jueves, 24 de abril de 2014

GABO BUSCA EXPLICAR LARGA SOLEDAD DE AMÉRICA LATINA EN LAS DEFORMIDADES DEL PODER TRADICIONAL

EL CÍRCULO DE TIZA

Escribe SERGIO RAMÍREZ (*)
 Fuente: “La Jornada” de Mexico 
 23 de abril 2014

(*) SERGIO RAMIREZ - A los 18 años fundó la revista “Ventana” junto con Fernando Gordillo  En 1963 publicó su primer libro en 1964 se graduó en Leyes por la Universidad Nacional Autónoma de León. En Costa Rica fundo revista “Repertorio” Integro la lucha contra el dictador Somoza, desde el FSLN. En 1981, derrotada la dictadura, fue VicePresidente en el gobierno de Daniel Ortega. En el gobierno de Violeta Chamorro, fue legislador. Ha sido periodista, analista político internacional, autor de varios libros, eferente en la joven historia del continente.

Embriagado por la gloria y las victorias militares inverosímiles, el coronel Aureliano Buendía decidió que nadie podría acercársele a menos de tres metros de distancia, y sus edecanes trazaban a su alrededor un círculo de tiza que ninguno estaba autorizado a traspasar, ni siquiera su madre. Este círculo de tiza se vuelve central para entender cómo la mecánica del poder ha movido sus bielas en América Latin
Gabo y Fidel, dos grandes compañeros
a desde los tiempos de la independencia. El caudillo, venga de la academia o del rango de los iletrados, busca convertir a las instituciones en meros decorados para imponer su voluntad única que termina siendo la razón de Estado. Y aún sigue vivo. La historia que siempre se repite. El paso de persona a personaje. Seres comunes y corrientes que a través de sus proezas, su astucia o sus malas mañas emergen de la oscuridad de las aldeas olvidadas y de las cuadras de los cuarteles, tinterillos de juzgados y estudiantes fracasados que logran seducir y atemorizar, y encarnan de manera luciferina al destino, sometiendo la voluntad de los demás. Dentro de ese círculo de tiza lo que hay es soledad absoluta, y no llegan hasta allí las voces de fuera porque el poder absoluto sólo tiene respuestas tajantes que no necesitan preguntas. Es la soledad sin ecos de Zacarías, el dictador de El otoño del patriarca, en toda su parafernalia arbitraria de desmanes; pero también es la soledad con toda su cauda de miserias y derrotas, como en el último viaje de Bolívar hacia su muerte en El general en su laberinto, solo y ya sin gloria. García Márquez no eligió el resplandor épico del libertador cruzando una y otra vez los Andes a caballo, algo que de por sí entra en el reino de las exageraciones, sino el íntimo desastre del final de su vida sacrificada en vano (ir a la nota completa).

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