martes, 12 de julio de 2011

GANANCIAS SE DISPARARON. DESEMPLEO SIGUIO DESASTROSAMENTE ELEVADO.

Miércoles 13 de julio 2011

ESTAFA EN DINERO CORPORATIVO

Escribe
PAUL KRUGMAN (*)
The New York Times News Service
12 de julio 2011
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(*) PAUL ROBIN KRUGMAN (1953) es un economista, divulgador y periodista norteamericano, cercano a los planteamientos neokeynesianos. Actualmente es profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton. Desde 2000 escribe una columna en el periódico New York Times y, también, para el periódico peruano Gestión y el colombiano “La República”. En 2008 fue galardonado con el Premio Nobel de Economía. Ha escrito más de 200 artículos y 21 libros -alguno de ellos académicos
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Observar la evolución de la discusión económica en Washington en el último par de años ha sido una experiencia desalentadora. Mes tras mes se han olvidado las lecciones de la crisis financiera del 2008, y las mismísimas ideas que nos metieron en la crisis –la regulación siempre es mala, lo que es bueno para los banqueros es bueno para Estados Unidos, la reducción de impuestos es el elixir universal– han recuperado su influencia.

Y, ahora, la economía de filtración –en particular, la idea de que cualquier cosa que incrementa las ganancias corporativas es buena para la economía– está haciendo su reaparición.

A primera vista, parece extraño. En los dos últimos años, las ganancias se dispararon mientras el desempleo se ha mantenido desastrosamente elevado. ¿Por qué debería alguien creer que entregar aún más dinero a las corporaciones, sin ningún compromiso, llevaría a la creación más rápida de trabajos?

No obstante, es claro que la filtración está en ascenso –e, incluso, algunos demócratas la creen sin sentido crítico–. ¿De qué estoy hablando? Hay que considerar primero los argumentos que están utilizando los republicanos para defenderSe han olvidado las lecciones de la crisis financiera del 2008, y las mismísimas ideas que nos metieron en la crisis –la regulación siempre es mala, lo que es bueno para los banqueros es bueno para EE.UU., la reducción de impuestos es el elixir universal– las indignantes lagunas fiscales. ¿Cómo puede la gente exigir recortes salvajes a Medicare y Medicaid, y simultáneamente defender exenciones fiscales especiales que favorecen a los gerentes de fondos de cobertura y dueños de jets corporativos?

Bueno, aquí está lo que un portavoz de Eric Cantor, el líder de la mayoría en la Cámara de Representantes, le dijo a Greg Sargent de The Washington Post: “No puedes ayudar a quien gana un salario gravando a quien paga los salarios y ofrece un empleo”. Prosiguió a dar a entender, con falsedad, que las exenciones fiscales en cuestión ayudan principalmente a los pequeños negocios (en realidad, son para las grandes corporaciones, sobre todo). Sin embargo, el argumento básico es que cualquier cosa que deje más dinero en manos de las corporaciones significará más empleos. Es decir, pura filtración.

TAMBIÉN ESTÁ LA CUESTIÓN DE LA REPATRIACIÓN.
Se supone que las corporaciones estadounidenses pagan impuestos sobre las ganancias de sus subsidiarias en ultramar –pero solo cuando se transfieren de regreso a la compañía matriz–. Ahora hay planes en curso –impulsados, claro, por una gran campaña de cabildeo– para ofrecer amnistía, por la cual las corporaciones podrían transferir fondos casi sin pagar impuestos. E, incluso, algunos demócratas apoyan esta idea, diciendo que así se crearían empleos.

Como señalan oponentes a este plan, ya vimos esta película: se ofreció una vacación fiscal parecida en el 2004, con una charla promocional similar. Y fue un fracaso total. Las compañías sí aprovecharon la amnistía para transferir mucho dinero a Estados Unidos.

Sin embargo, usaron ese dinero para pagar dividendos, liquidar deuda, comprar a otras empresas, recuperar sus propias acciones –prácticamente de todo, excepto incrementar la inversión y crear empleos–. En efecto, no hay evidencia de que la vacación fiscal del 2004 haya hecho alguna cosa siquiera para estimular a la economía.

Lo que la vacación fiscal sí hizo, no obstante, fue dar a las grandes corporaciones una oportunidad para evitar pagar impuestos, porque al final habrían repatriado y pagado impuestos sobre gran parte del dinero que trajeron debido a la amnistía. Y también les dio a estas corporaciones un incentivo para llevarse aún más empleos a ultramar, ya que ahora saben que hay bastantes posibilidades de que puedan traer las ganancias generadas en otros países casi sin pagar impuestos con futuras amnistías.

No obstante, como dije, hay un empuje para repetir este desempeño desastroso. Y en esta ocasión las circunstancias son aún peores. Solo hay que plantearse: ¿cómo puede alguien imaginar que la falta de efectivo corporativo es lo que está retrasando la recuperación de Estados Unidos en este momento? Después de todo, se entiende ampliamente que las corporaciones ya tienen grandes cantidades de efectivo que no están invirtiendo en sus propios negocios.

De hecho, ese dinero ocioso se ha convertido en un importante tema en la conversación conservadora, y los derechistas dicen que los negocios no invierten debido a la incertidumbre política. Eso es casi seguramente falso: la evidencia dice en forma convincente que la verdadera razón por la cual los negocios ocultan el efectivo es la falta de demanda de los consumidores. En cualquier caso, si las corporaciones ya tienen bastante efectivo que no usan, ¿por qué darles una exención fiscal que se suma a esta pila de efectivo haría alguna cosa para acelerar la recuperación?

No lo haría, claro; los argumentos de que una vacación fiscal corporativa crearía empleos, o que terminar las exenciones fiscales para los jets corporativos eliminaría empleos, son tonterías.

Entonces, aquí está lo que se debería responder a quienquiera que defienda los grandes regalos para las corporaciones: el problema que enfrenta Estados Unidos no es la falta de efectivo corporativo. Los grandes negocios ya tienen el dinero que necesitan para expandirse; lo que les falta es una razón para expandirse, ya que los consumidores aún están contra las cuerdas y el gobierno recorta el gasto.

Lo que necesita nuestra economía es que el gobierno cree empleos directos y que haya asistencia pública para la deuda hipotecaria de los consumidores estresados. Lo que menos necesita es una transferencia de miles de millones de dólares para las corporaciones que no tienen ninguna intención de contratar a nadie, excepto más cabildeadores.
2011 The New York Times News Service

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