sábado, 21 de septiembre de 2013

ARGENTINA, BOLIVIA, BRASIL, PARAGUAY Y URUGUAY : ENCLAVE DE LA SOJA

LOS CINCO PAISES DEL SUR SOJERO 
EN 2012: 
50 MILLONES DE HECTÁREAS 
DE SOJA TRANSGÉNICA


Escribe 
JUAN L.BERTERRETCHE (*) 
Fuente: ”ECOportal”  
19 de septiembre 2013

(*) JUAN LUIS BERTERRETCHE (URUGUAY 1941)  escritor y periodista uruguayo radicado en Brasil. Investigador. Autor del libro “El comisario va en coche al muere" (primera edición, Trilce, Montevideo 1992, Algunos trabajos: “El 'Modelo Progresista': Tomografía de una crisis social” “Prisiones Hacinadas, Pobreza Encarcelada” Publica en varios medios latinoamericanos y de Europa.

EN 2012 ARGENTINA, BOLIVIA, BRASIL, PARAGUAY Y URUGUAY SEMBRARON 50 MILLONES DE HECTÁREAS CON SOJA TRANSGÉNICA, ES DECIR 500 MIL KM2 DE UN ÚNICO MONOCULTIVO. UNA SUPERFICIE 200 MIL KM2 MÁS GRANDE QUE ITALIA O 150 MIL KM2 MAYOR QUE LA EXTENSIÓN DE ALEMANIA. UN “DESIERTO VERDE” DEL TAMAÑO APROXIMADO DEL ESTADO ESPAÑOL
.
En el extremo sur del continente cinco países acaparan la producción de soja transgénica bajo la injerencia directa de las transnacionales que producen semillas
emponzoñadas y agroquímicos tóxicos, funcionales a los monocultivos. En la cosecha 2010 la soja abarcó 66% de la tierra cultivada en Paraguay, el 59% en Argentina, el 35% en Brasil, el 30% en Uruguay y el 24% en Bolivia. Y los plantíos siguieron creciendo hasta la actual cosecha de 2013 con 50 millones de hectáreas ocupadas por un único monocultivo que destruye bosques, desplaza plantíos esenciales para la alimentación de sus poblaciones, expulsa agricultores familiares, indígenas y trabajadores rurales, a la vez que envenena el agua la tierra y el aire, con semillas biodegradadas y pesticidas. Los gobiernos del
Cono Sur se jactan del crecimiento de la producción de granos de estos países. Pero el avance de los monocultivos con semillas transgénicas empeoró la realidad agrícola de la región. La ampliación de los costos productivos con la siembra directa provoca una alteración del tamaño mínimo factible para este tipo de plantíos de soja, maíz o algodón. Con eso, los menores establecimientos se tornan inviables lo que acelera la exclusión de los agricultores familiares. Y al reducir el número de productores reduce también el abanico de productos ofertados. Es una política de
deterioro rural que excluye los humanos, exige una inmensa inversión en maquinaria agrícola (tractores, fumigadoras, cosechadoras computarizadas y drones (usados para control del crecimiento de los plantíos, medir necesidades de fertilizantes o fumigar) abastecidos por la gran industria imperialista) e insumos, amplía en forma sistemática el volumen de agro-tóxicos utilizados, amenaza la calidad de la vida de los que permanecen y de los pobladores de ciudades aledañas, consume más combustibles, etc. Para los gobiernos“progresistas” el crecimiento del agronegocio tiene como consecuencia
un relativo -en relación a las ganancias- aumento de los ingresos estatales lo que favorece el “asistencialismo” y por tanto una cierta calma social. Además de proveerlos de divisas, que permiten equilibrar las cuentas externas, infla el PBI, indicador económico perverso que engaña sobre un supuesto “progreso” de los países.Con esta estrategia se está procesando una acelerada extranjerización de la economía y en términos sociales, una verdadera contra-revolución agraria. Es importante saber que hay una relación directa entre plantación de soja transgénica y eliminación de bosques.“Mientras el área cultivada con soja incrementa rápidamente, las zonas de bosque se reducen” en todos los países.

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