Escribe
CARLOS SANTOS - Fuente “LA DIARIA” Uruguay – Publica “Rebelion” 19 de marzo 2013
Fue en
el Hotel Conrad de Punta del Este en noviembre de 2012. Allí sesionó un
congreso internacional sobre investigación agrícola. Allí el presidente se refirió a la importancia de las empresas que
"nos enseñaron a trabajar la tierra, y ahora somos un país agrícola, cosa
que no éramos, porque la siembra directa no se conocía", agregando que la
soja "merece un monumento porque es una planta sagrada que nos trajo
rentabilidad" (Presidencia, 03/11/12). Mujica no hizo otra cosa
que reproducir el discurso celebratorio de los transgénicos, que ha construido
una serie de falacias en torno a sus supuestos beneficios. Un centro de producción de ese discurso es el ISAAA (sigla en inglés
de Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones
Agrobiotecnológicas), cuyo cometido es “facilitar la introducción de
biotecnologías patentadas por los laboratorios de las empresas de los países
industrializados a los sistemas alimentarios y agropecuarios de los países del
Sur” (GRAIN, 2000). El informe nos dice que desde 1996 la superficie
sembrada con transgénicos en el mundo se ha multiplicado por 100, lo cual ha
generado “cada vez más beneficios” (ver la diaria del 26/02/13). Pero, ¿qué
sabemos de los impactos sociales y ambientales de este proceso? Repasemos alguna información relativa a
nuestro país. En términos de la propiedad de la tierra, según los datos
iniciales del último censo, se registraron 12.000 explotaciones agropecuarias
menos que en 2000 y en general se trató de unidades menores a 200 hectáreas.
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