LA PATRIA DE TABUCCHI
Escribe
EDGAR BORGES (*)
(Especial para
ARGENPRESS CULTURAL)
14 de abril de 2012
.
(*) EDGAR BORGES
(Caracas, 1966) es autor de novelas, relatos, crónicas y obras de teatro. La
literatura de Edgar Borges, que según el propio escritor "observa los
detalles invisibles que acompañan lo cotidiano", ha originado diversos
estudios. La publicación de sus libros ha despertado la atención de importantes
intelectuales. Edita desde 1992 en América Latina y Europa.
.
Días antes de la
muerte del escritor Antonio Tabucchi, estuve recorriendo las calles de Roma.
Entre observar y pretender descubrir las realidades no vendibles de las
ciudades, recordé que Tabucchi escribió sobre “la necesidad de desberlusconizar
Italia”. Sabía el escritor italiano que los países continúan padeciendo de “los
caprichos de los políticos” mucho después del tiempo de la gestión. De ahí que
Tabucchi hablara de “la cultura creada por il Cavaliere”.
En mi ruta sentí
que entre los italianos crece la intención de salir del plástico que les aisló
de su propia historia. Ese plástico, como la red invisible que el concepto
global de la estupidez arroja sobre los pueblos, capturó el sentido histórico
de Italia y lo arrojó al abismo de la desmemoria (el teatro del destiempo).
Italia, mientras dure “la cultura de il Cavaliere”, será menos Italia, esa fue
la sensación que percibí en el camino. (También el mundo cada vez es menos
mundo).
Pensar en la Italia
que creyó perder Tabucchi me hizo recordar la idea de patria que desde siempre
han buscado lo poetas. El cantautor venezolano Ali Primera dijo que “la patria
es el hombre”; Tabucchi, por su parte, saltó de la patria Italia a la patria Portugal
gracias a los otros yo de la literatura de Fernando Pessoa. El escritor y francés
Jean-Claude Carièrre afirma que “si quieres saber algo de la realidad de un
pueblo, nada mejor que la ficción”. Y eso es la literatura: una puerta abierta
hacia otras posibilidades, otras realidades. La realidad (esa versión
absolutista de la verdad) es siempre más indolente que la ficción. La ficción
es una chispa que activa la mente humana hacia el despertar de la imaginación.
Es una trampa política (y dogmática) hacer creer que la ficción es un asunto
exclusivo de creadores abstraccionistas. La ficción es el derecho creador que
tiene cada ser humano a descubrir que su existencia es una réplica del universo
invisible que la realidad (en su versión absoluta) le niega. Dominar el todo
para dejarnos la nada, eso es política de clanes; ir a la nada para crear
espacios, eso es literatura.
Los personajes de
Antonio Tabucchi (como los de Joyce, los de Cortázar y los de Bolaño) tenían
ese espejo de tristeza hermosa que sólo puede dibujar la ficción. Tabucchi se
acercó a Grecia y a Portugal desde su imaginación. La cultura de los países se
cuenta y se escribe desde la reconstrucción memorística. Al recuerdo llegamos
desde la imaginación. La otra forma, siempre menos sana, de reconstruir la
memoria, es desde el guión que encomienda la política. Y de ahí que los
intereses partidistas terminen optando por su versión de la realidad.
En la entrada de
una iglesia oscura (destinada a sembrar la fe en la pobreza), ahí, al nivel del
suelo, una doña pedía limosnas entre temblores inverosímiles. La anciana parecía
extraída del mundo ficticio de Víctor Hugo; no obstante, las ficciones de Víctor
Hugo son atentados creíbles contra la sociedad inmoral; en cambio, las
realidades miserables son asombro o resignación (cada quien escoge la puerta
acorde a su mirada). Y me detuve, uno, dos y mil segundos ante la indolencia de
esa realidad. El paso por Roma, la posterior muerte de Tabucchi y el canto de
Ali Primera, me hicieron pensar que el mundo material es un territorio, hasta
ahora, devastado por la política. La otra patria, la de los poetas, habita en
la existencia. Y al mundo interior de esa patria (que conduce al espacio
abierto del todo) sólo se llega a través de la ficción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario