EUROPA:
AUSTERIDAD POR DECRETO
Escribe
JORGE
GÓMEZ
BARATA (*)
Fuente:
ARGENPRESS.info
29 de
mayo 2012
(*) JORGE GÓMEZ BARATA- Profesor, escritor,
historiador, investigador y periodista cubano- Vive en La Habana- autor de
numerosos estudios sobre EEUU.
Especializado en temas de política internacional. Colaborador habitual
en los principales medios de prensa, latinoamericanos y extranjeros. Hadicho
que “En todas las esferas del saber y de la práctica
social, incluyendo la economía, la verdad es siempre sencilla, ...”
Pretender
gobiernos ejemplarmente austeros para sociedades de consumo es como intentar
administrar lupanares con las reglas de los conventos. Una economía austera y
sin déficit es un status en el cual el gobierno no gasta o gasta poco, conduce
al deterioro de las funciones gubernamentales, las obras y los servicios
públicos y repercute sobre el conjunto de la economía nacional.
Los
gobiernos capitalistas que nutren sus fondos con los impuestos (que no se
cobran por adelantado), aplican la regla de: gastar primero e ingresar después.
Técnicamente, cuando a finales del año fiscal se aprueba el presupuesto para el
próximo, las arcas están vacías, por lo cual se comienza a gastar un dinero que
todavía no ha ingresado.
Es así
porque por absurdo que sea, el sistema financiero y monetario internacional
está organizado de modo que los países no pueden disponer de las reservas financieras
que poseen, las cuales suelen estar depositadas en el extranjero y son
administradas por los bancos centrales que actúan como estados dentro de los
estados. En la Euro Zona o “Eurolandia” es todavía peor porque además de un
banco central en cada país existe otro para el conglomerado.
El
asunto es especialmente complicado para los gobiernos socialistas, “populistas”
o “desarrollistas” que por razones políticas prometen cobrar menos impuestos y
gastar más en servicios y obras públicas, seguridad social y otras partidas. De
ahí que algunos acudan a préstamos y adquieran deudas, mientras otros optan por
nacionalizar ramas rentables de la economía nacional con vistas a obtener
recursos para financiar los gastos sociales e impulsar programas de desarrollo.
Donde
no parece haber soluciones sencillas es en el empeño por conciliar el
despilfarro a que ha conducido la sociedad de consumo con la austeridad que
trataron de imponer en Europa Angela Merkel y Nicolás Sarkozy, esquema que
ahora es confrontado por el gobierno socialdemócrata establecido en Francia con
cuyas posiciones coincide Estados Unidos, que necesita una Europa si no
próspera al menos gastadora.
Una de
las contradicciones de la situación actual es que como mínimo el 50 por ciento
de todas las deudas de Grecia, España, Italia, Portugal y otros países no son
públicas, es decir no se deben a gastos de los estados sino que han sido
adquiridas por los ciudadanos. Si bien los trabajadores griegos no deberían
pagar por los submarinos adquiridos para reforzar la OTAN, tampoco el Estado
debería financiar estilos de vida y consumos absurdos que, dicho sea de paso,
el propio Estado promueve y facilita.
Como
resultado de políticas erradas y de soluciones fallidas en Europa puede estarse
gestando una gigantesca burbuja a punto de estallar y que no es inmobiliaria,
bancaria ni financiera, sino política. Ya en Francia se instaló un gobierno
socialdemócrata y pronto lo habrá en Grecia; no sería extraño un efecto dominó
y si bien no parece haber espacio para el radicalismo y la ruptura del orden
social, puede ser el turno del reformismo socialista. Allá nos vemos.
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