domingo, 25 de marzo de 2012

Lunes 26 de marzo 2012 -NOTA DOS - ¿QUE PASARA CON TANTA GENTE DE LA QUE NO SE HABLA?


 LA OTRA CARA DE LA CRISIS: (2) 
MÁS ALLÁ DEL DEL PARO:
CAPITALISMO 
Y MARGINACIÓN SISTÉMICA

Escribe
ARTURO BORRA (*)
Publicó “Rebelión”
Blog del autor:
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(*) ARTURO BORRA (Santa Fe, Argentina, 1972) Periodista y Poeta argentino que esta radicado en Valencia. Se licenció en Argentina en la carrera de comunicación social (Universidad Nacional Entre Ríos) y en la actualidad está realizando un doctorado en España. No es lo suyo el tema Economía, pero ha dicho que…En la Europa saqueada del presente, sobran razones para la indignación...”
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SACADO de CONTEXTO: La nota completa aquí:
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Producir una interpretación crítica del presente reclama ante todo desplazarse de unas problemáticas y unas categorías de análisis que, a fuerza de circulación, tienden a instalarse como obvias. Es esa obviedad de las lecturas la que dificulta la posibilidad de la crítica. La repetición dogmática y omnipresente de un discurso de la crisis, con su centramiento excluyente en el problema del paro, omite una problemática comparativamente más grave en las sociedades europeas actuales: el crecimiento acelerado y constante de la «pobreza» y de la «exclusión social».

Aunque la cuestión del «desempleo» es sin dudas relevante, tal como es construido en el discurso hegemónico produce un efecto de oscurecimiento con respecto a un drama mayor, que es el número creciente de personas que no acceden a una cobertura satisfactoria de sus necesidades vitales más elementales, con todas las consecuencias psíquicas y sociales que ello acarrea.

Incluso una tasa de paro inaceptable como la actual -que en España se acerca ya al 25 %- resulta insuficiente para reconstruir un diagnóstico crítico del presente. La tasa de desempleo no representa de forma suficiente la magnitud de la catástrofe social, producto de unas políticas públicas que han recortado drásticamente el gasto social y de una economía que estructuralmente no sólo no está en condiciones de garantizar el pleno empleo, sino que expulsa a una parte cada vez más relevante de la “población activa”.

En estas condiciones, el actual sistema político-económico produce un excedente que no tiene ninguna probabilidad de inclusión laboral (de la misma manera que también dificulta su acceso a la vivienda, a servicios públicos crecientemente restrictivos como la educación escolar y la sanidad, a la participación en proyectos culturales autónomos o a consumos culturales que no se agoten en la estereotipia normalizante de los massmedia y de la industria cultural dominante).

La lógica de lo urgente posterga la reflexión sobre lo que, en este contexto, podría ser otra forma de existencia social. El hueso del “paro” –convertido en un significante vacío que explicaría todos nuestros males presentes- impide siquiera pensar en las condiciones económicas, políticas y culturales determinantes que han provocado esta situación. Difícilmente podremos desarticular ese discurso hegemónico si no cuestionamos el modo y los términos en que construye los “problemas” que luego promete resolver de forma falaz.

Para formular la pregunta en la terminología aséptica al uso: ¿qué posibilidad de “reinserción laboral” tienen los “parados de larga duración”, pertenecientes a “colectivos especialmente vulnerables” en “riesgo de exclusión social” en las condiciones del presente? La respuesta es evidente: ninguna. Constituyen un sobrante de vidas humanas de las que puede prescindir sin dificultad alguna.

Dicho lo cual, seguir insistiendo en resolver el problema del paro sin inscribir esa problemática en un contexto histórico-político concreto resulta una necedad. Si bien una alta tasa de paro sigue resultando funcional al disciplinamiento social -garantizando la caída del salario real, modalidades precarias de contratación, condiciones laborales inaceptables y creciente desindicalización-, resulta ilusorio suponer que la inclusión estadística en esa “tasa de paro” podría equivaler, sin más y de forma general, a la posibilidad de una reinclusión laboral de todas las categorías de parados.

Dicho de otra manera, en nuestro presente resulta cada vez más nítida la segmentación de los parados, en la que algunas de sus categorías ni siquiera cuentan como “ejército de reserva”: forman parte estructural de la «periferia interior» del capitalismo; el punto muerto de una economía del excedente que en su derroche necesita desechar ingentes masas de seres humanos “no-reciclables”, esto es, definitivamente no-empleables.

En ese sentido, podría hablarse de una suerte de desacople entre lo simbólico y lo real en el discurso hegemónico: por una parte, una tecnología estadística y unos medios masivos que a la vez de garantizar la hipervisibilidad de unas cifras de desempleo absolutamente desmesuradas, impiden conocer las condiciones que las producen; por otro, unos cuerpos sufrientes que sólo son incluidos en su equivalencia económica general (como desempleados), pero no en la singularidad irrepresentable de su drama vital.

Por su parte, las actuales políticas económicas en España (aunque la referencia podría extenderse a otros países europeos) no hacen más que agravar esta situación estructural con medidas y decretos-ley que ahondan la opción de las contrarreformas laborales y el ensanchamiento de la desigualdad, esto es, el camino de la universalización del precariado: congelamiento salarial, ampliación de jornadas laborales, incremento de la temporalidad, aumento de la movilidad geográfica y funcional, abaratamiento del despido y ampliación de las causas objetivas para hacerlo procedente

 Facilidad para descolgarse de los convenios colectivos por parte de las empresas, incremento de la desigualdad en los términos de la negociación colectiva, deterioro de los derechos en materia de salud de los trabajadores, etc. No es mi objetivo analizar la reforma laboral sancionada recientemente; me contentaré con señalar, como ya lo han hecho en otras ocasiones precedentes, que esa reforma agravará más aún el problema del desempleo y constituye una política regresiva que concede poderes absolutos al empresariado, consolidando la asimetría en unas relaciones laborales ya de por sí desequilibradas.

La conclusión es drástica: desde la perspectiva del capital, esos millones de vidas humanas carecen absolutamente de relevancia, tanto desde la dimensión de la producción como del consumo. El “problema” queda restringido a la gestión de esta masa marginal. Se trata de una ciudadanía de segunda mano, cada vez más extendida, tratada en la práctica como «deshecho humano» (por usar los términos de Zygmun Bauman), esto es, como excedente que hay que reciclar en cierta medida de caducidad.
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LA EXTENSIÖN DE LA NOTA no permite darla completa. Esto es una breve síntesis. El material completo se halla en este enlace:

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