sábado, 23 de febrero de 2013

EXPLICA ANA MARÍA MIRALLES, QUE LA NOTICIA SE CONVIRTIÓ EN LA INSIGNIA DE ESA FILOSOFÍA PERIODÍSTICA LIBERAL, CON “EL ESQUEMA DE LA PIRÁMIDE INVERTIDA -DAR LAS INFORMACIONES DE MAYOR A MENOR IMPORTANCIA-, QUE PRONTO SE CONVIRTIÓ NO SÓLO EN DOGMA SINO EN RITUAL. SE TRATA DE ENCAJAR LA REALIDAD EN EL ESQUEMA”.

NUDOS Y BRECHAS 
EN LAS SALAS DE REDACCIÓN


Escribe PACO GOMEZ NADAL (*) Redactor en “Otramerica” http://pacogomeznadal.com/ Viernes 22 de febrero 2013

(*) PACO GÓMEZ NADAL. Periodista. Invetigador. Ha practicado casi todos los palos del periodismo hasta decidir ejercer solo desde la independencia. Pelea tanto con esta profesión como la disfruta. Actualmente, es coordinador de una experiencia de comunicación que va un poco más allá del periodismo tradicional:  Otramérica. 

La relación entre los medios de comunicación de masas y los fenómenos sociales más importantes de nuestro tiempo sigue mediada por principios del periodismo liberal del siglo XIX y principios del XX. Quizá esa es la principal razón de la incapacidad para interpretar los derechos humanos en sus verdaderas dimensiones económicas, sociales y culturales. Los y las periodistas de masas hemos estado condicionados desde hace casi dos siglos por palabras y conceptos tan vacíos como intencionados. Objetividad, distanciamiento, “ser espejos de la realidad”, “notarios de los hechos”… Periodistas condenados a comportarse como una especia de seres asépticos, sin un punto de vista propio, que aplican fórmulas –los géneros periodísticos- para contar una realidad que no les afectaba –o que no pueden dejar que le afecte-. Una asepsia no tan aséptica que producía –y produce- textos descontextualizados, verdades simples de una realidad compleja y un universo fragmentado que responde a la perfección a un esquema en el que los medios saben lo que es importante para la sociedad y el lector-espectador es un actor pasivo, objeto de esa información.  Pero estas metáforas, y estos abordajes simplistas y enajenadores tienen razones de ser, no son aleatorios ni tampoco fruto de un plan maligno diseñado en las salas de redacción. Los medios, queramos o no, al igual que los políticos, se parecen mucho a sus sociedades. Y nuestras sociedades son así: temerosas de Dios, seguidoras de corrientes y defensoras del status quo.

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