ISRAEL-IRÁN: ALIANZAS Y PELIGROS
Escribe
JORGE
GÓMEZ
BARATA (*)
Fuente:
ARGENPRESS.info
11
de abril, 2012
.
(*)
JORGE GÓMEZ BARATA- Profesor, escritor, historiador, investigador y periodista
cubano- Vive en La Habana- autor de numerosos estudios sobre EEUU. Especializado en temas de política
internacional. Colaborador habitual en los principales medios de prensa,
latinoamericanos y extranjeros. Hadicho que “En todas
las esferas del saber y de la práctica social, incluyendo la economía, la
verdad es siempre sencilla, ...”
Es extraño la semana en que no aparece una
declaración o un suceso que relance el diferendo nuclear de Estados Unidos,
Europa, la ONU y otras instancias con Irán. Cuando no hay una declaración de
Obama o Netanyahu, la hay de Ahmadineyad. Cuando no son palabras son
experimentos, movimientos de portaaviones hacía el golfo Pérsico o prueba de
alguna arma temible. Tal parece como si no hubiera nadie interesado en resolver
el conflicto sino en mantenerlo vigente.
Casi nadie duda de que en algún momento, por motivos
nucleares o de otro tipo, Irán será atacado y que una agresión contra el estado
persa, no puede ser de otra manera que en gran escala y con los armamentos más
letales que puedan ser imaginados, incluidas súper bombas que matan tantas
personas como las atómicas con la única diferencia de que no generan
contaminación radioactiva. Todos dan por seguro que Estados Unidos estará
involucrado.
En el fondo se trata de un conflicto de difícil
identidad porque Irán que proclama constantemente que no quiere la bomba
atómica, con su obsesión por el uranio, parece que quisiera probar lo contrario
e Israel, única potencia nuclear del área, se cree con derecho a decidir y a
imponer por la fuerza el criterio de quien debe poseerlas o no.
Está claro que Israel aun no ha atacado a Irán
porque no cuenta con el visto bueno de los Estados Unidos y porque existen
problemas logísticos, tácticos y estratégicos no resueltos.
A diferencia de las
guerras libradas anteriormente por el estado sionista, que fueron terrestres
con ocupación de territorios y de bombardeos a instalaciones nucleares de Irak
y Siria que constituyeron operaciones quirúrgicas realizadas en minutos y con
una zaga favorable, lo de Irán es diferente.
En primer lugar Irán está a más de 1 500 kilómetros
de Israel y entre uno y el otro se interponen varios estados (Arabia Saudita,
Siria, Irak, Jordania y los emiratos del golfo). Aunque los países concernidos
son aliados o clientes políticos de Estados Unidos, no lo son de los sionistas
y, aunque difícilmente se aliarían con Irán, es poco probable que su abyección
llegue al extremo de permitir que masas de aviones agresores sobrevuelen y se
reabastezcan sobre su territorio.
Por otra parte no solo se trata de que Israel no
tenga portaviones propios ni aviones cisterna en cantidad suficiente para
operar en gran escala a semejantes distancias, sino de que la maniobra es
técnicamente inviable. Los aviones se reabastecen en el aire uno a la vez y,
debido a la vulnerabilidad de los aparatos en esos trajines, no puede ser
realizada sobre territorio hostil. Nadie en Tel-Aviv puede soñar con
desembarcos navales o aerotransportados para establecer una cabeza de playa u
ocupar un aeródromo en Irán.
Por otra parte, el hecho de que los estados de la
región no confronten a Israel, no impide que lo hagan otras fuerzas, entre
ellas organizaciones palestinas como Hamas, la OLP y otra miríada de pequeñas
aunque agresivas entidades. En cualquier caso habría que contar con Hezbolá y
nadie ha sido capaz de calcular la reacción de las comunidades musulmanes en el
mundo.
Israel y Estados Unidos conocen que una agresión
contra Irán tiene que ser necesariamente en gran escala, con las armas más
modernas, sin excluir las nucleares y que conllevaría grandes implicaciones
globales, relacionadas no sólo con el precio del petróleo sino con la seguridad
de Estados Unidos y otros países occidentales. El 11/S no es un mito ni una
leyenda sino un recordatorio de hasta donde la superpotencia es vulnerable.
En las últimas semanas el tema ha sido la presunta
alianza de Israel con países ex soviéticos de Asia Central refundados sobre los
escombros de la antigua Unión Soviética, incluso algunos que como Azerbaiyán,
alguna vez formaron parte de Persia y en los cuales, aunque de diferentes
corrientes, imperan las confesiones y la cultura musulmana.
En el caso de Azerbaiyán se trata de un país
petrolero que tiene en Israel a su principal cliente con el cual ha suscrito
acuerdos de diferente naturaleza, incluidos militares cosa que, hasta ahora, no
ha constituido un factor de especial fricción con Rusia la ex “madre patria”;
no obstante aceptar que un país ex soviético, en sus fronteras se comprometa en
un conflicto de grandes proporciones, es harina de otro costal.
Es difícil creer que en el actual escenario
geopolítico global, Rusia que con la Unión Soviética tocó fondo y que junto con
el repunte económico reconstruye parte de la influencia que antes tuvo la URSS
en los asuntos mundiales, se mantenga al margen en semejantes arreglos, su
actitud al lado de Siria así lo anuncia.
Lo que no aparece en ninguno de los horizontes es
una fuerza o un actor del drama realmente interesado en evitar el conflicto, ni
siquiera lo hace Irán que es quien más tiene que perder. Allá nos vemos.
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