Lunes 9 de enero de 2012
HEGEMONÍA
Y GEOPOLÍTICA NUCLEAR
Escribe
JORGE
GÓMEZ
BARATA (*)
Publicó
ARGENPRESS.info
7 de enero de 2012
.
((((*)
JORGE GOMEZ BARATA- Profesor, escritor, historiador, investigador y periodista
cubano- Vive en La Habana- autor de numerosos estudios sobre EEUU. Especializado en temas de política
internacional. Colaborador habitual en los principales medios de prensa, latinoamericanos
y extranjeros. Hadicho que “En todas las esferas del saber y de
la práctica social, incluyendo la economía, la verdad es siempre sencilla, ...”
.
Cuando
parecía que la existencia de arsenales con miles de armas nucleares dejaba de
ser un peligro y un secreto, el hecho de que Corea tenga una bomba o la
sospecha de que Irán pueda producir alguna, se ha convertido en una obsesión
para quien menos debería temer.
A fines
de 2009 Estados Unidos contaba con: 5 113 cabezas nucleares; mientras el potencial
ruso se estimaba en unas 4 600. Sumando todas las ojivas atómicas (almacenadas
y obsoletas) entre las dos superpotencias alcanzaban las 22 613. Los otros
siete países nucleares: Francia, Reino Unido, China, Pakistán, India, Corea del
Norte e Israel añadían unos mil artefactos.
Sin
contar silos y otros emplazamientos terrestres, submarinos, portaaviones y
aviones, grandes buques y misiles, por cada bomba atómica que posea Corea del
Norte, Estados Unidos puede tener más de dos mil. Excepto Rusia, con
variaciones en las proporciones, la cuenta es válida para cualquier otro
Estado. En términos nucleares ningún país (excepto que quiera suicidarse)
constituye un riesgo al que Estados Unidos o Rusia no puedan responder
abrumadoramente.
¿Por
qué entonces la exagerada preocupación norteamericana porque Irán o Corea del
Norte posean una o varias bombas? No se trata de seguridad, sino de
geopolítica.
La
respuesta tiene dos partes:
1)
Ahora ni nunca Corea del Norte o Irán podrán afectar la seguridad y mucho menos
la supervivencia de los Estados Unidos, aunque si quebrar su hegemonía. Tal vez
se trata de eso.
2)
Además de su seguridad, Estados Unidos responde por la de algunos de sus
aliados, principalmente: Israel que con apenas 21 946 km² puede ser diezmado
por un golpe nuclear y Corea del Sur con menos de 100 000 km².
En
cualquier caso más que protagonista de los contenciosos nucleares del momento
(Medio Oriente y Corea), Estados Unidos es rehén de sus aliados a los cuales es
preciso proteger porque ellos constituyen la garantía de la presencia
norteamericana en aéreas claves y en contextos donde el imperio, ha de actuar
por persona interpuesta.
Provocar
el desarme nuclear de Corea del Norte es vital para Estados Unidos que suma su
poderío atómico y convencional desplegado en Corea del Sur y los mares
adyacentes al de las fuerzas armadas de Seúl.
El
conjunto forma un impresionante dispositivo de: tropas terrestres y blindados y
destacamentos aeronavales de importancia estratégica para sostener la presión que
ejerce sobre China y Rusia, países a los cuales desde Corea del Sur puede
alcanzar con todas las armas, incluso acceder por tierra.
Respecto
al Medio Oriente, de no ser por sus obligaciones con Israel quien presta a
Washington un extraordinario servicio en el control de la región, para Estados
Unidos sería irrelevante las armas que pudiera o no tener Irán.
Aunque
poseer los yacimientos petrolíferos o ponerlos bajo la custodia de gobiernos
aliados es importante para Norteamérica, ello no significa que allí donde tal
situación no se alcance haya que librar costosas guerras para obtenerlo.
Ninguno de los grandes productores de petróleo lo quiere para sí y todos se
esfuerzan por venderlo en las mayores cantidades posibles. Venezuela, a pesar
de su conflictiva relación con los Estados Unidos, mantiene estable los
suministros a ese país.
En
cuanto a Corea del Norte desde el gobierno de Clinton se encontraron formulas
para avanzar en la seguridad nuclear de la región que, dicho sea de paso,
colapsó primero en Japón y, en diferentes momentos se han dado pasos adelante
respecto al desarme nuclear en la península que no avanzó más por la
inconstancia y la falta de voluntad política de Washington.
La
estrategia de Estados Unidos de examinar las cuestiones nucleares en el Medio
Oriente y la península coreana, al margen de los intereses de seguridad de los
países concernidos y de otros factores políticos, militares y económicos en la
región, constituye una posición totalmente inviable.
Si bien
Irán debido a su condición de firmante del Tratado de No Proliferación,
renunció al derecho a desarrollar armas nucleares (cosa que insistentemente
ratifica), tampoco Israel tiene tal prerrogativa. Pedirle al Estado persa que
viva eternamente bajo la amenaza nuclear israelí, es lo mismo que pedirle a
Israel que se desarme frente a sus adversarios árabes.
En
realidad sólo una política de contención nuclear justa, equilibrada e igual
para todos los países que se diseñe tomando en cuenta las realidades vigentes,
podrá aportar soluciones justas y duraderas.
De
existir una verdadera voluntad política de todas las partes incluyendo a
Israel, Europa y los Estados Unidos, no parece excepcionalmente difícil
desactivar los más peligrosos contenciosos nucleares. Lo que parece imposible
es lograrlo a la usanza imperial que propone una versión atómica de la “ley del
embudo”. Allá nos vemos.
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