miércoles, 7 de marzo de 2012

LA DERROTA DEL FASCISMO NO DEPUSO LA CUESTIÓN DEL PODER GLOBAL SINO QUE PROMOVIÓ SU REALIZACIÓN DE OTRA MANERA.


Jueves 8 de marzo de 2012

NOVEDADES POLÍTICAS

Escribe
JORGE
GÓMEZ BARATA (*)
Fuente:
ARGENPRESS.info
7 de marzo de 2012
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(*) JORGE GÓMEZ BARATA- Profesor, escritor, historiador, investigador y periodista cubano- Vive en La Habana- autor de numerosos estudios sobre EEUU.  Especializado en temas de política internacional. Colaborador habitual en los principales medios de prensa, latinoamericanos y extranjeros. Hadicho que “En todas las esferas del saber y de la práctica social, incluyendo la economía, la verdad es siempre sencilla, ...”
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EN LA PRESENTACIÓN DE SUS MEMORIAS: GUERRILLERO DEL TIEMPO, CONTADAS A LA PERIODISTA KATIUSKA BLANCO, FIDEL CASTRO HA DICHO: “PREFIERO EL VIEJO RELOJ, LOS VIEJOS ESPEJUELOS, LAS VIEJAS BOTAS, Y EN POLÍTICA, TODO LO NUEVO”.

¿QUÉ ES LO NUEVO EN LA POLÍTICA?
Entre las novedades políticas de alcance global capaces de incidir sobre el planeta y la humanidad habría que distinguir: el inicio de la era global, el reajuste geopolítico que significó la desaparición de la Unión Soviética y los países socialistas, la confluencia de las crisis económica, ecológica y energética, el debut de China y las grandes economías emergentes, los peligros de la proliferación nuclear, el auge del terrorismo y, por primera vez en más de 100 años, la ausencia de respuesta global desde la izquierda.

El liberalismo y el capitalismo fueron la primera filosofía y el primer sistema económico y social global que mediante el mercado mundial interconectó al planeta, convirtiendo la economía internacional en un proceso único, lo que demandó soluciones tecnológicas correspondientes: la caldera y la máquina de vapor, el motor de combustión interna, el telégrafo y el teléfono, el automóvil, la ingeniería genética y la biotecnología Internet, la era digital, y todo lo que con ella se asocia.

En esos procesos acelerados durante el siglo XX, las economías occidentales, a partir de sus fuentes de acumulación y del aporte proveniente del saqueo y del intercambio desigual con el Tercer Mundo, lograron mantenerse en la vanguardia del desarrollo científico y técnico, reforzado con el espectacular desarrollo de los Estados Unidos que a la cultura tecnológica y a sus enormes recursos naturales, sumó una sorprendente y sostenida capacidad de innovación que dieron a su economía unas proporciones jamás imaginadas.

La Segunda Guerra Mundial planteó por vez primera y del modo más violento y degenerado que pueda ser imaginado, la posibilidad de una dominación global y aunque la derrota del fascismo supuso un saneamiento del clima político e ideológico, no depuso la cuestión del poder global sino que promovió su realización de otra manera.

De un modo abierto y sorprendentemente acatado, las potencias vencedoras: Estados Unidos, la Unión Soviética y Gran Bretaña pactaron una especie de hegemonía mundial compartida que fue codificada mediante la inclusión en la Carta de la ONU del Capítulo VII, que autoriza el uso de la fuerza y de la potestad del veto para los Cinco Grandes.

Por extrañas razones, la maduración de la globalización coincidió con el auge del conservadurismo en Europa y los Estados que introdujo el neoliberalismo y con la debacle socialista. Unos procesos pusieron fin al socialismo real, otros liquidaron el nacionalismo afroasiático y hoy arrasan con las conquistas de los estados de bienestar en Europa. La unipolaridad y los esfuerzos de Estados Unidos por consolidar su hegemonía figuran entre los hechos políticos más relevantes en los inicios del siglo XXI.

El conjunto de esas circunstancias, el alineamiento de los centros de poder dominados por la derecha, los enfoques neoliberales y las escasas posibilidades de las contrapartes que intentan confrontar a las fuerzas conservadoras surgidas de la globalización, han impedido lidiar y administrar con eficiencia las crisis económica y financiera, energética, ecológica y los fenómenos asociados al terrorismo que amenazan al planeta, a lo cual se ha sumado el insólito modo de hacer política exterior, no mediante la diplomacia sino por la guerra.

La violenta y sanguinaria reacción imperial ante fenómenos como los de Irak, Afganistán, Serbia, Chechenia, Palestina, Libia, entre otros conflictos al que ahora se suma Siria, unidos al rechazo a los compromisos de Kioto, la negativa a abordar con seriedad las cuestiones asociadas al cambio climático y la indiferencia ante la pobreza extrema que afecta a unos mil millones de personas, son reacciones que dejan al descubierto una barbarie que no corresponde con los avances en otros campos. Es como si la humanidad avanzara en direcciones opuestas o diera un paso adelante y dos atrás.

No obstante, la presente etapa registra el debut de las economías emergentes: China, India, Brasil, Sudáfrica y en un segundo escalón México, Argentina, Indonesia y otros países que en la búsqueda de los espacios a que tienen derecho en la economía mundial, de algún modo pudieran representar una esperanza ante el desenfreno imperialista. El hecho de que ya formen parte del G20 es una evidencia de que algo ha comenzado a cambiar.

Nuevo en política son la ausencia de una respuesta global desde la izquierda y el retorno de la amenaza de guerra nuclear, fenómeno tratado en extenso por el líder histórico de la Revolución Cubana que con su viejo reloj, sus viejas botas y sus viejos espejuelos y su mente alerta, advierte del holocausto que puede estarse gestando. Se trata de una especie de guerra nuclear horizontal de la que luego les contaré. Allá nos vemos.

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