COMPITEN PARA IRAK
Escribe
IMMANUEL WALLERSTEIN (*)
Columnista en “La Jornada”
de Mexico – 6 de julio 2014
(*)WALLERSTEIN IMMANUEL (1930) sociólogo y científico social
histórico de EE UU. Principal teórico
del análisis de sistema-mundo. Estudio en Columbia con doctorado en 1959. De
1976 a 1999 Profesor de Sociología en Binghamton. Director del Centro Braudel
de estudios económicos. ocupó varios puestos al ser profesor visitante en
diferentes universidades alrededor del mundo, fue premiado con múltiples
títulos honoríficos. Es presidente de la Comisión Gulbenkian.
La atención mundial al creciente empuje de las fuerzas
conducidas por el Estado Islámico en Irak y Siria (ISIS) ha desplegado un
enorme debate acerca de lo que debería hacerse, por todos los actores ajenos al
ISIS, para contener lo que ampliamente se percibe como un movimiento muy
peligroso. Sin embargo, en algún punto la expansión del ISIS
alcanzará sus
límites e Irak y la región más amplia se asentarán mediante un arreglo de facto
y la fijación de fronteras. Podríamos pensar que este es el escenario de
mediano plazo. Los actores mundiales solamente pueden decidir –y promover– una
de dos alternativas para el escenario de mediano plazo en Irak: ambas compiten
realmente y, de hecho, son muy diferentes. Una es la partición de Irak en tres
Estados étnicos autónomos (por lo menos de facto, tal vez en lo formal). La
otra es un Estado iraquí reunificado e incluyente, basado en el nacionalismo
iraquí. Estas alternativas, en tanto se discuten abiertamente, por lo común se
presentan como debate analítico. De hecho, entrañan un debate político. La
partición de Irak en tres Estados étnicos –sunita, chiíta y kurdo– se ha
discutido y promovido mucho tiempo antes de que el ISIS apareciera en el
escenario como movimiento agresivo. Es
común que el argumento básico insista en
la existencia de inherentes hostilidades étnicas presentes hace mucho en Irak,
lo que se combina con una concentración geográfica de los tres grupos étnicos
mayoritarios. Los proponentes tienden a decir que las hostilidades étnicas son
interminables y que la única manera en que se restaurará la estabilidad en Irak
es reconociendo esta realidad. Existen problemas con esta argumentación. El
primero es que las llamadas hostilidades inherentes hace mucho que han sido
compatibles con las prácticas contrarias, tales como el matrimonio mixto entre
los grupos y la cohabitación pacífica en muchas áreas, especialmente en las
áreas urbanas. La concentración etnogeográfica histórica se ha magnificado y
consagrado en los últimos 10 años, debido a las cuantiosas purgas étnicas –lo
cual es una consecuencia, más que la causa, del intenso conflicto actual. Hay
muchas preguntas abiertas en el muy corto plazo. Una es qué tan lejos está dispuesto
Estados Unidos a ir para frustrar el escenario sadrista y qué tanta capacidad
tiene para detener a Al-Sadr. La segunda es qué tan preparado está Irán para
sancionar la dilución de un gobierno puramente chiíta en Irak en aras de uno
anti-imperialista pero multiétnico. (…ir a la nota
completa)
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