SE OPERA CON INGENIERÍA GENÉTICA
PARA MANIPULAR Y TRANSFERIR
EL ADN DE UN ORGANISMO
A OTRO
Escribe
CARLOS FERMÍN(*)
Fuente “Eco Portal”
11 de agosto 2014
.
(*) CARLOS FERMÍN (Venezuela)Periodista. Se especializa en
temas de Ecologia y Medio Ambiente. Graduado en Comunicación Social, mención
Periodismo en la Universidad de Zulia, Venezuela Escribe en la Web http://ekologia.com.ve/ y otros medios de la
prensa alternativa.
Cuando el planeta Tierra se convierte en el enemigo a vencer
por la Humanidad, quedamos atrapados en una guerra ecológica que destruye los
recursos naturales en nuestros territorios. Así, cada gota de sangre que
carcome la semilla fértil del verdoso pasto, va dejando crecer la mala hierba
que envenena los sueños
orgánicos cultivados por los campesinos, y los
transforma en una máquina de pesadillas para el beneficio económico de las
multinacionales. Dicen que nada es gratis en la vida. Todo tiene un precio que
nunca pondera el costoso daño ambiental que estamos perpetrando a escala
global. El sol lo aclara y la luna lo oscurece. No obstante, la Naturaleza
siempre paga las consecuencias del caótico proceso de industrialización del
siglo XXI, que nos mantiene inmersos en un gigantesco ecocidio por descubrir.
Las amargas experiencias se originan con la histórica deforestación de los
bosques para colonizar el trono del rey, pasando por los salvajes derrames
petroleros que yacen en las costas de los océanos, y llegando hasta el siniestro
cultivo de transgénicos que florece en un matorral de ignorancia. Precisamente,
lo
transgénico se refiere a un organismo vivo al que se le agregan genes
exógenos para modificarlo, y así alcanzar nuevas propiedades que no fueron
desarrolladas naturalmente. De allí, que los alimentos transgénicos emplean la
ingeniería genética, vista como la tecnología que se encarga de controlar,
manipular y transferir el ADN de un organismo a otro, con el fin de crear
nuevas especies y fabricar distintos compuestos. De tales alteraciones
químicas, se produce el maíz y la soja transgénica que muchísimas personas
están dispuestas a consumir, sin medir el nefasto riesgo para la salud humana. Vemos
que el alimento transgénico es la galleta de la fortuna para quienes desean aniquilar
el destino de la Pachamama, predicando el verbo de la codicia que castiga la
mente y el corazón de sus irracionales hijos bastardos. No
hay duda que el
Mundo se transformó en una cosa plástica, superficial y muy inconformista.
Parece que lo natural ya no es valor suficiente para que la gente disfrute de
las infinitas bondades que atesoran las legumbres, las frutas y los cereales
cosechados con el amor y la dedicación de labrar la tierra que los alimenta. Por
el contrario, ahora la pureza que brota en una bella semilla de maíz orgánico,
debe ser inyectada con un vendaval de sustancias químicas tóxicas, que se
ocultan en la raíz de una jeringa llena de violencia transgénica. Cada día
sentimos los efectos secundarios que provoca la punzante aguja de los
laboratorios, en el perturbado organismo que corrompe el discernir de la
Sociedad Moderna, lo que se traduce en alergias, tumoraciones, afecciones en el
hígado, en los riñones y en los tejidos intestinales, disminución de la
capacidad de fertilidad y malformaciones congénitas.
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