UNA IMPUNIDAD LEGITIMADA
Escribe
AMPARO PERNICHI, (*)
Fuente “Revista Pueblos”
23 de
marzo 2014
(*) AMPARO PERNICHI. (España) Periodista. Militante social. Integrante
de la ONG Paz con Dignidad. Tiene la representacion en Andalucía. Hace un repaso de la situación de los pueblos
indígenas de América Latina y es Coordinadora de Ecologistas en Acción, preservando
los elementos fundamentales de la política de cooperación y solidaridad: la
justicia y transformación social.
Por
esas paradojas de la vida, el 2014 fue el que señaló la Asamblea General de las
Naciones Unidas como el Año Internacional de Solidaridad con el Pueblo
Palestino. En la resolución que determina el hecho se maneja con soltura ese lenguaje
al que acostumbra la ONU y que, cuando se trata de Palestina, roza la
perversión. Así se dice, “recordando el reconocimiento mutuo entre el Gobierno
del Estado de Israel y la Organización de Liberación de Palestina…”, “afirmando
su apoyo al proceso de paz…”, “acogiendo
con beneplácito que el 29 de julio de
2013 se reanudaran las negociaciones de paz…”, “tomando nota…”, “recordando…”,
“solicita…”, “invita…”. Una larguísima declaración de buenas intenciones de las
que llenan los panteones, como dicen las viejitas mexicanas. Seguramente lo más
de verdad de la resolución que declara el Año de Solidaridad con el Pueblo
Palestino fue quién votó qué en la Asamblea, porque ni para algo tan hueco como
esto los de siempre (EE.UU, Canadá y Australia) dieron su brazo a torcer. Son
los mismos que han vetado sistemáticamente todo lo que tiene que ver con la
creación de un Estado para Palestina. Tampoco estuvo
nada mal la presentación
de la resolución por parte de Ban Ki-moon, que defendió que los Derechos del
Pueblo Palestino eran tan inalienables como los de Israel y que es cuestión de
voluntad, así como entre amigos en igualdad de condiciones en un “quítame allá
esas pajas” y “de lo hecho, pecho”. En la misma línea, el vicesecretario
general de la ONU, Jan Eliasson, advirtiendo que las partes debían abstenerse
de cualquier acción que pueda socavar las negociaciones. Mientras la comunidad
internacional marea la perdiz y vuelve la cabeza para no ver el horror que
consienten y que tienen delante de sus narices, hace más de una semana que
Israel dio comienzo a otro ataque genocida contra Gaza con total impunidad. El
12 de junio secuestraron a tres jóvenes israelíes. Inmediatamente, el primer
ministro israelí, Benjamín Netanyahu, anunció una reunión de urgencia con su gabinete
de
seguridad para determinar qué medidas se debían tomar en Cisjordania. El resultado fueron cuatrocientas personas detenidas, que se dice pronto. Paralelamente, seis ultranacionalistas judíos, aplicando los principios de la Ley del Talión, asesinaron a un muchacho palestino de 16 años quemándolo vivo. El cóctel molotov estaba en marcha. En la cara A de la política, un gobierno israelí más que preocupado por los acuerdos entre Hamas y Al Fatah y un EEUU en el que empiezan a proliferar las voces críticas por la ampliación de los asentamientos y la falta de voluntad política en las negociaciones de paz. En la cara B, las tensiones internas que aprovechan los hechos para arrimar el ascua a su sardina: por un lado, la derecha más dura del Ejecutivo israelí que llevaba esperando su momento para echarle en cara a Netanyahu el último intento de conversaciones de paz; por otro, las Brigadas Azedim al Kasam en el seno de Hamas, que no apoyaban el acuerdo de reconciliación nacional con Al Fatah.
seguridad para determinar qué medidas se debían tomar en Cisjordania. El resultado fueron cuatrocientas personas detenidas, que se dice pronto. Paralelamente, seis ultranacionalistas judíos, aplicando los principios de la Ley del Talión, asesinaron a un muchacho palestino de 16 años quemándolo vivo. El cóctel molotov estaba en marcha. En la cara A de la política, un gobierno israelí más que preocupado por los acuerdos entre Hamas y Al Fatah y un EEUU en el que empiezan a proliferar las voces críticas por la ampliación de los asentamientos y la falta de voluntad política en las negociaciones de paz. En la cara B, las tensiones internas que aprovechan los hechos para arrimar el ascua a su sardina: por un lado, la derecha más dura del Ejecutivo israelí que llevaba esperando su momento para echarle en cara a Netanyahu el último intento de conversaciones de paz; por otro, las Brigadas Azedim al Kasam en el seno de Hamas, que no apoyaban el acuerdo de reconciliación nacional con Al Fatah.
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