en Francia así como también de Fermi y Szilard en Estados Unidos- que podría ser posible el iniciar una reacción nuclear en cadena en una gran masa de uranio, por medio de la cual se generarían enormes cantidades de potencia y grandes cantidades de nuevos elementos parecidos al uranio. Ahora parece casi seguro que esto podría ser logrado en el futuro inmediato.
Este nuevo fenómeno podría ser utilizado para la construcción de bombas, y es concebible -pienso que inevitable- que pueden ser construidas bombas de un nuevo tipo extremadamente poderosas. Una sola bomba de ese tipo, llevada por un barco y explotada en un puerto, podría muy bien destruir el puerto por completo, conjuntamente con el territorio que lo rodea. Sin embargo, tales bombas podrían ser demasiado pesadas para ser transportadas por aire.
Los Estados Unidos tiene muy pocas minas de uranio, con vetas de poco valor y en cantidades moderadas. Hay muy buenas vetas en Canadá y en la ex-Checoslovaquia, mientras que la fuente más importante de uranio está en el Congo Belga.
En vista de esta situación usted podría considerar que es deseable tener algún tipo de contacto permanente entre la Administración y el grupo de físicos que están trabajando en reacciones en cadena en los Estados Unidos. Una forma posible de lograrlo podría ser comprometer en esta función a una persona de su entera confianza quien podría tal vez servir de manera extra oficial. Sus funciones serían las siguientes:
a) Estar en contacto con el Departamento de Gobierno, manteniéndolos informados de los próximos desarrollos, y hacer recomendaciones para las acciones de Gobierno, poniendo particular atención en los problemas de asegurar el suministro de mineral de uranio para los Estados Unidos.
b) acelerar el trabajo experimental, que en estos momentos se efectúa con los presupuestos limitados de los laboratorios de las universidades, con el suministro de fondos. Si esos fondos fueran necesarios con contactos con personas privadas que estuvieran dispuestas a hacer contribuciones para esta causa, y tal vez obteniendo cooperación de laboratorios industriales que tuvieran el equipo necesario.
Tengo entendido que Alemania actualmente ha detenido la venta de uranio de las minas de Checoslovaquia, las cuales han sido tomadas. Puede pensarse que Alemania ha hecho tan claras acciones, porque el hijo del Sub Secretario de Estado Alemán, von Weizacker, está asignado al Instituto Kaiser Wilheln de Berlín, donde algunos de los trabajos americanos están siendo duplicados.
Su Seguro Servidor,
A. Einstein
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Tiempo más tarde, Albert Einstein estuvo muy arrepentido de esta carta en la que claramente estaba asesorando al presidente de los Estados Unidos acerca de cómo afrontar la creación de la bomba atómica, informándole sobre su poder, dónde conseguir uranio y la manera más efectiva de implicar al gobierno en el experimento que se estaba produciendo. Por ello, Einstein pronunció estas palabras en referencia a la carta que había firmado:
Debido al peligro de que Hitler pudiera ser el primero en tener la bomba, firmé una carta al Presidente. que me había sido sugerida por Szilard. Si yo hubiera sabido que este temor no estaba justificado, yo no habría participado en la apertura de esta caja de Pandora, ni tampoco Szilard. Para mi, la desconfianza hacia los gobiernos no se limitaba a Alemania.
En mayo de 1946 Einstein fue nombrado presidente del Comité de Emergencia de Científicos Atómicos, con el propósito de tener bajo control el manejo de la energía nuclear. Desde ahí pugnó por el desarme nuclear, se pronunció en contra del re armamento de Alemania, y criticó las políticas implementadas por Estados Unidos durante la guerra fría.
Su activismo continuaría casi hasta el día de su muerte el 18 de abril de 1955, año en el que se unió al reclamo del filósofo y matemático Bertrand Rusell por limitar el armamento nuclear. Así continuaría la cruzada contra la era que años atrás fuera iniciada tras descubrir las propiedades del uranio, elemento esencial en una bomba atómica, de las que él mismo informó al presidente de Estados Unidos. Una nueva era armamentista, creada paradójicamente, con la ayuda indirecta de un pacífico y excepcional científico: Albert Einstein.
(En base a materiales de archivo)
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