viernes, 2 de agosto de 2013

LA TECNOLOGÍA NATURALIZÓ EN LOS HUMANOS LA VIOLACIÓN DEL DERECHO

NATURALMENTE 
LAS MÁQUINAS

Escribe  
SANTIAGO ALBA RICO (*) 
Fuente “La Calle del medio” 
Publica “Rebelión”  
 Viernes 2 de agosto 2013

(*) SANTIAGO ALBA RICO (ESPAÑA) es un escritor, ensayista y filósofo español nacido en Madrid en 1960. De formación marxista  ha publicado varios libros de ensayo sobre filosofía, antropología y política.  Redactor en varias revistas y medios   como Gara, Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura, LDNM, el Comité de Solidaridad con la Causa Árabe. Rebelion, etc.  Tradujo al castellano   autores árabes, como el poeta egicpio Naguib Surur o al escritor iraquí Mohamed Judayr. Actualmente reside en Túnez.

Es de todos conocido el llamado “experimento de Milgram”, una investigación sobre la obediencia desarrollada por el psicólogo estadounidense del mismo nombre en los años sesenta del siglo pasado. Voluntarios que creían estar participando en un
experimento oficial sobre la memoria, y que recibían una pequeña remuneración por ello, accedían a aplicar descargas eléctricas a un “aprendiz” cada vez que éste no podía responder a una pregunta. Aunque los voluntarios no lo sabían, el “aprendiz” era un actor y los electrodos a los que estaba conectado su cuerpo eran falsos. Los resultados fueron espeluznantes: conminados por uno de los “investigadores” cada vez que dudaban (“el experimento requiere que usted continúe”), el 65% de los voluntarios llegó a aplicar el nivel máximo de potencia, 450 voltios, a pesar de las súplicas y gritos del “aprendiz”; y ninguno de ellos se detuvo antes de alcanzar los 300 voltios. Milgram trataba de explicarse la conducta de los funcionarios nazis, como el famoso Adolf Eichmann, y
descubrió la normalidad, casi universalidad, de la obediencia a la autoridad, en cuyos mimbres se disuelve, como un azucarillo, la conciencia individual y los escrúpulos morales. Esta objetividad, racionalidad e impersonalidad de la máquina tiene efectos pavorosos. Podemos decir que el desarrollo tecnológico ha producido algo así como una superación universal del Estado de Derecho. La tecnología ha naturalizado en la conciencia de los seres humanos la violación del derecho como un efecto rutinario del uso de máquinas. Pensemos, por ejemplo, en los drones. Las organizaciones de derechos humanos han denunciado siempre como
intolerables las ejecuciones extrajudiciales, y ninguna persona decente deja de estremecerse ante la idea de un ciudadano -delincuente o no- asesinado en un callejón por un policía. Cuando eso ocurre como consecuencia de un bombardeo en el que decenas de civiles mueren sin haber cometido ningún delito o, en cualquier caso, sin derecho a un juicio justo, nos escandaliza también, aunque bastante menos. Pero si es un avión sin piloto el que, además de violar la soberanía de otro país, mata a un “blanco escogido”a 10.000 km. de distancia, entonces nadie protesta. Todos aceptamos con naturalidad que se asesine a un ciudadano de otro país en un callejón de Aden o de Islamabad si se hace desde lejos y a través de una máquina “vacía de hombre”.


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