Miércoles
1º de febrero de 2012
CONFLICTO
AMBIENTAL EN FAMATINA
LAS
AUTORIDADES QUIEREN
LO QUE
LA GENTE NO QUIERE.
Fuente:
EDITORIAL
de
“LA
NACION” Buenos Aires
Martes
31 de enero de 2012
La
preservación del patrimonio natural se asegura con participación ciudadana, y
la explotación, con controles estrictos.
La construcción de una mina para la extracción de oro a cielo abierto en
el cerro Famatina, en la precordillera de la provincia de La Rioja, ha
provocado un nuevo conflicto ambiental en el país. Y es que cada nuevo
enfrentamiento parece olvidar los anteriores, que tienen un mismo origen: las
autoridades quieren lo que la gente no quiere.
Ocurre
que se plantean ciertas actividades como un progreso "irremediable",
que no tiene alternativa, y quizá la ciudadanía se ha dado cuenta, antes que la
clase política, que existe una visión oportunista del progreso, una concepción
que puede poner en peligro nuestros recursos más imprescindibles, y es la
ciudadanía la que dice no.
Afortunadamente
el gobernador de La Rioja, Luis Beder Herrera, garantizó que "no va a
haber otra actividad mientras la gente no esté de acuerdo", razón por la
que el gobierno provincial analiza someter ese proyecto minero a una consulta
popular que podría ser convocada antes de mediados de año.
Sin
duda, este gobierno nacional y los de algunas provincias se han mostrado
indiferentes a los impactos ambientales de la minería. Basta mencionar que en
los años de Néstor Kirchner se construyó Veladero; el megayacimiento de oro de
la Barrick, en San Juan, y se abrieron minas en Santa Cruz, Chubut y Jujuy,
entre otras, y los impactos ambientales fueron desoídos en todos los casos.
Quizás el caso más resonante haya sido el veto a la ley de glaciares en 2008,
vinculado estrechamente con la propuesta de la Barrick Gold en San Juan: la
norma, aprobada en octubre de ese año por unanimidad de ambas cámaras,
establecía la protección de los glaciares y periglaciares y la prohibición de
actividades que pudieran afectarlos, como las actividades mineras, petrolíferas
y obras de infraestructura inadecuadas.
Curiosamente
y sin mayor fundamento, nuestra presidenta vetó la norma debido a que la ley
"daría preeminencia a los aspectos ambientales por encima de actividades
que podrían autorizarse y desarrollarse en perfecto cuidado del medio
ambiente".
Por
eso, no llaman la atención las fuertes declaraciones del gobernador de San
Juan, José Luis Gioja, que comparó a los ambientalistas que critican el
proyecto minero en la localidad riojana de Famatina con Adolf Hitler y afirmó
que "hay algunas coincidencias" entre el régimen nazi y los
ecologistas, expresiones por las que el mandatario fue denunciado ayer ante el
Inadi.
Sin
embargo, y sin perjuicio de las desatinadas frases de Gioja, el conflicto de
Famatina ya comenzaba a recordar el caso de Esquel cuando, luego de un largo
proceso en el que se discutió acerca de aspectos ambientales y económicos de la
explotación de una mina de oro a pocos kilómetros de la ciudad, se realizó una
consulta popular para conocer la opinión de la comunidad sobre el
emprendimiento.
En
aquel momento un 80 por ciento dijo no a la mina. Esa contundente respuesta
sorprendió a las autoridades, las que debieron aceptar, no sin algún disgusto,
que las comunidades ya no se conformaban con votar y delegar en sus gobernantes
ciertas decisiones fundamentales para el futuro de su lugar.
Las
movilizaciones por estos temas son una oportunidad para encontrar un consenso
en torno a una actividad que, con los debidos controles y claras reglas de
juego, y en concordancia con las más altas normas internacionales, puede
contribuir al desarrollo sostenible de un gran número de provincias de nuestro
país.
En los
últimos años nuestro país ha asistido a conflictos ambientales que demuestran
que no existe una dimensión estratégica para el crecimiento. Una planificación
con mayor transparencia e información que exprese en qué lugar queremos
determinadas actividades, cómo desarrollarlas, y dónde no. De alguna manera, no
dejar librado el futuro a un oportuno mejor postor, sino saber hacia dónde y
cómo queremos crecer, cuándo estamos ante un verdadero progreso y cuándo se
trata de un riesgo inaceptable..
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