JUEVES 1º de MARZO de 2012
ARGENTINA:
FALSOS
DILEMAS DE LA “CUESTIÓN MINERA”
Escribe
JAVIER GARIN (*)
(INFOSUR)
“ARGENPRESS.Info”
29 de
febrero de 2012
.
(*)JAVIER GARIN El escritor y abogado de DDHH. Abogado de
derechos humanos, ambientalista y escritor, autor de libros de DDHH e historia.
Es el representante legal de la comunidad de Andalgalá, contra la Megamina de
Agua Rica. Mantiene el Blog: “Manual Popular de Derechos Humanos”
.
Como
abogado de los vecinos de Andalgalá, Catamarca, que se oponen a la Megamina de
Agua Rica, recojo la invitación formulada por la señora Presidenta de debatir
la cuestión minera. La oportunidad es propicia, ya que se cumplen dos años de
la feroz represión que sufrió la gente de Andalgalá por orden del gobernador
radical Brizuela del Moral, y ahora se teme que -pese a haber cambiado las
autoridades provinciales- vuelva a producirse otra. Aclaro mi condición de
militante kirchnerista a fin de que no se me sospeche de intencionalidades
aviesas o animosidad contra la actual gobernadora.
Para
debatir con seriedad, conviene dejar a un lado deformaciones -intencionadas o
no- que circulan en la discusión pública, disipando falsos dilemas.
1)
NADIE SE OPONE A LA MINERÍA
SINO A
LA MEGAMINERÍA DEPREDATORIA.
Los
pueblos cordilleranos no están en lucha debido a una “irracional oposición a la
minería y al desarrollo”, como piensan algunos, o a la “interferencia de
agitadores foráneos”, sino por motivos legítimos y serios. Muchos de estos
pueblos, como Andalgalá, tienen una tradición minera secular, y a nadie se le
ocurre que haya que abolir la minería en general, como a nadie se le ocurre que
se deba dejar de cultivar los campos, actividades económicas básicas. Por
tanto, quédense tranquilos los mineros de Olavarría o de Río Turbio: la cosa no
va contra ellos.
La
oposición es a la MEGAMINERÍA A CIELO ABIERTO DE ALTO IMPACTO EN CERCANIAS DE
LAS CIUDADES O DE SUS FUENTES DE AGUA, que llevan adelante las multinacionales
aplicando metodologías restringidas en sus países de origen, y que amenazan con
desertificar y destruir el entorno donde estos pueblos se asientan desde
antiguo.
Andalgalá
es una ciudad de 20.000 habitantes ubicada en el oeste catamarqueño, segunda en
importancia luego de San Fernando. Los pobladores viven de actividades
tradicionales de agricultura, minería, comercio, turismo, administración. La
vida es tranquila y el entorno hermoso, ya que se encuentra ubicada al pie del
Nevado del Aconquija, declarado santuario natural por la carta orgánica
municipal. Justamente en el Nevado, a sólo 17 km de la ciudad y a 3200 metros
de altitud, se intentó establecer una Megamina -Agua Rica- cuyas dimensiones se
estiman en tres veces las de Bajo La Alumbrera, y su vida útil en 24 años.
Este mega
emprendimiento, proyectado por una multinacional al amparo de la legislación
sancionada por el menemismo -que permite que se lleven al extranjero las
riquezas obtenidas con muy poco beneficio proporcional para el erario-, fue
evaluado por un equipo interdisciplinario de la Universidad Nacional del
Tucumán (la cual, dicho sea de paso, es claramente pro minera y no está
manejada por “locos ambientalistas”), y resultó que tenía serios inconvenientes
para el medio ambiente y la salud de los andalgalenses. Por la ubicación de la
mina y su escombrera en las nacientes del río Andalgalá, en zona de
inestabilidad geológica, se determinó que había posibilidades ciertas de
contaminación de las aguas superficiales y subterráneas con residuos tóxicos.
Contaminación
crítica de la atmósfera por la suspensión de partículas producto de las detonaciones
masivas, contaminación visual del paisaje, contaminación auditiva y
vibraciones, y peor aún, riesgo de avalanchas y desplazamientos masivos de
material sobre la ciudad que podía quedar tapada de barro y piedras (como de
hecho ha ocurrido en varios lugares del mundo). El minero de Olavarría puede
ridiculizar el reclamo de los andalgalenses porque no es él quien corre el
riesgo de perder su casa, sus propiedades, su salud y su trabajo a causa de un
emprendimiento tan peligroso y tan mal ubicado.
Incluso
se llegó a proyectar, en el delirio de los mega emprendimientos, la explotación
de un yacimiento conocido como Pilciao 16, el cual se encuentra situado… ¡en el
subsuelo mismo de la ciudad del Andalgalá! ¿Cómo se haría? Echando a los
habitantes y pagándoles una misérrima indemnización. Oponerse a esto es para
algunos oponerse al “progreso”.
La
megaminería se basa en la búsqueda de partículas minerales dispersas en grandes
masas montañosas y no en vetas o yacimientos concentrados. Para ello las
multinacionales desarrollaron un procedimiento consistente en la voladura y
triturado de cerros enteros, detonando toneladas de explosivos por día. Los
restos se someten a una “sopa tóxica” para separar los metales, la cual insume
millones de litros de agua diarios y requiere la aplicación de productos
químicos altamente venenosos. En zonas de fallas geológicas como la de Agua
Rica hay riesgos de filtraciones al subsuelo. El agua requerida se extraería de
las reservas acuíferas que tienen más de diez mil años de antigüedad y que son
el reaseguro futuro de las poblaciones de la zona, la cual se caracteriza por
su extrema aridez.
