Escribe ATILIO BORON – Fuente BLOG del autor- http://www.atilioboron.com.ar/ - Martes 16 de abril 2013
(*)
ATILIO BORON – Escritor. Economista y periodista argentino. Analista y politólogo. Director
del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales
(PLED). Premio Internacional de la
UNESCO José Martí. Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2009. Profesor
Regular Titular de Teoría Política y Social, Facultad de Ciencias Sociales,
Universidad de Buenos Aires desde 1986. Autor entre otros de La Filosofía
Política Moderna.
Era fundamental que
ganase Nicolás Maduro, y ganó. Pero ganó a duras penas, lo cual exige
desentrañar las causas del bajón sufrido por el chavismo y el notable aumento
experimentado por la derecha. Fue una victoria que puso en evidencia la
endeblez metodológica de las encuestas que de uno y otro lado pronosticaban una
holgada victoria del candidato chavista. Sobre
el veredicto de las urnas lo primero que hay que decir es
que su desconocimiento por parte de Henrique Capriles
no es en modo alguno sorprendente. Es lo que señala para casos como este el
manual de procedimientos de la CIA y el Departamento de Estado cuando se trata
de deslegitimar a un proceso electoral en un país cuyo gobierno no se somete a
los dictados del imperio. Si bien la distancia entre uno y otro fue muy
pequeña, no tuvo nada de excepcional a la luz de la historia venezolana: en las
elecciones presidenciales de 1978 Luis Herrera Campins, candidato del COPEI
obtuvo el 46.6 por ciento de los votos contra el 43.4 de su rival de Acción
Democrática. Diferencia: 3.3 por ciento
, y el segundo reconoció de inmediato el
triunfo de su contendor. Antes, en 1968, otro candidato del COPEI, Rafael
Caldera, accedió a la presidencia con el 29.1 por ciento de los sufragios,
imponiéndose sobre el candidato de AD, Gonzalo Barrios, quien obtuvo el 28.2
por ciento de los votos. Diferencia: 0.9 por ciento y asunto concluido. Más próximo en el tiempo, contrasta con
el autoritario empecinamiento de Capriles la actitud del por entonces
presidente Hugo Chávez que, en el referendo constitucional del 2007, admitió
sin más trámite su derrota cuando la opción por el No obtuvo el 50.6 por ciento
de los votos contra el 49.3 por ciento del Si a la reforma que él favorecía.
A pesar de que la diferencia fue de poco más del 1 por ciento Chávez reconoció
de inmediato el veredicto de las urnas.
Toda una lección para el ofuscado perdedor. Resultados electorales muy
ajustados son más frecuentes de lo que se piensa.
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