Escribe GUILLERMO ALMEYRA (*) Fuente “Sin Permiso” Miercoles
6 de marzo 2013
(*) GUILLERMO
ALMEYRA- Argentino-mexicano, nacido en Buenos Aires. Doctor en Ciencias
Políticas (Univ. París VIII), profesor-investigador de la Universidad Autónoma
Metropolitana, unidad Xochimilco, de México. Miembro del Consejo Editor de
“SinPermiso” Columnista habitual en “La Jornada” de México. Periodista y
escritor en especial en temas históricos; en esa línea ha publicado sobre los
principales referentes del marxismo. Marx, Lenin, Trostky.
Hugo Chávez ha luchado por su vida. Tras el desenlace fatal, se abre el postchavismo en Venezuela y en toda América Latina. Chávez personificó una esperanza masiva y le dio primero su nombre y después su forma a esa exigencia popular masiva preexistente de cambio social y de independencia nacional. Los trabajadores venezolanos, el pueblo pobre, los intelectuales antiimperialistas cuando un golpe cívicomilitar proimperialista lo encarceló, lo salvaron y rescataron. Los explotados y oprimidos de Venezuela ungieron a Chávez, lo hicieron su líder, reconociendo en él –y en el odio hacia él de los enemigos de clase- la posibilidad de instaurar una alternativa, de cambiar radicalmente el país. Lo que Chávez no pudo hacer, debido a su propia confusión ideológica (pues ha mezclado las ideas y prácticas de la ex Unión Soviéticas en su versión cubana, con un cristianismo social e ideas trotskistas sobre la autoorganización y autogestión) es abrir una discusión democrática sobre cuál debe ser el contenido esencial de un socialismo que no repita la experiencia deletérea del "socialismo real" y cuáles deben ser la estrategia y el instrumento político que, en un Estado capitalista dependiente, permitan comenzar a cambiar la subjetividad de los trabajadores y sentar las bases para el socialismo, entendido como participación política plena, solidaridad, control de la economía por los trabajadores mismos y construcción de cultura y ciudadanía en la vida cotidiana.
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