Escribe
SERGIO RAMÍREZ (*)
Fuente: “La Jornada” de Mexico
23 de abril 2014
(*) SERGIO RAMIREZ - A los 18 años fundó la revista
“Ventana” junto con Fernando Gordillo En
1963 publicó su primer libro en 1964 se graduó en Leyes por la Universidad Nacional
Autónoma de León. En Costa Rica fundo revista “Repertorio” Integro la lucha
contra el dictador Somoza, desde el FSLN. En 1981, derrotada la dictadura, fue
VicePresidente en el gobierno de Daniel Ortega. En el gobierno de Violeta
Chamorro, fue legislador. Ha sido periodista, analista político internacional,
autor de varios libros, eferente en la joven historia del continente.
Embriagado
por la gloria y las victorias militares inverosímiles, el coronel Aureliano
Buendía decidió que nadie podría acercársele a menos de tres metros de
distancia, y sus edecanes trazaban a su alrededor un círculo de tiza que
ninguno estaba autorizado a traspasar, ni siquiera su madre. Este círculo de
tiza se vuelve central para entender cómo la mecánica del poder ha movido sus
bielas en América Latin
a desde los tiempos de la independencia. El caudillo,
venga de la academia o del rango de los iletrados, busca convertir a las
instituciones en meros decorados para imponer su voluntad única que termina
siendo la razón de Estado. Y aún sigue vivo. La historia que siempre se repite.
El paso de persona a personaje. Seres comunes y corrientes que a través de sus
proezas, su astucia o sus malas mañas emergen de la oscuridad de las aldeas
olvidadas y de las cuadras de los cuarteles, tinterillos de juzgados y
estudiantes fracasados que logran seducir y atemorizar, y encarnan de manera
luciferina al destino, sometiendo la voluntad de los demás. Dentro de ese
círculo de tiza lo que hay es soledad absoluta, y no llegan hasta allí las
voces de fuera porque el poder absoluto sólo tiene respuestas tajantes que no
necesitan preguntas. Es la soledad sin ecos de Zacarías, el dictador de El
otoño del patriarca, en toda su parafernalia arbitraria de desmanes; pero
también es la soledad con toda su cauda de miserias y derrotas, como en el
último viaje de Bolívar hacia su muerte en El general en su laberinto, solo y
ya sin gloria. García Márquez no eligió el resplandor épico del libertador
cruzando una y otra vez los Andes a caballo, algo que de por sí entra en el
reino de las exageraciones, sino el íntimo desastre del final de su vida
sacrificada en vano (ir a la nota
completa).
Gabo y Fidel, dos grandes compañeros |
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