Escribe
DAVID BROOKS (*)
Corresponsal de
La Jornada” en EE UU
29 de octubre 2013
(*)
DAVID BROOKS
(Toronto, 11 de agosto de 1961), periodista canadiense-estadounidense
especializado en política. Columnista del New York Times y PBS, NYT entre otras Agencias.. Ha sido redactor jefe del Weekly Standard y
colaborador en Newsweek y Atlantic .Corresponsal en Estados Unidos
de “La Jornada” de México. Entre varios otros medios Autor del bestseller “The
Social Animal” (“El animal social”)
Dejen
de vigilarnos fue la consigna de miles de estadunidenses que se manifestaron el
sábado en Washington, así como el mensaje de los últimos días desde Alemania,
Frente a Casa Blanca este sabado 26 octubre |
Brasil, Francia y México. El gobierno secreto está bajo la mirada de todos y
ante ello se revelan los peligros de esa parte del poder que opera en las
sombras. Desde que Edward Snowden se atrevió a divulgar y comprobar la
existencia de un aparato masivo de espionaje estadunidense sobre los pueblos y
gobernantes del mundo, a través de la ejemplar valentía de los periodistas
Glenn Greenwald y Laura Poitras (entre otros) y del diario The Guardian (y
después, unos cuantos medios más), parte del disfraz democrático de Wa-shington
se ha deshilado y deja ver detrás de la máscara.Resulta que el gobierno
de
Barack Obama, que pronunció desde sus inicios que sería el más transparente de
la historia, tiene mucho que ocultar no sólo a sus enemigos, sino a los que
dice que son aliados y socios –entre ellos, México– y de su propio pueblo. Si
ves algo, di algo, ha sido el lema desde el 11 de septiembre: o sea, todos son
sospechosos. De repente, lo más sagrado en la retórica oficial de este país
–los derechos y libertades del individuo ante el Estado, que el poder del
gobierno se ejerce con autorización de los gobernados– se subordinó ante una
amenaza que se caracterizó como constante, brutal y permanente. Se olvidaron
los consejos de los padres
fundadores, como el de Benjamin Franklin: Los que
son capaces de ceder la libertad esencial para obtener un poco de seguridad
temporal no merecen ni libertad ni seguridad. En nombre de la seguridad
nacional se lanzaron las guerras más largas de la historia del país, se amplió
un aparato de seguridad interna y se desarrollaron programas de espionaje y
operaciones secretas a escala mundial, tal vez sin precedente. El siempre
existente gobierno secreto se volvió en un gobierno súpersecreto, con vastos
programas de asesinato selectivo, secuestros clandestinos y, como ahora se
sabe, una vigilancia masiva de tales proporciones que esta columna posiblemente
será vista por algún espía antes de ser revisada por el equipo editorial de
este periódico.
( Nota de David
Brook en “La Jornada” )Laura Poitras |
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