COMIENDO TANTA CARNE?
Escribe ESTHER VIVAS (*)
Fuente “Rebelión”
Artículo publicado
inicialmente
en catalán en Etselquemenges.cat
18 Febrero 2014
(*) ESTHER VIVAS (Sabadell, 1975) Es una activista española
autora de diversos libros y publicaciones sobre movimientos sociales. Licenciada
en periodismo y diplomada en estudios superiores de sociología por la
Universitat Autònoma de Barcelona es una luchadora incansable de la resistencia
cívica, activista e investigadora en movimientos sociales y políticas agrícolas.
.Desmonta uno a uno los mitos sobre los cuales está construído el actual
sistema agroalimentario. Explica el criminal negocio de las técnicas y empresas alimentarias
La carne se ha convertido en indispensable en nuestras
comidas. ¿Necesitamos comer tanta carne? ¿Qué impacto tiene en el medio
ambiente? ¿Qué consecuencias para el bienestar animal? ¿Para los derechos de
los trabajadores? ¿Y para nuestra salud? La tendencia en los países emergentes,
como Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, los llamados BRICS, en cambio, va
en aumento. El caso más espectacular es el de China, que ha pasado en pocos
años, de 1963 a 2009, de consumir 90 kilocalorías de carne por persona al día a
694, como indica el Atlas de la Carne. ¿Los motivos? El aumento de la población
en estos países, su urbanización y la imitación de un estado de vida occidental.
Entonces, si para satisfacer la actual
demanda de carne, huevos y derivados lácteos en todo el mundo se necesitan cada
año más de 60 mil millones de animales de granja, engordarlos sale carísimo. De
hecho, la cría industrial de animales genera hambre, ya que 1/3 de las tierras
de cultivo y un 40% de la producción de cereales en el mundo se destina a
alimentarlos, en lugar de dar de comer a las personas. Y no todo el mundo puede
permitirse pagar un trozo de carne de la agroindustria. Según datos del Grupo
ETC, 3.500 millones de personas, la mitad de los habitantes del planeta,
podrían nutrirse con lo que consumen estos animales. Además, vacas, cerdos y
gallinas, en el actual modelo de producción industrial e intensivo, son algunos
de los principales generadores de cambio climático. ¡Quién lo diría! El
maltrato es la cara más cruenta de la ganadería industrial, donde los animales
dejan de ser seres vivos para convertirse en cosas y mercancías. El documental
Samsara, sin escenas de violencia explícita, muestra la brutalidad oculta,
extrema. Las condiciones laborales de quienes trabajan en estas granjas deja
mucho que desear. De hecho, entre los animales que se sacrifican y los
empleados que trabajan hay más puntos en común de lo que estos últimos pudiesen
imaginar.
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