jueves, 31 de enero de 2013

EL SISTEMA NECESITA MERCADOS CADA VEZ MÁS ABIERTOS Y MÁS AMPLIOS Y A LA VEZ NECESITA QUE ANDEN POR LOS SUELOS, COMO ANDAN, LOS PRECIOS DE LAS MATERIAS PRIMAS Y DE LA FUERZA HUMANA DE TRABAJO.

EL IMPERIO DEL CONSUMO

Escribe EDUARDO GALEANO (*)

(*) EDUARDO GERMÁN MARÍA HUGHES GALEANO (Montevideo 1940), conocido como Eduardo Galeano, es un periodista y escritor uruguayo que está considerado como uno de los más destacados escritores de la literatura latinoamericana. Sus libros más conocidos, Memoria del fuego (1986) y Las venas abiertas de América Latina (1971), han sido traducidos a veinte idiomas. Sus trabajos trascienden géneros ortodoxos, combinando documental, ficción, periodismo, análisis político e historia.

La explosión del consumo en el mundo actual mete más ruido que todas las guerras y arma más alboroto que todos los carnavales. La expansión de la demanda choca con las fronteras que le impone el mismo sistema que la genera. El derecho al derroche, privilegio de pocos, dice ser la libertad de todos. Dime cuánto consumes y te diré cuánto vales. Esta civilización no deja dormir a las flores, ni a las gallinas, ni a la gente. En los invernaderos, las flores están sometidas a luz continua, para que crezcan más rápido. En las fábricas de huevos, las gallinas también tienen prohibida la noche. Y la gente está condenada al insomnio, por la ansiedad de comprar y la angustia de pagar. invisible violencia del mercado: la diversidad es enemiga de la rentabilidad, y la uniformidad manda. La producción en serie, en escala gigantesca, impone en todas partes sus obligatorias pautas de consumo. El consumidor ejemplar es el hombre quieto. Esta civilización, que confunde la cantidad con la calidad, confunde la gordura con la buena alimentación. Triunfa la basura disfrazada de comida: esta industria está conquistando los paladares del mundo y está haciendo trizas las tradiciones de la cocina local. La plastificación de la comida en escala mundial, obra de McDonald's, Burger King y otras fábricas, viola exitosamente el derecho a la autodeterminación de la cocina: sagrado derecho, porque en la boca tiene el alma una de sus puertas.

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