Sábado
7 de enero de 2012
REFLEXIONES
DEL COMPAÑERO FIDEL CASTRO:
LA
MARCHA HACIA EL ABISMO
PARTE
DOS
Escribe
FIDEL
CASTRO RUZ
CASTRO RUZ
Fuente:
“CubaDebate”
(VIENE
DE LA PARTE UNO) Persistí, no obstante, en mi interés sobre el tema. Han
transcurrido solo varios meses y el gas de esquisto no es ya noticia. En
vísperas del nuevo año se conocían ya suficientes datos para ver con toda
claridad la marcha inexorable del mundo hacia el abismo, amenazado por riesgos
tan extremadamente graves como la guerra nuclear y el cambio climático. Del
primero, ya hablé; del segundo, en aras de la brevedad, me limitaré a exponer
datos conocidos y algunos por conocer que ningún cuadro político o persona
sensata debe ignorar.
Ese es
el derecho que va quedando a los ciudadanos de nuestro mundo en virtud de los
actos de un gobierno cuya constitución, aprobada en el Congreso de Filadelfia
en 1776, establecía que todavía los hombres nacían libres e iguales y a todos
les concedía el Creador determinados derechos, de los cuales no les quedan ya,
ni a los propios norteamericanos ni a ciudadano alguno del mundo siquiera el de
comunicar por teléfono a familiares y amigos sus sentimientos más íntimos.
La
guerra, sin embargo, es una tragedia que puede ocurrir, y es muy probable que
ocurra; más, si la humanidad fuese capaz de retrasarla un tiempo indefinido,
otro hecho igualmente dramático está ocurriendo ya con creciente ritmo: el
cambio climático. Me limitaré a señalar lo que eminentes científicos y
expositores de relieve mundial han explicado a través de documentos y filmes
que nadie cuestiona.
Es bien
conocido que el gobierno de Estados Unidos se opuso a los acuerdos de Kyoto
sobre el medio ambiente, una línea de conducta que ni siquiera concilió con sus
más cercanos aliados, cuyos territorios sufrirían tremendamente y algunos de
los cuales, como Holanda, desaparecerían casi por entero.
El
planeta marcha hoy sin política sobre este grave problema, mientras los niveles
del mar se elevan, las enormes capas de hielo que cubren la Antártida y
Groenlandia, donde se acumula más del 90% del agua dulce del mundo, se derriten
con creciente ritmo, y ya la humanidad, el pasado 30 de noviembre de 2011,
alcanzó oficialmente la cifra de 7 mil millones de habitantes que en las áreas
más pobres del mundo crece de forma sostenida e inevitable.
Estados
Unidos es hoy no solo el promotor de esas guerras, sino también el mayor
productor y exportador de armas en el mundo.
Como es
conocido, ese poderoso país ha suscrito un convenio para suministrar 60 mil
millones de dólares en los próximos años al reino de Arabia Saudita, donde las
transnacionales de Estados Unidos y sus aliados extraen cada día 10 millones de
barriles de petróleo ligero, es decir, mil millones de dólares en combustible.
¿Qué será de ese país y de la región cuando esas reservas de energía se
agoten?.
No es
posible que nuestro mundo globalizado acepte sin chistar el colosal derroche de
recursos energéticos que la naturaleza tardó cientos de millones de años en
crear, y cuya dilapidación encarece los costos esenciales. No sería en absoluto
digno del carácter inteligente atribuido a nuestra especie.
En los
últimos 12 meses tal situación se agravó considerablemente a partir de nuevos
avances tecnológicos que, lejos de aliviar la tragedia proveniente del derroche
de los combustibles fósiles, la agrava considerablemente.
Científicos
e investigadores de prestigio mundial venían señalando las consecuencias dramáticas
del cambio climático.
En un
excelente documental fílmico del director francés Yann Arthus-Bertrand,
titulado Home, y elaborado con la colaboración de prestigiosas y bien
informadas personalidades internacionales, publicado a mediados del año 2009,
este advirtió al mundo con datos irrebatibles lo que estaba ocurriendo.
Con
sólidos argumentos exponía las consecuencias nefastas de consumir, en menos de
dos siglos, los recursos energéticos creados por la naturaleza en cientos de
millones de años; pero lo peor no era el colosal derroche, sino las
consecuencias suicidas que para la especie humana tendría. Refiriéndose a la
propia existencia de la vida, le reprochaba a la especie humana: "Te
beneficias de un fabuloso legado de 4 000 millones de años suministrado por la
Tierra. Solamente tienes 200 000 años, pero ya has cambiado la faz del
mundo."
No
culpaba ni podía culpar a nadie hasta ese minuto, señalaba simplemente una
realidad objetiva. Sin embargo, hoy tenemos que culparnos todos de que lo
sepamos y nada hagamos por tratar de remediarlo.
En sus
imágenes y conceptos, los autores de esa obra incluyen memorias, datos e ideas
que estamos en el deber de conocer y tomar en cuenta.
En
meses recientes, otro fabuloso material fílmico exhibido fue Océanos, elaborado
por dos realizadores franceses, considerado el mejor film del año en Cuba; tal
vez, a mi juicio, el mejor de esta época.
Lo que
motivó para mí el deber de escribir estas líneas no surgió de los hechos
referidos hasta aquí, que de una forma u otra he comentado anteriormente, sino
de otros que, manejados por intereses de las transnacionales, han estado saliendo
a la luz dosificadamente en los últimos meses y sirven a mi juicio como prueba
definitiva de la confusión y el caos político que impera en el mundo.
Hace
apenas unos meses leí por primera vez algunas noticias sobre la existencia del
gas de esquisto. Se afirmaba que Estados Unidos disponía de reservas para
suplir sus necesidades de este combustible durante 100 años.
Como
dispongo en la actualidad de tiempo para indagar sobre temas políticos,
económicos y científicos que pueden ser realmente útiles a nuestros pueblos, me
comuniqué discretamente con varias personas que residen en Cuba o en el
exterior de nuestro país.
Curiosamente,
ninguna de ellas había escuchado una palabra sobre el asunto. No era desde
luego la primera vez que eso sucedía. Uno se asombra de hechos importantes de
por sí que se ocultan en un verdadero mar de informaciones, mezcladas con
cientos o miles de noticias que circulan por el planeta
(CONTINUA
EN LA PARTE TRES)
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