Las
partículas en suspensión en el aire pueden producir cáncer y otras enfermedades
respiratorias. Cuando termina sus actividades, la multinacional se retira y
deja tierra arrasada. Todo para extraer un metal de valor convencional y
suntuario cuyo utilidad industrial es ínfima y cuyas ganancias aprovechan los
países de origen. El Parlamento Europeo recomendó prohibir este tipo de
megaminería en 2010. Pero los andalgalenses deben ser silenciados porque se
oponen al “progreso”. ¿Al progreso de quién?
2)
PODEMOS DESARROLLARNOS
SIN
DESTRUIR EL ENTORNO.
Otro
falso dilema consiste en contraponer el desarrollo al cuidado del medio
ambiente. Esto se origina en la experiencia histórica de Europa y Estados
Unidos, que llevaron adelante sus procesos de industrialización y desarrollo
capitalista, en los tres últimos siglos, con un gran costo ambiental,
deteriorando sus riquezas naturales de manera calamitosa. América del Sur -el
continente de Naturaleza más rica y biodiversa del mundo- ha comenzado un
proceso de desarrollo altamente positivo para sus pueblos, y tiene la ventaja
de poder llevarlo adelante aprendiendo de los errores ajenos para no repetirlos.
Tenemos la oportunidad histórica de desarrollarnos sin destruir nuestros
magníficos bienes naturales.
El
desarrollo al que pueden y deben aspirar nuestros pueblos implica la
utilización de esos bienes naturales de manera racional y sustentable, sin
arrasarlos ni “matar a la gallina de los huevos de oro”, entendiéndolos como un
patrimonio que debe ser administrado pensando también en las generaciones
futuras, para que no se encuentran a su tiempo con un continente devastado.
Esto se puede hacer si nuestros pueblos dejan de pensar el desarrollo como una
imitación servil de los paradigmas agotados del Primer Mundo. El neo
desarrollismo actualmente en boga contiene resabios de pensamiento colonizado
que deben ser reexaminados y rediscutidos, ya que no sólo los gobiernos son
“gobiernos en disputa”, sino también lo son los modelos de desarrollo.
Apoyo
fervientemente a los gobiernos populares de América Latina, que obtuvieron
grandes logros en muchos terrenos, pero debo advertir que a lo largo de todo el
continente asistí al mismo falso conflicto entre desarrollo y protección
ambiental. Aún no se comprende muy bien que podemos desarrollarnos sin destruir
la Amazonia, sin arrasar las montañas y sin pudrir los ríos, mediante
planificación estratégica y racional, intervención y regulación gubernamental
que ponga límites a la codicia y al “viva la Pepa” de la mal llamada “libertad
de mercados“. Ya lo había previsto ese gran visionario que fue Perón, que hace
cuarenta años llamaba a proteger los tesoros naturales de América Latina ante
la codicia expoliadora. Perón estaba muy preocupado por la sobreexplotación de
los recursos a nivel mundial y sostenía que la Humanidad por ese camino no
podría transitar mucho tiempo, algo que muchos que se dicen peronistas
desconocen.
3) EL
AMBIENTE SANO Y EQUILIBRADO
ES UN
DERECHO HUMANO FUNDAMENTAL.
Los pueblos
tienen derecho a desarrollarse y también a que este desarrollo sea
“sustentable”, es decir, respetuoso del medio ambiente, al que deben preservar
y no deteriorar innecesaria o irracionalmente. Ya lo decía Néstor Kirchner en
Gualeguaychú, durante el conflicto por las papeleras: “Tenemos que defender
nuestras cosas, nuestra gente, nuestra tierra. Tenemos que abrazarnos a nuestra
bandera y amar a la tierra para poder construir la sociedad que nos merecemos
(…) los primeros que deben dar el ejemplo son el presidente, los funcionarios,
los gobernadores y los intendentes”
4) NO
HAY QUE REGALAR LA
BANDERA AMBIENTAL A LOS OPORTUNISTAS.
Aún
frente a los reclamos más legítimos aparecen inevitablemente los opositores
oportunistas y los medios monopólicos que, con su hipocresía, pretenden sacar
provecho. Pero ello no descalifica per se al reclamo. Es muy tonto atribuirlo
todo a la malicia de un multimedios, al extremo de justificar la represión y
burlarse de los pueblos cordilleranos. Actuar así, tan neciamente, es ponerse
en el preciso lugar donde la oposición quiere que esté el oficialismo, para
pegarle mejor. ¿Cómo es que hay algunos compañeros que no lo comprenden? ¿No
ven que lo que más ha irritado y descolocado a los opositores fue la capacidad
de Néstor y Cristina de estar siempre en sintonía con la gente y no reprimir
nunca? Y si alguna política ha sido equivocada, el revisarla no es signo de
debilidad sino de inteligencia.
La
defensa del medio ambiente no es sólo algo políticamente conveniente. Sobre
todo, es un acto de racionalidad previsora a largo plazo y de justicia con los
pueblos cordilleranos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario