EN
ALGÚN LUGAR…
LAS
HORAS INSOMNES
Escribe
LAURA
M.
LÓPEZ MURILLO (*)
( ARGENPRESS.info)
20 de
marzo 2012
.
(*) LAURA M. LÓPEZ MURILLO (Mexicali, Baja
California, México) Licenciada en Contaduría por la Universidad Nacional de
México con Maestría en Estudios Humanísticos, Especializada en Literatura en el Instituto
de Estudios Superiores de Monterrey. México.
.
En
algún lugar solitario y silencioso, en el páramo inmenso de la madrugada
deambulan las angustias y las inquietudes que se resisten a abandonar el ámbito
mental, y su presencia insidiosa devora el sutil tejido en el que reposan los
sueños...
Octavio
Paz describió el paisaje del insomnio como “las rotas columnas entre la nada y
el sueño” en la costa nocturna de un mar sonámbulo donde navegan las sílabas de
algún nombre. Cuando Paz escribió el poema Monólogo, las imágenes del ser amado
tripulaban el inquietante navío nocturno; hoy por hoy, el insomnio ha perdido
la aureola poética porque sucumbió a las exigencias de un mundo hostil y
vertiginoso, y por una cruel metamorfosis, resurge como un trastorno que
flagela las horas del sueño.
Las
inquietudes trascienden el plano de la realidad para atormentar la mente del
durmiente con presagios espantosos y terrores infundados que consumen sus
ánimos y energías y que, noche tras noche, producen la versión pusilánime y
fatigada del insomne.
Actualmente,
los trastornos del sueño afectan a la mayoría de los habitantes de la aldea
global quienes presentan somnolencia durante el día, la persistente sensación
de fatiga, hastío, desánimo y una depresión galopante. El insomnio flagela la
calidad de vida de quienes lo padecen, altera su carácter, deteriora las
relaciones con compañeros, familiares y amigos y debido a la proliferación de
insomnes, la Asociación Mundial de Medicina del Sueño instituyó el 16 de Marzo
como el Día Mundial del Sueño, en la edición del 2012 el lema fue “Respira
fácilmente, duerme bien”.
Dicen
los que saben, que sólo un tercio de los insomnes acude al médico buscando una
solución; si la tendencia se mantiene y el insomnio continúa flagelado a la
población, la hipermodernidad será el hábitat de sonámbulos diurnos, de
caminantes taciturnos sin esperanzas, reflejo viviente del triunfo de la
materia; el derrocamiento de los valores internos provocó la nefasta
transformación de la autoestima en la ostentación de artefactos y artificios;
la perniciosa exigencia de tener algo para ser alguien ha elevado el poder
adquisitivo al rango de las angustias existenciales.
Aquellas
noches en vela que transcurrían entre suspiros y la imagen idealizada del ser
amado pertenecen a un pasado romántico, a un mundo pletórico de utopías y
grandes esperanzas; ahora, la felicidad proviene de la adquisición. Ésta es una
de tantas manifestaciones del influjo del entorno en la condición humana y los
pronósticos no son alentadores: las horas insomnes serán atendidas hasta que
los trastornos del sueño incidan en la salud pública y se tipifiquen como una
causa de pérdidas en el mundo del mercado.
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