WASHINGTON
REACTIVA
PROYECTO DE DIVISIÓN DE IRAK
Fuente: Red Voltaire -
Al-Watan (Siria)
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16 de junio de 2014
(*) THIERRY MEYSSAN (1957 Gironda, Francia) es
un periodista y activista político francés, autor de investigaciones sobre la
extrema derecha así como sobre la Iglesia Católica, entre otras. Escritor y
analista internacional., Presidente fundador de la Red Voltaire y de la
conferencia Axis for Peace. Sus análisis sobre política exterior se publican en
la prensa árabe, latinoamericana y rusa.
La prensa internacional está presentando el repentino
derrumbe del Estado iraquí como resultado de la ofensiva del grupo terrorista
conocido como EIIL. Pero, ¿quién puede creerse que un Estado poderoso, armado y
organizado por Washington pueda desmoronarse en una semana ante un grupo
yihadista oficialmente independiente de otro Estado? ¿Y quién puede creer que
los mismos que apoyan las acciones del EIIL contra Siria realmente condenan su
acción en Irak? Desde el
año 2001, el estado mayor de las fuerzas armadas de
Estados Unidos ha venido tratando de dividir el «Medio Oriente ampliado» en una
multitud de pequeños Estados étnicamente homogéneos. El mapa del Medio Oriente
rediseñado por Washington se publicó en julio de 2006. Y según ese mapa
Irak debía dividirse en 3 partes: un Estado sunnita, un Estado chiita y un
Estado kurdo. A la hora de explicarlos, la prensa internacional insiste en la
ofensiva del Emirato Islámico en Irak y el Levante (EIIL, también conocido en
árabe como Daesh), ofensiva que en realidad sólo es parte de una operación
mucho más amplia. En sólo una semana, el EIIL ha conquistado lo que podría
convertirse en un emirato sunnita mientras que los kurdos conquistaban lo que
debería pasar a ser un Estado kurdo independiente. El ejército iraquí,
entrenado y armado por Washington, simplemente dejó en manos del EIIL toda la
región de Ninive. Pero también abandonó la región de Kirkuk, que rápidamente
cayó bajo el control de los pershmergas del Kurdistán iraquí. La estructura
misma de la cadena de mando iraquí facilitó el derrumbe de sus fuerzas: los
oficiales superiores estaban obligados a obtener la anuencia de la oficina del
primer ministro antes de realizar cualquier movimiento de tropas, condición que
les impedía dar prueba de iniciativa a la vez que los llevó a acomodarse como
reyezuelos en las zonas bajo su mando. En tales condiciones, resultaba
extremadamente fácil para el Pentágono comprar a ciertos oficiales para que se
encargaran de incitar a sus soldados a desertar. También desertaron los parlamentarios al ser
convocados por el primer ministro, impidiendo así que el parlamento votara la
proclamación del estado de urgencia… por falta de quórum, lo cual dejó al
gobierno sin posibilidades de responder rápidamente ante la grave situación.
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